El colombiano Fernando Botero, uno de los artistas latinoamericanos más destacados, murió a los 91 años. Y parte de su legado artístico está en Argentina, y cualquiera puede cruzarse con él caminando por la calle.

Botero transitó la pintura y la escultura. En la primera disciplina, el uso de los colores de forma vibrante fue uno de sus rasgos distintivos.

Pero el otro, el que realmente define «un Botero», es el que también marcó sus esculturas: la voluptuosidad de sus figuras.

El siempre se ocupó de aclarar no pintaba «gordos». Pinto volumen, curvas, sensualidad, decía el artista.

Ese volumen y curvas se expresan por ejemplo en «El viudo», un cuadro de 1968 que representa a una familia y es una de las piezas de la colección del museo MALBA, aunque actualmente está fuera de exposición, según refleja la página web del museo de Palermo.

Sin embargo, a pocas cuadras de allí cualquiera puede ver un Botero. Es el «Torso masculino desnudo», que está en el Parque Thays.

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El artista más importante de la historia de ese país falleció a los 91 años.

La escultura fue inaugurada en 1994 en el espacio público de Libertador y Ayacucho, donde supo estar el Italpark. Hecha en bronce y emplazada sobre una base de mampostería, mide 3,9 metros de alto, 2,49 de ancho y 1,65 de profundidad.

La obra es fiel a su estilo que, se cuenta, nació en 1956 mientras dibujaba una mandolina. La leyenda dice que achicó el hueco y el resto se agigantó, y que desde entonces nunca dejó de explorar en ese sentido.

«El arte se hizo casi siempre sobre temas más bien amables pues la idea era producir placer. Todas esas Venus de Tiziano, las Meninas de Velázquez y los paisajes impresionistas fueron creados para hacer soñar», afirmó Botero alguna vez.

En la pieza que le regaló a Capital, los músculos del pecho, glúteos, abdominales y piernas están hipermarcados.Foto: Luciano Thieberger / ArchivoEn la pieza que le regaló a Capital, los músculos del pecho, glúteos, abdominales y piernas están hipermarcados.Foto: Luciano Thieberger / Archivo

En la pieza que le regaló a la Ciudad, los músculos del pecho, glúteos, abdominales y piernas están hipermarcados. Eso y el hecho de que se trata de un fragmento de cuerpo suman preguntas. ¿Es un busto -el formato clásico de un homenaje- o más bien busca señalar desmembramiento, heridas más que un cuerpo «trabajado»?

Esta no es la única obra del artista colombiano en un espacio público. También hay otra en la ciudad de Mar del Plata.

La escultura de Botero en Mar del Plata. Foto Fabián Gastiarena / Archivo La escultura de Botero en Mar del Plata. Foto Fabián Gastiarena / Archivo

Se trata de «La dama reclinada», que se emplazó en 1994 en la inauguración del Paseo Aldrey, el centro comercial que funciona donde funcionaba la antigua Terminal de Ómnibus de Mar del Plata.

La dama, acostada boca abajo, sostiene una pequeña esfera y está en la mitad de la Plaza Cívica del paseo. La obra fue donada por el diario La Capital a la ciudad y no deja de sorprender a los turistas, que siempre se fotografían con ella.