De entre mis muchas limitaciones, debo señalar la incapacidad para apreciar una escultura. No una en particular, sino cualquiera; del mismo modo que soy involuntariamente insensible al jazz, a la ópera, a la música clásica. Desde niño, hubiera preferido conmoverme con las bellas artes; ya sólo me resta confesar mi cortedad. Me habían invitado a