Preguntar “¿qué es el misterio?” al bisnieto de Agatha Christie, CEO de Agatha Christie Limited (es decir, a cargo de su legado) y productor ejecutivo de Cacería en Venecia, puede sonar a gesto (y hasta serlo). Pero la pregunta genera una sonrisa en James Pritchard, el hombre en cuestión. Y responde: “El misterio… ¿qué podría decir yo del misterio? Casi podría decir que es un legado familiar, que es un género que alguien importante en vida, crucial, definió como pocos nombres modernos, y que su vital presente viene a confirmar la potencia que había allí, que no excluía la calidad de la pluma. Hoy, mi bisabuela tiene más peso que nunca antes, y es más popular que nunca antes. Las ventas de sus libros se fueron a las nubes durante la pandemia y esta serie de película tan solo confirman su siempre activa presencia”. Esa presencia ha sido una alteración en el menú de los estrenos de Hollywood: lejos de las calzas que aprietan más de lo que cuentan, de las franquicias que buscan juguetes o del terror indie que quiere ganar dinero con una sonrisa en la cara, los estrenos de Asesinato en el Expreso de Oriente” y Muerte en el Nilo, y su éxito, claro, permitieron una nueva vida a Hércules Poirot, la famosa creación detectivesca de Christie. Ahora, el estreno de Cacería en Venecia implica el retorno del británico Kenneth Branagh como director y como intérprete, y otra vez el juego de un casting soñado pero de nombres que quizás nunca vuelvan a cruzarse: la ganadora del Oscar Michelle Yeoh, Jamie Dornan, Tina Fey, Kelly Reilly, Riccardo Scamarcio, Kyle Allen, Emma Laird y Camille Cottin. 

En este caso, se basa en Las manzanas, un relato que se presta perfectamente para llevar el juego de Christie a Venecia, primero, y al terror, el género más vendedor en la actualidad de los cines. Pritchard como uno de los productores ejecutivos del film, responde sobre este caso puntual: “Era una novela que algunos consideran de las menos conocidas, y que permitía un juego que habla tanto con la obra de mi bisabuela como con el presente del cine. Nos permitimos el traslado a Venecia, y nos permitimos que desde el estilo se hable más con el género del terror. Es algo que sentimos que no rompía el relato, y que permitía quizás que un nuevo público se acerque a la saga de Poirot y está nueva encarnación que representa la mirada y dirección de Branagh. El resultado es una película que visualmente celebra el gótico, el horror de cámara, el misterio como un elegante acto del cine, y como una forma comunal de, valga la redundancia, vivir el misterio. Era importante para nosotros que se mantenga la esencia del relato, muy importante. Cada película ha demostrado el cariño y valor que la obra de Christie tiene en muchos, lo importante que sus trabajos han sido”. 

—¿Qué siente que hoy es más importante a la hora de pensar en el legado de Christie y las múltiples formas en que sigue siendo adaptado?

—Muchas cosas. Por alguna razón, los relatos de mi bisabuela siguen vivos. No lo digo apelando a “la suerte”. Por alguna razón, al menos mi uso de la expresión, implica entender que en Christie se generaron puentes con la idea de lo popular, de lo que puede generar el misterio como relato cuando toca un abstracto -pero evidente- nervio de lo universal y de de como un autora logró desafiar reglas de género. Hay muchas cosas en ella que hablan de lo que iba a lograr, pero todas ellas son fáciles de determinar con el diario del lunes editado. Es fácil celebrar su valentía, su hidalguía, a la hora de sus textos; su pasión por lo popular, su capacidad de descubrir fórmulas al crearlas y su manera de sobrevivir a un momento y a determinadas ideas, siempre viejas, sobre que es literatura, que es un autor de literatura y que no. El hecho de que siga siendo materia prima de adaptaciones habla de su éxito, claro, como marca, como franquicia: muchos saben quien es Agatha Christie sin haber leído un solo libro de ella, muchos quieren siempre descubrir ese mundo. Ya lo dije, pero el hecho que sus ventas hayan tenido un pico de ventas histórico durante la pandemia, durante el encierro, da cuenta de cómo una enorme parte del mundo siente que se debe descubrir este universo literario. Y como otra parte enorme, también la ha convertido en un rincón preciado de su universo de relatos. 

—¿Qué cree que implica esa pasión por el misterio, sobre todo considerando que ustedes reciben cientos de pedidos diarios para adaptar los trabajos de Christie?

—A veces aparecen quejas sobre ciertas adaptaciones, y eso muestra una cosa que ya dije: eso implica que hay gente que lo quiere. Creo que pocos escritores pueden pensarse de esta manera. Por ejemplo, aquí realmente hay una variación del original, y muchos sienten que es una traición. Más allá del cuidado que yo hago, junto a muchos más, de ese legado, que un universo literario sea buscado para generar esa elasticidad, aquí un misterio de terror en Venecia, tan solo habla de su vigencia, y de su importancia. Se puede hablar de na materia prima que siempre se mantiene en esencia, pero quizás la gran pregunta, que no es necesario responder, tiene que ver con ¿por qué la gente ama un misterio? ¿Qué hay en esa seguridad que genera descubrir un asesino de ficción en una situación dada? Ahí es cuando la gente indaga en la vida de mi bisabuela, piensa sobre su recorrido, incluso los mismos misterios de su vida. Yo he descubierto que el misterio permite una licencia que la vida normal no permite, y que si bien eso podría aplicarse a cualquier ficción, aquí tiene un valor diferencial: la idea del “uno de nosotros”, uno de nosotros es el que muere, uno de nosotros es el asesino. Esa idea de sacudir el cotidiano desde el evento que más tenemos (sea la muerte, o, quizás, la exposición pública) es algo muy poderoso en nuestra civilización y sus relatos. Y estas películas recientes, y los nombres vinculados a ellas, no hacen otra cosa que probar eso.  

—¿Qué ama del misterio, considerando que ha sido de su vida familiar? 

—Siento que el misterio es algo muy poderoso. Por ejemplo, siempre me impresiona el hecho de recordar estar leyendo en Asesinato en el Expreso de Oriente, y pensar en el vínculo familiar, pero al mismo tiempo poder perderme por completo en la obra, y sentir, como casi todos, que pocos misterios son tan perfectos. En ese sentido, ha sido una vida alrededor de vaivenes, de momentos donde hablo poco y nada con esa obra, y otros donde me obsesiono, y la releo. Pero siempre, siempre, me impresiona mucho, cuando puedo frenarme un segundo y puedo entender que implica ese vínculo. Más allá de ser mi trabajo, es algo que lejos de ser una sombra es una luz permanente en mi vida. Quiero que todos en la familia sigan leyendo, entiendan a su manera la importancia de este legado. No lo digo como obligación, o imposición, si no como un factor excepcional que pocas familias en el mundo pueden celebrar. Es más, diría que casi ninguna. Es algo muy radiante, que no deja nunca de estar vivo, pero que al mismo tiempo tiene que ser cuidado, renovado, para que nunca se ponga a acumular polvo. Es muy importante que los textos de Christie estén vivos, en el medio que sea, y que sus libros desafíen cualquier crisis, sobre todo en un momento donde los libros a nivel global ven complicadas sus formas clásicas de existencia.