Mircea Cartarescu está en Buenos Aires. La mítica ciudad de Jorge Luis Borges, la que vivía en la imaginación de Julio Cortázar y la real en la que comenzó el 15º Filba (Festival Internacional de Literatura), del que es la estrella más fulgurante.

Algo ha cambiado en el notable escritor rumano desde la última vez que lo entrevistamos en el Hay Festival de Cartagena de Indias, Colombia. Sonríe, no luce abrumado ni intimida. Se muestra atento y cómplice con su esposa, la poeta Ioana Nicolaie, que lo fotografía durante la entrevista y postea en sus redes detalles de los temas y los medios con los que habla.

Comenzamos preguntándole si sigue pensando que “el instante es más importante que la eternidad”, tal como dijo en su memorable charla magistral en la Feria del Libro de Guadalajara, México, hace cinco años ante una sala repleta de gente, en cuya primera fila lo escuchaba embelesada la escritora francesa-mexicana Elena Poniatowska: “Me encuentro en el otoño de mi vida. Pero este instante, el que vivo ahora, compensa por completo la locura del ser y del no ser”.

“Cuando escribí eso estaba un poco escéptico, porque en ese momento no era el otoño de mi vida. Ahora sí lo estoy. Creo que la vida es hermosa a cualquier edad. Cada vez soy más optimista. Y trato de disfrutar cada vez más de lo que recibo. Me siento muy agradecido tanto como escritor como en mi vida personal”, responde a Clarín Cultura el autor de la trilogía de 1.500 páginas Cegador (Orbitor, en rumano), su obra cumbre que lo ha consagrado a nivel mundial, aunque fue después de que su novela de mil páginas Solenoide (mil páginas) viera la luz, a través de la editorial Impedimenta, que su presencia en ferias y festivales internacionales comenzó a ser un hito que atraía una multitud de lectores en todas partes.

Cartarescu responderá en rumano a Clarín Cultura –la lengua en la que piensa y sueña– con la asistencia de una traductora de la embajada de su país donde sigue residiendo. Ahora tiene “una casita en el campo”. Reitera a quien le pregunte que, salvo por razones políticas, no se alejará de Bucarest (capital de Rumania). No obstante, por períodos, ha vivido en Viena, Amsterdam, Berlín y otras ciudades donde es invitado en universidades e instituciones culturales.

"Poesía esencial", de Mircea Cartarescu (Impedimenta).«Poesía esencial», de Mircea Cartarescu (Impedimenta).

Definir al autor de El ojo castaño de nuestro amor es casi imposible. Si un escritor lleva un diario por más de 50 años en el que vuelca “la sustancia de su mente, sus sueños, sus alucinaciones, sus recuerdos, su autobiografía”, donde abrevan sus notables cuentos y novelas y su poesía esencial, y además dice que “está hecho de literatura” y que “toda la literatura es una metáfora del mundo”, el lector comprende que está ante una voz excepcional.

Más sorprende cuando explica que sus manos son la herramienta de una voz que lo habita y que es la verdadera dueña de las palabras que luego se convierten en El levante, Las bellas extranjeras y otros libros deslumbrantes.

Cuando se menciona que Cartarescu es el autor de «El ruletista”, uno de los textos de Nostalgia, que también se publicó por separado, tan perturbador como para empujarnos a pensar que la realidad que uno vive puede ser ficción, enseguida se comprende que su universo fantástico, alegórico, sus metáforas inquietantes y sus palabras son el modo de materializar una realidad que le parece ajena. Solo leyéndolo puede intentar comprenderse su mundo.

Cartarescu es poeta (aunque dejó la poesía hace varias décadas), como todo joven de su generación (tiene 67 años) nacido bajo un régimen comunista sofocante, opresivo, donde la policía secreta era omnipresente y la gente no podía quejarse ni del hambre ni de la falta de libertades.

Mircea Cartarescu: “Soy un escritor de la memoria, de la vida interior". Foto: Ariel GrinbergMircea Cartarescu: “Soy un escritor de la memoria, de la vida interior». Foto: Ariel Grinberg

Pero luego conoció la revolución, tras la cual el dictador Nicolae Ceausescu y su mujer fueron fusilados, que fue la más violenta de los países del Este que se abrieron –tras la caída de la llamada “Cortina de hierro” (en Alemania, el “Muro de Berlín”)– a un capitalismo “salvaje”, como le dirá más tarde a este diario.

Nunca había salido de Rumania cuando ya leía a los grandes escritores de Occidente y soñaba que la capital de su país fuera su Bucarest mítica, como Joyce tenía a Dublín, Borges a Buenos Aires, o Proust a París.

Singular y asombroso

Mircea Cartarescu escribe a mano una o dos páginas por día, siempre por la mañana, y no revisa su escritura. No añade ni quita. No trabaja con historias ni con planes previos. “La escritura no es un trabajo para mí, es un arte, una religión personal, un acto de fe”, dice.

“Soy un escritor de la memoria, de la vida interior, simplemente quiero expresar mis sentimientos, lo que pienso de las cosas, crear palabras que son más parecidas a mí que el mundo que me rodea”, dice el autor de El levante.

–Recuerdo que cuando presentó Solenoide, usted dijo algo impactante: “Los insectos son una metáfora de la humanidad”. ¿Sigue pensándolo?

–Los insectos en sí son dominantes en Cegador, pero en Solenoide aparecen los insectos de los insectos y esos son minúsculos, no se ven, y forman sociedades ocultas en nuestras almohadas y en nuestra piel.

Usé la metáfora de los acaroides para presentar una humanidad olvidada en un rincón del universo, sin conocimiento y sin luz, y sin esperanza. Mi héroe en Solenoide es enviado como mensajero divino hacia este mundo para traer la salvación, pero se da cuenta que los dos mundos no pueden comunicarse porque no tienen un idioma ni un código en común.

Así es como héroe es sacrificado igual que el mensajero divino que fue enviado al mundo de los humanos. Es un mensaje muy escéptico, un desahogo, pero el final de la novela lo contradice, porque es uno de los más positivos que jamás escribí. Y el narrador descubre al final la salvación de la humanidad a través del amor y de la solidaridad humana.

–¿Cuál de sus libros –algunos más exigentes para los lectores, otros no tanto– constituye para usted una epopeya de escritura?

–Creo que el cuerpo entero de mis obras es muy unitario y cada obra es como los órganos del cuerpo. Algunos son vitales, como el cerebro, el hígado o el corazón, y otros son menos importantes. Pero todos son parte del cuerpo humano.

También escribí libros más importantes para mí, que considero mayores, y otros menores. Pero los quiero a todos. Creo que no estaría completo sin ninguno de ellos. Pero de todos modos mi principal obra siempre será Cegador (El ala izquierda, El cuerpo y El ala derecha), y eso lo notan mis lectores. Tal como en el medio de una flota marítima se ve el portaaviones. Cegador es el portaaviones de mi flota.

–Usted es un concienzudo lector de literatura latinoamericana. Borges, Cortázar, Fuentes, Lezama Lima, entre otros, pero escribe lo que está en sus sueños, en sus alucinaciones, en la sustancia de su cabeza. ¿Hay algo de realismo mágico en todo ello?

–Aprendí muchísimo de los autores latinoamericanos. Los leí a todos en mi juventud y en mi adolescencia, con entusiasmo, con asombro y placer. Hoy creo que la literatura fantástica es la mejor dirección que puede tener la literatura.

Si no encuentro imaginación en un libro, no me gusta. Afortunadamente la literatura rumana es imaginativa y tiene grandes escritores de literatura fantástica. Por esa razón siempre me sentí en mi casa en América latina y en la cultura de esta región.

Mircea Cartarescu, en charla con Juan José Becerra. CapturaMircea Cartarescu, en charla con Juan José Becerra. Captura

–¿Cuál es el estado actual de la literatura rumana cuyas raíces anclan en la poesía, después de tres décadas de la revolución y la caída de Ceausescu?

–Hoy la literatura rumana está alineada con lo que se escribe en todo el mundo. La prosa está dominada por la auto-ficción y es más realista desde una perspectiva fotográfica, pero también hay una parte posmoderna, de experimentación literaria y que juega con las convenciones literarias.

Creo que la literatura rumana contemporánea es normal, con algunos escritores importantes, y la escena literaria es floreciente.

–Usted escribe lo que está dentro de su ser, para encontrarse. Pero por fuera de esa autobiografía que es ficción, ¿cuáles son las raíces de todo lo que escribe?

–Tengo una enorme fe en la literatura. Creo que todo lo que hoy en día sé lo aprendí de la literatura. Escribo desde una edad muy temprana. Escribo un diario desde los 17 años [ha publicado cinco tomos de su Diario en rumano] y en este diario aparecen todos mis motivos. Después esas ideas se tradujeron en mis poemas, en mis cuentos y en mis novelas. Y el motor de todo lo que escribo es el placer de la escritura. Es lo que más amo y es mi razón de existir.

–Franz Kafka es su escritor favorito. A diferencia del autor de El proceso, usted ha salvado su obra y es internacional. ¿Cuándo supo que se salvaría de “ese amasijo de escombros” que son los miles de libros que no consiguen editor ni lectores?

–Para mí nunca fue importante que mis libros llegaran a muchos lectores. Yo en principio siempre escribí para mí y para la gente que es como yo. Creo que seguiría escribiendo si todos los lectores del mundo desaparecieran. Lo más importante es existir para mis propios ojos.

Eso no quiere decir que no me interese la suerte de mis libros y aprecio muchísimo a mis lectores, me alegra que se traduzcan, porque lectores de otras culturas pueden llegar a mis obras.

Me sorprendió, en los países de América latina, encontrar a los más apasionados lectores de mi obra. En México, Colombia, Chile, Argentina, los lectores recibieron muy bien mis obras y fue un alivio para mí.

–¿Qué es para usted un poeta libre?

–(Se ríe) Es una tautología. La poesía y la libertad son lo mismo para mí.

–Usted dice que se nace escritor, se nace con ese don. Pero ¿cómo se descubre?

–Simplemente lo sabés, como sabes que puedes respirar y caminar, para mí es natural escribir literatura. No tengo que pensar en el cómo. Es natural sentarme a mi escritorio y escuchar mi voz interior. Mi voz sabe mejor que yo lo que tengo que escribir.

–Los años 80 y los 90 fueron los más difíciles para usted. ¿Cómo salió de ese caos que comenzó con la caída de la dictadura rumana y la revolución posterior, que fue tan violenta?

–La dictadura que vivimos durante 42 años posteriores a la Segunda Guerra se llamaba dictadura comunista, pero de hecho era puro fascismo, nacionalismo, mitos de la sangre y de la tierra. Todo eso hacía parte del discurso único. La gente le tenía terror a la policía secreta.

Me imagino que cualquier ciudadano de América latina reconoce esa experiencia. En Argentina también existió una dictadura sangrienta. Sé que Ernesto Sabato integró la Comisión (Conadep) que investigaba estos crímenes de la dictadura militar. Un poco así de parecido fue el régimen de Ceausescu. Fue muy opresivo y muy difícil de soportar.

Además la población tenía que lidiar con el hambre, el frío del invierno rumano que es muy duro, y con el miedo. Siguió una revolución muy violenta y después durante otros diez años vivimos tiempos igualmente difíciles que antes.

Hubo un capitalismo salvaje, una inflación enorme, un golpe legislativo, lo que favoreció que gente sin escrúpulos construyera fortunas. Solamente después de ingresar a la Unión Europea empezamos a ser una verdadera democracia y esto fue a partir de 2008.

Mircea Cartarescu: "Europa es mi segunda patria". Foto: Ariel GrinbergMircea Cartarescu: «Europa es mi segunda patria». Foto: Ariel Grinberg

–¿Qué es hoy Europa para usted?

–Es mi segunda patria. Muchas veces me defino como escritor europeo. Y creo que Europa es un lugar muy bueno para la cultura y para la vida en libertad de la gente. Yo amo Europa. Creo que es parte de mi construcción, de mi fórmula interior.

–Tomando como escenario la guerra de invasión rusa a Ucrania, ¿comparte usted que, como dice André Malraux, anida en el alma una región donde el mal absoluto se opone a la fraternidad?

–Lo que está pasando en Ucrania en este momento nos muestra que durante milenios nada ha cambiado en el ser humano. Junto con el genio, la razón y la bondad también tenemos el lado salvaje, criminal y opresor. Todo este lado malo está hoy en Ucrania sin ninguna culpa y sin ningún acto de provocación ni agresión de su parte.

Y para toda la humanidad es muy importante que Ucrania resista así y haya mostrado esa resiliencia. Hubo la chance de un hombre providencial, que es el presidente (Vlodomir) Zelenski, y espero que este año reciba el Premio Nobel de la Paz.

Especialmente mi país, Rumania, tiene que tener a Ucrania un especial agradecimiento porque si no hubiera resistido en esta guerra, probablemente Rumania podría ser ocupada como otros países del Este. Para nosotros la guerra en Ucrania es muy real y muy presente porque compartimos una larga frontera. Somos vecinos y la guerra está en nuestra puerta.

–En sus últimos libros, cronológicamente traducidos, usted recupera un gran sentido del humor. ¿Por qué?

–Espero que mi sentido del humor esté presente en todos mis libros. Algunos tienen mucho humor como Las bellas extranjeras y otros tienen cuestiones de humor de situación. Por ejemplo, Solenoide tiene páginas de humor sobre los profesores de escuela, donde hay una galería de ellos con sus mañas, como por ejemplo en la película Amarcord, de Fellini.

Cartarescu Básico

  • Bucarest, 1956. Es poeta, narrador y ensayista. Doctor en Literatura Rumana por la Facultad de Letras de la Universidad de Bucarest. Está considerado el más importante escritor rumano de la actualidad.
  • De su obra poética, que cultivó a lo largo de la década de los ochenta, destaca El Levante (1990; Premio de la Unión de Escritores Rumanos), que Impedimenta recuperó en 2015, en una versión especial preparada por el autor.
  • Dio el salto a la narrativa con el volumen de cuentos Nostalgia (1993; Impedimenta, 2012; Premio de la Academia Rumana), que se abre con su célebre relato «El Ruletista» (publicado de modo independiente por Impedimenta en 2010). Le siguió Lulu (1994; Impedimenta, 2011), novela tortuosa y genial que indaga en el misterio del doble, y que le valió el Premio ASPRO.
  • Su trilogía Cegador (1996-2007) supuso su consagración literaria y le ha procurado premios como el Gregor von Rezzori y el Thomas Mann; Impedimenta ha publicado la trilogía completa El ala izquierda, El cuerpo y El ala derecha, en 2018, 2020, 2022, respectivamente.
  • Cabe mencionar su libro de cuentos Las Bellas Extranjeras (2010; Impedimenta, 2013; Premio Euskadi de Plata de Narrativa), así como El ojo castaño de nuestro amor, un volumen de relatos autobiográficos que nos permite entender el conjunto de su obra.
  • Su novela, Solenoide (2015; Impedimenta, 2017), considerada su proyecto más maduro hasta la fecha, fue incluida en el listado de los mejores libros del año por la prensa cultural española e iberoamericana. En 2021 aparece en español Poesía esencial, una recopilación de poemas seleccionados por el propio autor y escritos durante sus primeros años creativos.
  • En 2018 fue galardonado con el prestigioso Premio Formentor de las Letras, y ha obtenido galardones de la importancia del Leipzig Book Award for European Understanding, el Premio Gregor von Rezzori, el Premio Thomas Mann, el Premio del Estado Austríaco a la Literatura.