Mientras el mundo entero homenajea la obra de Pablo Picasso en este 2023, considerado “año Picasso” por conmemorar el medio siglo de la muerte del artista malagueño, la historiadora del arte argentina Andrea Giunta, la latinoamericana que más estudió el Guernica de Picasso, dialogó este lunes desde Buenos Aires con el público que asiste en Madrid al Festival Eñe, la fiesta literaria de cada otoño en la capital española.
“Es una pintura que se estudia, pero no necesariamente que se debata”, dijo Giunta sobre la obra que mejor representa las violencias del siglo XX.
Su charla estuvo precedida por un documental en el que Giunta, curadora y académica, comparte su mirada sobre el Guernica desde el presente.
El video integra el ciclo de Conversaciones del otro lado con el que la Revista Ñ, la publicación cultural de Clarín, celebra sus primeros 20 años en los kioscos de Argentina, sábado tras sábado, y en web del diario.
Dentro del Festival Eñe de Madrid, Revista Ñ proyecta el ciclo de diálogos con mujeres argentinas referentes de las artes y las letras y propone luego una conversación con las protagonistas.
La charla de este lunes con Andrea Giunta, realizada en colaboración con Arthaus Central de Buenos Aires, se suma a las que Revista Ñ ya organizó con Mariana Enriquez y con María Negroni, dos autoras argentinas de culto en España que ya pasaron por el Festival Eñe.
El programa culmina el martes 31 de octubre, cuando la autora y editora general de Ñ, Matilde Sánchez, dialogará con Ariana Harwicz en la librería de La Fábrica, organizadora del festival literario de Madrid.
En el documental que se proyectó este lunes, Giunta conversa con March Mazzei, editora de Arte de Revista Ñ, en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, donde actualmente hay una sala dedicada a las obras de Picasso que integran la colección del museo.
Allí, delante de «Mujer acostada», una obra de Picasso de 1931, Andrea Giunta cuenta que investigó sobre cómo el Guernica se convirtió en la obra más importante del siglo XX y de qué modo ese lienzo resolvía la relación entre el arte y la política.
“Cuando escribía mi tesis de doctorado sobre el arte en América latina en los 60 en el contexto de la revolución cubana y de la guerra de Vietnam, en el debate intenso y eterno entre arte y política, una y otra vez Guernica era la pintura que resolvía esta relación -cuenta Giunta-. Para mí era extraño que, en ese contexto revolucionario, el ejemplo fuera una pintura al óleo sobre tela realizada 30 años antes, en un momento en el que arte estaba inmerso en un en proceso de desmaterialización del objeto artístico.”
La historiadora del arte repasa cómo se pintó el Guernica: “La pintura se hace cuando ya había estallado la Guerra Civil española -aclara-. Si bien no es una pintura que está representando lo que pasó en abril del’37, cuando se bombardea Guernica, no vemos a la aviación alemana, no vemos las imágenes de bombardeo sino que es una pintura que representa los temas típicos de Picasso: una corrida de toros, con mujeres y con escenas dramáticas, pero no literales”.
“Estrictamente, es una obra de propaganda”, la define Giunta. “Fue encargada por el Estado español de la república y a Picasso le fue pagada. Eso le permitió a España recuperarla cuando estaba en el Museo de Arte Moderno de Nueva York”, agrega.
Itinerario de un lienzo
“Desde 1937, en el pabellón de la república española en París, Picasso la descuelga del bastidor, la enrolla y se lleva. Y ahí comienza un viaje político de la pintura que es vigente hasta el presente”, subraya Giunta.
“En un sentido político, era una trayectoria en la que la pintura se exponía con el propósito de juntar dinero para los republicanos, luego para los exiliados. En 1939 Alfred Barr -director del Museo de Arte Moderno de Nueva York– la incorpora a una gran exposición sobre Picasso en el el MoMA”, señala.
El Guernica comienza a echar raíces en América latina cuando Picasso recibe una invitación para exponerlo en la bienal de San Pablo, en 1953.
Giunta repasa, a partir de allí, los viajes del «Guernica» por Latinoamérica y cómo despertó interés en varios artistas: en el brasileño Candido Portinari, en el cubano Wilfredo Lam y en el mexicano David Alfaro Siqueiros.
“Es interesante el concepto de movilidad de los artistas que van a Nueva York y cómo toman, no sólo el lenguaje, sino también la dimensión del Guernica y tratan de emular o reproducir el éxito que tuvo esta pintura”, dice Giunta.
La historiadora y curadora rescata los ecos de la obra de Picasso en el argentino Antonio Berni.
“Me interesa pensar las contraposiciones -dice Giunta-. Si Guernica es la representación de la gran violencia universal, qué pasa con un artista como Berni, que introduce en sus series narrativas, como Ramona, que es la vida de una prostituta, citas directas a Picasso como la lámpara que aparece en los grabados de Ramona.”
En el video, Giunta recuerda también que en 1981, la artista colombiana Beatriz González realizó su propia versión del Guernica: un mural de baldosas de 12 metros, inclusive más largo que el original.
Mirada actual
“¿Cómo puede verse desde el presente el Guernica?”, se planteó Giunta desde Buenos Aires ya en la charla con el público de Madrid por videoconferencia.
La historiadora del arte tiene una hipótesis de trabajo: “Investigué las relaciones entre el arte y los proceso de la memoria en América latina en relación con las dictaduras y los memoriales -contó-. Empecé a analizar las arquitecturas de la memoria: la arquitectura del ‘Guernica’ está basada en diagonales, en zig-zag.”
“Por ejemplo, en el Parque de la Memoria de Buenos Aires, la estructura es el zig-zag que es, por otra parte, lo que caracteriza el recuerdo, que no es unidireccional. Así como recordar significa volver a pasar por el corazón, por las emociones”, definió.
Desde Madrid, Matilde Sánchez, editora general de Revista Ñ, le preguntó si la universalidad del Guernica, como representante de todas las matanzas, podría ser espejo de las matanzas de hoy en Ucrania y en Oriente Medio.
“Desconozco si en las manifestaciones que se están haciendo sobre esta dolorosa guerra en Medio Oriente se están llevando las imágenes de Guernica. No las he encontrado todavía”, admitió Giunta.
“En Bagdad, cuando Estados Unidos llevó adelante el bombardeo, ahí sí se levantaron las imágenes del Guernica en las manifestaciones -recordó-. Y no sólo eso. El tapiz que reproduce el Guernica, que pertenece a la familia Rockefeller y que estaba en las Naciones Unidas, cuando se anunció la decisión de Estados Unidos de intervenir militarmente, se tapó.”
Madrid. Corresponsal