Los viajes, al igual que la lectura, el amor o la desgracia, nos ofrecen una confrontación con nosotros mismos y nos proporcionan argumentos para nuestro monólogo interior. Llegará un día en que nos cansaremos de los libros, del amor y hasta de nosotros mismos. Los impulsos irán cediendo y casi sin darnos cuenta empezaremos a desprendernos de todo lo bello.
Y en las inminencias del adiós, en ese momento donde dicen que la mente proyecta la película de tu vida, sentir que fuiste vos el que escribió el guion de tu propia vida siendo lo más auténtico posible y abriéndote paso entre las huracanadas fuerzas del destino. Y más allá de que no puedas dominar el montaje final, serán tuyos los paisajes, la banda sonora, la fuerza con la que regresa la infancia, ese manantial de recuerdos acudiendo a toda velocidad. Serás el capital simbólico que ya nadie te podrá quitar. Vendaval de imágenes quebradas poetizando lo que fuiste, salvándote del recorte superficial de los espejos.
La muerte no sabe de algoritmos y el algoritmo no sabe de amor.
Por eso viajar. Hacia adentro. Hacia arriba. Hacia afuera. Hacia atrás.
Instalar mi poética en Estados Unidos era todo un desafío. La palabra como inspiración y el cuerpo como instrumento de la acción. La escritura y la actuación. El amor como motor. Mi hijo y la profesión.
Estrené Balada para un sueño y Estrellas fugaces como autor, director e intérprete con producción de The Show Must Go On y el apoyo de Mayte de la Torre con el CCEM.
Tuve el placer de compartir el escenario con los geniales Fernando Quiroga, Andrea Estévez, Bruno Gatti, Victoria Murtagh, Pablo Cunqueiro y la asistencia de Sofía Giacinti.
Estar a cargo de las puestas en escena me dio la posibilidad de acercarles un modo posible de abordar mi dramaturgia, que está hecha de palabras pero también de silencios, del humor que subyace de la situación. El delirio, el vacío y la emoción. Para compartir esos pliegues era indispensable ponerle el cuerpo a mi teatro.
Y a esto se le sumó Escénicas Miami Buenos Aires, el puente cultural que creamos junto Andrea Estévez. La propuesta abarca coproducciones, creación, formación, convocatorias y audiciones. Propiciar encuentros y ayudar a otros colegas cuando viajen hacia allá. Vincular y colaborar desde la gestión cultural. Una forma de devolver al teatro algo de lo mucho que el teatro nos da.
Nada sucede de manera individual. Los amigos, los seres queridos que están cerca aunque uno esté lejos. Y el agradecimiento a Laura, la madre de mi hijo, que se ha desdoblado para que yo pudiera desplegar estos proyectos. Apreciar y visibilizar. Y procurar estar presente cuando es a la inversa. Cuando toca apoyar y acompañar. Sociedades afectivas.
Ya sobre el final del viaje estuve como artista invitado en los Martín Fierro Latinos.
El viaje fue el epílogo soñado de este 2023, que me encontró al frente de una diversidad de propuestas.
La emoción por los 15 años de Ya no pienso en matambre ni le temo al vacío, con toda la temporada a sala llena, coronada en aquella noche épica e inolvidable en el Auditorium de Mar del Plata. Junto a Marcela Blanco, Azul Velázquez, Ricardo Sica, maravillosos elencos rotativos y una gran cantidad de artistas invitados, pudimos escribir una nueva página en la historia de esta gran familia que es Matambre.
La satisfacción como autor por la continuidad y la contundencia de El equilibrista, con Mauricio Dayub.
La creación del formato Pato Random Feat, el regreso de mi unipersonal Antihéore Off, dirigido por Paula Marrón, y el estreno de El abismo como resultado del taller de montaje que estuvimos coordinando junto a Nicole Camba en la escuela de teatro de Timbre 4.
Muy agradecido por todo lo vivido, que fue mucho más de lo que podría haber imaginado.
Ahora cerrar los ojos, agradecer, visualizar e identificar los caminos que se irán iluminando mientras cae la noche.
*Autor, director y actor.