Todo lo hice con mucho esfuerzo y con pasión. Hoy ni loco me subo a un escenario”, dice Juan Manuel Caballé, y habla de su actual suceso como el productor más joven del circuito comercial de la calle Corrientes. Tiene seis obras en cartel, junto a otros productores, y todas ellas son suceso a su escala: Los mosqueteros del rey, Made in Lanús, Dos locas de remate, Antígona en el baño, Porteñas y Tom, Dick y Harry. Su pasión nace desde muy, pero muy pequeño: “Cuando otros pedían pelotas en sus cumpleaños, yo pedía un grabador con micrófono, telas para hacer un telón, madera para hacer un escenario. Nace desde muy chico esta pasión. Muy. Tenía 6 años, y esperaba las vacaciones de invierno para ir a Lanús, a lo de mi abuela, que ahorraba todo el año para llevarme a ver obras de teatro a la calle Corrientes. Me acuerdo un día, yendo en el 37, donde habíamos salido de ver una obra de teatro, y le dije ‘mira, abuela, cuando yo esté acá’”. 

Rápidamente, a los 17 años, Caballé ya era parte de las tablas, donde ha hecho de todo, desde llevar café a stage manager. Estudió actuación, pero hoy no quiere saber nada con las tablas. Así, siendo parte de una proyecto de escuela de producción de teatro de Lino Patalano, Tommy Pashkus y Julio Bocca, comenzó a dar los pasos que hoy lo cuentan con más de 60 empleados: “Siempre me sentí súper responsable del teatro como empresa. Este año me pasó que llegó el verano y me encontré con seis producciones en cartel. Sentí una responsabilidad de tener más de 60 personas trabajando, y es una fuente de trabajo muy grande. Todo arranca en el armado, en buscar esto y aquello, es mucho el laburo que hay detrás. Acomododadores, boleteros, vestuaristas, de todo. Yo arranque con cierta responsabilidad. Son muchas las obras, y uno quiere que vayan bien, en este o en cualquier escenario. No se habla mucho de eso porque no se ve. Es mucho el esfuerzo que se hace cuando haces un espectáculo. A todas las obras les presto la misma atención, y eso tiene que ver con lo que me pasa hoy”.

—¿Qué es esencial a la hora de producir teatro en Argentina?

—A lo largo de estos años me encontré con mucha gente que cree que lo esencial para hacer teatro es gastar mucho dinero. Y me he encontrado con mucha gente que me consulta, y el teatro es más que poner plata o una gran producción. Si no vos no tenes un buen libro, una gran producción, y buenos actores, no existe. Yo pienso en lo esencial para hacer teatro, y siempre pienso en querer hacer un éxito y que le salga bien. Teatro podemos hacer todos: alquilás una sala y hablás con actores. Y va muchísimo más allá de eso: es un conjunto de cosas que hacen a lo esencial del teatro, que es más difícil de definir. Lo esencial a la hora de producir teatro es confiar en que tenés una buena obra, un buen texto, buenos actores, y eso es fundamental. Podés hacer teatro con nada, con dos banquitos y un sillón. La obra es lo fundamental. Después uno quiere que se vea de tal o cual forma.

—¿Cómo resistir y apoyar el arte en momentos de crisis tan fuerte como estos años?

—Yo soy partidario de todo lo que tiene que ver con la política, que si bien el artista puede apoyar modelos, estar a favor de un gobierno u otro, como diría Pinti: pasan los gobiernos, quedan los artistas. Cuanto menos nos expongamos en eso, entendemos que el artista depende de la gente, y hablar si estoy de un lado o de otro, a veces eso juega en contra. Uno va a ver al artista en sí, no lo que el artista piensa. Uno puede pensar libremente pero la gente no lo entiende. Yo tengo ese dilema cuando hago un espectáculo, de que cuando menos se hable de política es mejor. Pero es difícil, y discutible. Quizás esté equivocado. Hay que apoyar el teatro, porque el entretenimiento es lo que uno corta en crisis. El teatro es salud, distraerse en ese sentido nos hace bien. Muy bien. Es esencial el arte si pensamos en el hecho de cuánto importa ver una obra, elevarnos. El teatro es importante. 

Un feliz capricho

—¿Cuánto hay de feliz capricho en el productor de teatro?

—Soy el productor más caprichoso, pero presente, de la calle Corrientes. Hay mucho de feliz capricho, por lo menos en mí. A mí cuando se me pone en la cabeza que quiero hacer una obra, hasta que no la hago, no paro. Muchas veces en este ambiente hay proyectos que no se terminan concretando. Desde que arranque, cuando arranque a los 18 como asistente de dirección, llevando café, y hoy tengo 31. El feliz capricho está en querer hacer algo y cumplirlo. Sobre todo con los proyectos. Esto de haber pasado por distintos rubros, del stage manager, del productor ejecutivo, hace que conozca más de cada rubro. Eso lo hace diferente. Me preocupo de la gráfica, de las fotos, de la tipografía, de la escenografía. En cada obra mía yo estuve detrás de cada rubro, de cada detalle. No es solo conseguir un cast, y listo. Me gusta mucho lo que hago y lo hago con pasión. Se van sumando obras y me vuelvo loco, pero ahí esta mi feliz capricho. En no delegar fácilmente. Me gusta estar en cada detalle.

—¿Qué te mueve de ver un público en una obra?

—Así como es importante que compone a una obra, sus autores, sus actores, sus directores. Es importante ver lo que quiere ver el público. Hoy quiere reírse y emocionarse. Yo cuando me siento en la butaca para ver las reacciones del público, que es lo que marca la temporada casi. En el estreno te das cuenta si una obra va a ir bien o no. La reacción del público es un eje fundamental en un espectáculo. Te puede pasar como productor que una obra te haga reír, pero al público no. Es fundamental esa reacción del público, es donde terminas la obra, donde terminamos la obra. Verlos riendo o llorando. La primera semana de un espectáculo donde ves las reacciones del público es lo que te dice si hiciste las cosas bien o no. Hoy la gente quiere reírse.