Tras una espera que se ha hecho poco menos que interminable, ‘Dune: Parte Dos’ ha llegado a nuestros cines y, junto a ella, uno de los espectáculos audiovisuales más deslumbrantes y arrolladores que hayamos visto en la gran pantalla desde hace mucho, mucho tiempo, llegando a superar el ya de por sí estratosférico nivel de su predecesora; justa ganadora del Oscar a la mejor dirección de fotografía en un año con una competencia feroz.
Con el cierre de la adaptación de la novela de Frank Herbert, Denis Villeneuve y el DP Greig Fraser —así como el resto del equipo técnico y artístico— han abrazado los elementos que hicieron grande a la ‘Parte Uno’ y han apostado por el «más grande y mejor» en una jugada que les ha salido redonda y que condensa en poco menos de tres horas un puñado de pasajes que se quedan grabados a fuego en la retina.
No obstante, de entre todos ellos, hay uno destaca tanto por su efectismo como por su efectividad —no olvidemos que son dos términos distintos y que no siempre van unidos del modo en que lo hacen aquí—: el duelo de gladiadores galácticos en la arena del planeta Geidi Prime que nos presenta al sanguinario Feyd Rautha de Austin Butler. Una escena que lleva el uso del blanco y negro a un puede que no tan nuevo, pero sí sorprendente nivel.
Más allá del espectro visible
Al pensar en el modo de representar los exteriores del planeta natal de la casa Harkonnen, que ya visitamos en ‘Dune: Parte Uno’, pero únicamente en localizaciones interiores y durante la noche, Villeneuve se enfrentó a un gran reto en clave visual que, tal y como explicó durante su entrevista con Kevin McCarthy, solucionó aterrizando en la idea de rodar en blanco y negro.
«Quería rodar Geidi Prime en blanco y negro. Le conté la idea a Greig, le entusiasmó, y se le ocurrió a él usar infrarrojos. La idea era crear un blanco y negro inquietante en el que la piel se convierte en translúcida y los ojos se vuelven muy negros y agresivos, y eso es algo que nos daría esa necesaria sensación de un mundo extraño en el que el sol elimina todos los colores. Pensé que eso nos diría mucho sobre la psique de los Harkonnens».
Pero el director de fotografía Greig Fraser no se quedó en la superficie de la solución y optó por ir un paso más allá impulsado por su experiencia previa en largometrajes como ‘La noche más oscura’ o ‘Rogue One: Una historia de Star Wars’. Esta alternativa no fue otra que rodar utilizando una cámara ARRI Alexa LF Mini modificada para captar imágenes infrarrojas.
Haciendo un breve inciso, cabe destacar que lo visto durante el fragmento ambientado en el exterior de Geidi Prime no comparte tratamiento con la no menos sugestiva secuencia nocturna de ‘La zona de interés’, en la que Jonathan Glazer y el DOP Lukasz Zal emplearon cámaras térmicas del ejército adaptadas para poder utilizar ópticas de cine para, básicamente, poder traducir calor en imagen, pero de esto ya hablaremos en otro momento.
Regresando al caso que nos ocupa, hay que señalar que, básicamente, las cámaras que captan luz infrarroja, que Fraser describe como «la misma que usan las cámaras de seguridad», crean imágenes que capturan un espectro de luz que el ojo humano es incapaz de percibir. Por referencia, cabe mencionar que el espectro de la luz visible por el ojo humano se mueve entre, aproximadamente, los 400 nanómetros y los 750 nanómetros; estando por debajo de los 400 la luz ultravioleta y por encima de los 750 la luz infrarroja, ambas imperceptibles.
Justificaciones narrativas y quebraderos de cabeza
Más allá del simple reclamo estético y de una vía de escape a rodar una escena en una suerte de circo romano cubierto de arena, que podría asociarse con el desértico planeta Arrakis, Fraser justificó el empleo de esta tecnología de forma narrativa. En el último episodio de The Movie Podcast, el DOP conectó la peculiar imagen infrarroja con nuestra concepción de los Harkonnen y su planeta como espectadores.
«Lo que es genial es que si comprendes que en Geidi Prime no hay luz visible, sólo tienes esta especie de brillo infrarrojo en todo el mundo. Puedes entender por qué no tienen pelo y por qué son tan pálidos. Captas que no hay sol en Geidi Prime, es como una especie de anti sol, un sol negro. Fue un proceso muy divertido de ir probando hasta llegar a eso».
Por supuesto, el salto del espectro de luz visible al infrarrojo no fue coser y cantar para todos los departamentos. La diseñadora de vestuario Jacqueline West se encontró con un inesperado problema, viéndose obligada a partir de cero y rediseñar el vestuario de los personajes que aparecen en Geibi Prime por culpa de un imprevisto que se encontró al empezar a rodar la escena y que contó en una entrevista con Variety.
«Algo que no sabía es que algunos tejidos se vuelven blancos inmediatamente [al grabar en infrarrojo]. Así que podías tener diferentes tejidos en un vestuario, y algunos serían negros con algún trozo blanco. Estoy segura de que hay un motivo en lo que respecta a los materiales. Sólo se que tuvimos que hacer muchas pruebas de cámara para asegurarnos de que todos vestían de negro, incluyendo a Feyd».
Tras recrear el coliseo partiendo de la inspiración del diseñador de producción Patrice Vermette, que usó como fuente de inspiración una extensión de tanques sépticos que vio mientras conducía, Denis Villeneuve y su extenso equipo moldearon un fragmento de ‘Dune: Parte Dos’ que, probablemente, termine convirtiéndose en el gran leitmotiv visual de la película cuando, si es que existe la justicia, comience a rascar nominaciones en la próxima temporada de premios.
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