Días atrás, el fotógrafo Marcos Azulay fue noticia al convertirse en uno de los dos argentinos que figuran entre los ganadores latinoamericanos de los Sony World Photography Awards 2024, uno de los certámenes de fotografía más prestigiosos del mundo. El otro es Nico Muñoz, que logró el tercer lugar con su serie Ecos del lago: Pescadores del desierto. Y Azulay se quedó con Premio Regional para América Latina, con una imagen de su hijo Felipe. “Me gusta la idea de la imagen que abre historias, que se corre de lo obvio”, dice ahora a Clarín Cultura.
Es de noche en Buenos Aires y puede que llueva otra vez. Marcos Azulay teclea las respuestas de un diálogo electrónico con este diario sobre una mesa de madera con patas pintadas de color rojo y, desde el exterior, tres perros y tres gatas lo miran. Puesto a definir su propia foto granadora, dice: “Es una especie de anti-retrato”.
–¿Por qué decidiste postularte esta vez al certamen?
–Es la segunda vez que me presento a los premios Sony con la gran alegría de haber recibido un primer premio este año y haber sido seleccionado en 2021 en la categoría profesional en proyectos documentales con un trabajo iniciado dos años antes que se llama A-Dios, que cuenta la vida dentro de una institución donde ingresan personas con expectativa de vida menor a seis meses y se las acompaña hasta que fallecen, brindándoles cuidados paliativos (no curativos). Ese proyecto me llevó a convertirme en voluntario en el hospice San Camilo, dónde se lleva a cabo esta actividad, tarea que sigo desarrollando una vez por semana desde 2019 hasta el día de hoy. Este año decidí presentarme con una sola foto en lugar de un proyecto grande como lo hice en 2021. Me gusta la idea de la imagen que abre historias, que se corre de lo obvio, y me sorprende de sobremanera que el jurado de los Sony Awards haya otorgado un primer premio a un retrato que rompe con la estructura básica ya que el modelo está de espaldas y no se le ve la cara. Una especie de anti-retrato.
–¿Podrías contarme la historia de esta foto y el proceso que determinó que fuera la que postulabas?
–Cuando miro mis fotos me es fácil saber cual tiene algo especial. Algo pasa. Es sutil pero ahí está. Ya sabés que es esa. El tema es que selecciono varias y me es indispensable poder tomarme el tiempo necesario para dejar decantar. Yo paso meses mirando un trabajo. Y retoco varias. Y me voy dando cuenta que esa que me había llamado la atención por su espectacularidad es superada por esa otra que tiene algo mas delicado, mas sincero, que pasa el tiempo y sigue hablando. Con Fidel venimos trabajando hace tiempo. El primer reconocimiento que obtuve en fotografía fue cuando empecé a concursar en 2021, en el Salón Internacional de Fotografía de Japón, con un retrato suyo. Construimos juntos los retratos. Ya es algo natural.
–¿Cómo construiste tu propia mirada como fotógrafo?
–La mirada va madurando, va encontrando su camino. Es importante no quedarse solamente en lo técnico. Trato, con las posibilidades que tengo, de ir un poquito mas allá. Y eso va modificando mi mirada. Me permite sorprenderme cada vez que vengo de hacer fotos. Me encanta esa sensación.
–¿Cuándo se cruzó la fotografía en tu vida y qué pasó que decidiste dedicarte a ella profesionalmente?
–Estudié la carrera de diseño gráfico en la UBA. En el ultimo año cursé la materia de fotografía. Para esa altura, eran principios de los 90, preinternet, si querías algo de diseño o foto, tenías que buscarlo en libros o revistas. Y estaba lleno. Ahí me fui enamorando de la fotografía. Pero pasaron muchísimos años hasta que decidiera estudiar mas activamente. Tuve la gran suerte de haber dado con la Escuela Nacional de Fotografía a cargo de Jorge Mónaco, un gran fotógrafo y excelente docente, también ganador este año de un primer lugar en Sony en la categoría profesional en portfolio.
No es fácil sacarle una foto a una persona que sabes que va a morir en unos días. Y mas difícil aun es estar retocando esas fotos cuando la persona ya no está más.
–Participaste de varias muestras en el exterior: ¿y en la Argentina?
–Apenas empecé a mostrar el proyecto A-Dios en concursos, obtuve muy buena respuesta arrancando con la nominación de Sony en 2021 y a los pocos días el POY Latam. Era mi primer proyecto y nunca antes había enviado nada a concursos. Así que después de ese recibimiento decidí seguir mostrándolo. Sobre todo por que también tenía, y aín tengo, un compromiso con todas las personas que posaron y con quienes compartí mucha intimidad en una etapa muy delicada. No es fácil sacarle una foto a una persona que sabes que va a morir en unos días. Y mas difícil aun es estar retocando esas fotos cuando la persona ya no está más. Cuando sentís la vulnerabilidad del otro tan a flor de piel, cuando te abren esa puerta, algo tenés que entregar. Tenés que hacerte igual de vulnerable. Ese intercambio te marca muy profundo. Esa foto no es cualquier foto. Y también está el compromiso con el hospice, con lo que ahi hacemos. Por eso yo sigo difundiendo. Y se viene moviendo mucho. Con premios, como la beca creación del Fondo Nacional de las Artes, y nominaciones en muchos concursos y festivales internacionales. Pero mi intención principal es moverlo acá, en la Argentina. Por que acá es donde necesita difusión. Acá es donde las personas tienen que enterarse.
Marcos Azulay básico
- Nació en la Argentina en 1971.
- Estudió la carrera de Diseño Gráfico en la Universidad de Buenos Aires, dónde trabaja como docente en diseño y morfología.
- En el año 2002, comienzó a desarrollar arte digital. Completó sus estudios en la Escuela Nacional de Fotografía, ENFO.
- Ganó premios en Japón, Bulgaria, Colombia y Argentina. Y participó en muestras en Uruguay, España, Colombia, Alemania, Japón e India.