El éxito no puede explicarse por la originalidad de la historia: el valenciano Pepe Celda fue asesinado en 1940 y enterrado en una de las miles de fosas comunes que la Guerra Civil Española dejó sembradas por toda la península. Sus familiares emprendieron una lucha de décadas para recuperar sus restos. El éxito tampoco puede explicarse por el género: difícilmente una novela gráfica agote los 40.000 ejemplares de la primera edición y avance sobre los 15.000 de la segunda. El éxito del cómic El abismo del olvido (Astiberri), ilustrado por Paco Roca con textos del periodista Rodrigo Terrassa es un inesperado bestseller del que habla toda España.
El ilustrador explica que aunque algunos de sus últimos trabajos tengan en apariencia una temática localista como la Guerra Civil española, reciben una buena recepción en el extranjero porque intenta que sus historias sean comprensibles para todo el mundo.
Roca, que se encuentra en Francia con ocasión de la exposición retrospectiva de su obra que le dedica el Festival de Cine Español de Nantes, espera que la editorial Delcour, que es la que ya le ha editado en el pasado, publique este año o el que viene El abismo del olvido.
En una entrevista telefónica con EFE, el escritor y dibujante valenciano confía en que también sea buena la recepción en Francia de este relato sobre la memoria histórica de la Guerra Civil, como ya lo fue la del anterior, Los surcos del azar, sobre la compañía de republicanos españoles que, dentro del Ejército francés, fue la primera en liberar de los nazis París en agosto de 1944.
Mientra Los surcos del azar para el público francés era «una historia compartida» con los españoles –cuenta–, El abismo del olvido (que salió a la venta en diciembre) aborda una temática aparentemente muy centrada en la historia de España.
La trama tiene por protagonista a una mujer nonagenaria llamada Pepica Celda, que consiguió en 2013 tras años de esfuerzos recuperar los restos de su padre, fusilado en 1940 al comienzo del franquismo y enterrado en una fosa común en Paterna, Valencia, para poder enterrarlo junto a su madre.
Roca está convencido de que esa historia española también puede calar en el extranjero y, de hecho, hace hincapié en que cuando trabaja intenta que «fuera de ese localismo, haya historias que sean comprensibles para todo el mundo».
Extrapolable en el espacio y el tiempo
Porque más allá de su localización precisa, con ese cómic habla de «los movimientos totalitarios» y de un tiempo en que había «una polarización muy fuerte en la que trataban de eliminarse a los que no pensaban como tú»; y eso puede extrapolarse a otros lugares y también al presente.
Él piensa en todo eso, en «cómo se van a leer (sus) historias en otros lugares» a partir de un asunto como este, que genera mucho debate político y mediático, sobre el que tiene un juicio bastante severo y que le da «mucha vergüenza» cuando lo analiza.
Es muy surrealista que haya en España gente que se opone a que saquen a los familiares de otros de una fosa común.
Señala que cuando en Francia lo intenta explicar, por ejemplo al dar una entrevista, le parece «muy surrealista» que haya en España «gente que se opone a que saquen a los familiares» de otros de una fosa común. La razón que ve detrás de esas polémicas y de la politización de la memoria histórica es que «es un tema que da votos o que quita votos».
Insiste en que mientras en ocasiones se critica a los autores de cine o de cómic por abordar la guerra civil y la memoria histórica, en realidad son los partidos políticos, sobre todo la extrema derecha, la que lleva esos temas en sus programas y los primeros interesados en explotarlos.
Pero también en que si se mira con perspectiva, uno se da cuenta de que esa polémica «es un absurdo» que «no tiene ningún eco en la sociedad».
Para ilustrarlo, dice que en Valencia se han exhumado miles de cuerpos de las fosas comunes y «no se ha roto la sociedad, no se ha partido España, no se han reabierto heridas»; incluso algunas personas inicialmente indiferentes u opuestas a la memoria histórica cuando han leído su cómic su reacción es que no tienen nada en contra de que Pepica Celda pueda recuperar los restos de su padre.
Sentar a Mariano Rajoy con Pepica Celda
Por eso dice que le gustaría sentar en una misma mesa a Pepica Celda y a Mariano Rajoy, que cuando era presidente del Gobierno vació las partidas presupuestarias para desenterrar víctimas del franquismo en las fosas, porque así se vería que «esta mujer no quiere ninguna revancha».
Preguntado sobre si va a seguir en esa misma vena de temas con una dimensión histórica, responde por una parte que le gustaría cambiar y que lo hará «en el futuro». Pero ahora sigue, aunque «de una forma mucho más ligera, con «una aventura sobre Catwoman en la Guerra Civil» española.
Con información de EFE.