El cambio de coordenadas habilitó la pregunta. Con recortes en todas las áreas de Cultura y Educación, ¿qué va a pasar con Bienalsur 2025? La quinta edición de la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo del Sur, organizada en el marco de la Universidad de Tres de Febrero (Untref), acaba de cerrar la convocatoria abierta para su edición 2025. Recibieron casi tres mil proyectos de artistas y curadores, de todos los rincones del planeta, que tras una selección formarán parte del evento que se realiza en simultáneo en múltiples locaciones durante el año próximo.
“Las cosas no solo se hacen con plata, sino que es una herramienta más, pero hay que tener la inteligencia para pensarlas, proyectarlas, planificarlas”, define en entrevista con Clarín Cultura Aníbal Jozami, director de Bienalsur y hace un año rector emérito de la Untref, una de las universidades públicas que atraviesa los ajustes presupuestarios por falta de actualización.
Diana Wechsler, vicerrectora desde entonces, cuando Martín Kauffman asumió como rector, confirma que han sostenido todas las actividades del área de Arte y Cultura de la universidad, desde congresos internacionales hasta la presencia del pensador francés Eric Sadin, “haciendo piruetas”. De qué se trata la dinámica alternativa para seguir adelante, conversamos en la “sala Berni” de Jozami, apasionado coleccionista.
–En este escenario, ¿cómo es posible Bienalsur 2025?
–Diana Wechsler: En la medida que trabajamos con proyectos internacionales tenemos acceso a otros fondos. Cuando decimos que trabajamos de manera colaborativa y en red no es un mantra, es absolutamente real. Pero conceptualmente, Bienalsur decide seguir sosteniendo su proyecto porque creemos que es un aporte.
–Aníbal Jozami: En otras palabras, podemos decir que Bienalsur es más necesaria que nunca.
–Llevan 26 años de ventaja con la universidad pero, ¿cómo funciona para que un proyecto de esta dimensión tenga financiamiento?
–A.J.: Hacemos un trabajo muy intenso con las instituciones de muy diversos países y de diversa entidad, desde un pequeño país que quiere participar y que está dispuesto a poner una determinada cantidad de plata hasta organismos internacionales con los que tenemos contactos y que nos pueden hacer donaciones. No hay una organización internacional que ponga toda la plata necesaria para hacer Bienalsur, pero hay infinidad de instituciones que aportan fondos, nosotros nos presentamos en los concursos y recolectamos todos esos fondos.
–¿Qué ha sobrevivido de las instituciones argentinas?
–A.J.: Al proyecto de Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires nos hemos presentado y ganamos varios. Son fondos que van a Bienalsur 2025. Esto era más difícil en la primera edición, pero ahora es mucho más fácil hablar con las instituciones para aportes o para co-financiar los gastos de las muestras que se hagan en sus instalaciones. No hay absolutamente ningún secreto, quizás el único sea la fuerza, el empeño, la voluntad y el tiempo que ponemos en el proyecto.
–¿Cómo fue la respuesta de las instituciones públicas nacionales, provinciales o locales, que históricamente fueron sede de Bienalsur?
–D.W.: Apelamos a las instituciones con las que venimos trabajando para que nos ayuden en la difusión y con mucho entusiasmo se sumaron a celebrar que seguíamos adelante, a preguntar agendas y ensayar opciones. En la base de Bienalsur está el deseo y el diálogo para encontrar la manera de que ocurra.
–¿Y por qué dicen que Bienalsur es más necesaria que nunca?
–A.J.: Cuando creamos Bienalsur creíamos que había lugar para algo nuevo, para lo distinto, para enfocar el arte de otra manera. La existencia de Bienalsur ha demostrado que esa idea no era equivocada. Sobre lo de “más necesario que nunca” podría aplicarse a la Argentina pero también a la situación del mundo. Sigue siendo nuevo unir artistas que conocimos a través de los llamados abiertos, con artistas más reconocidos, situándolos en el mismo nivel. Lo mismo con las instituciones: desde los museos más importantes y representativos de cada uno de los países hasta pequeñas entidades provinciales o regionales.
–D.W.: Además de esta política de horizontalidad de Bienalsur, todos sabemos que el mundo está extremadamente polarizado, y la aspiración de Bienalsur es poder crear esta gota de agua en los océanos que ponga en suspensión, por un rato, esa intolerancia, esa incapacidad de escucha de pensar en el lugar del otro.
Hay cosas que deberían haberla hecho gobiernos y que terminamos haciéndolas nosotros.
–A.J.: Y no es que querramos subrogar al Estado, pero hay cosas que deberían haberla hecho gobiernos y que terminamos haciéndolas nosotros. Por ejemplo, con un artista jovencísimo seleccionado en el open call hicimos una escultura de María Remedios del Valle, y gestionamos con el gobierno de Senegal para que la emplacen en el Monumento al Renacimiento Africano, el más importante de toda el África. Así también hemos estado en una reivindicación de los quilmes calchaquíes que fue impresionante.
–D.W.: Pero también en los lugares menos atípicos Bienalsur construye otras dinámicas.
–Es interesante lo de las dinámicas en este momento en que los discursos dicen que no habrá más teatro porque no hay plata, ¿la cultura se termina?
–A.J.: Bueno, las cosas no solo se hacen con plata. La plata es una herramienta más, pero hay que tener la inteligencia para pensarlas, proyectarlas, planificarlas. No todo es plata, en la vida. Porque no haya plata, ¿qué vamos a hacer, a cerrar el país? ¿Y nos vamos a dónde?
–Hubo una presentación de Bienalsur en la Unesco, ¿cómo fue esa experiencia?
–A.J.: Fue espectacular por el entusiasmo que despertó. La directora general, Audrey Azoulay, nos recibió en la Asamblea General el día de los presidentes y había una cantidad inmensa de Jefe de Estado y ministros. Fueron muy emotivos los discursos sobre Bienalsur y el reconocimiento. Sentir que estamos haciendo algo que ha adquirido una importancia mucho mayor de la que nos hubiéramos podido imaginar cuando lo pensamos.
Ocupamos espacios que no están previstas para el arte contemporáneo.
–D.W.: Esa otra de las maneras en que trabaja Bienalsur: ocupamos espacios que no están previstas para el arte contemporáneo, porque puede adaptarse a lugares que no tengan todas las condiciones del museo.
–A.J.: Y a partir de allí nos invitamos a organizar una exposición en Mondiacult, que es la Asamblea Mundial de la cultura que se va a hacer en Barcelona, en el segundo semestre de 2025.
–D.W.: Unesco nos invita a la Asamblea General porque Bienalsur trabaja con diversos horizontes. Y nos pide una muestra vinculada a la cultura africana, porque estuvimos allí.
–Son todos temas muy vigentes, de la llamada agenda Sur, que son los de Bienalsur desde que nació y que ahora ocupan un lugar central: es la agenda de Adriano Pedrosa en la 60° Bienal de Venecia.
–A.J.: Exactamente. La obra que más representa el espíritu de la exposición en Venecia, así lo dijo el curador, es “Dios es inmigrante”, que Mariana Tellería hizo como site specific para el Hotel de inmigrantes en Bienalsur 2017. Se hizo una réplica para exhibirla en Venecia y ocupa el espacio principal a la entrada porque es la que simboliza lo de extranjeros por doquier. Y hay varios pabellones de Venecia con obras que tienen mucho que ver con Bienalsur. Hay una fascinación por el arte del sur.
–D.W.: La convergencia es muy fuerte.
–¿Y a qué lo atribuyen?
–D.W.: Cuando pensamos Bienalsur lo hicimos a partir de preguntas. ¿Siempre va a ser así? ¿Por qué no jugamos otros juegos? ¿Por qué no damos vuelta la estructura y empezamos de abajo hacia? ¿Por qué no le preguntamos a los artistas de qué quieren hablar? ¿Por qué no nos hacemos una búsqueda que exceda la del mercado de los highlights y encontramos de otra manera a los artistas que puedan participar? Es como la mirada de género: cuando la instalás resulta que desde este punto de vista todo empieza a verse distinto.
–A.J.: Un poco lo que está pasando en Venecia es que el arte del Sur está teniendo una figuración internacional que antes no tenía. Cuando empezamos, decíamos que estábamos cansados de ir a los museos del Norte y que los artistas que nos gustaban no estuvieran ahí, o de ir a las bibliotecas del Norte y que los escritores que nos interesaban no estuvieran. Bueno, cambiar eso fue uno de nuestros objetivos y de alguna manera se está cambiando. Solo Dios dirá cuando hemos tenido que ver nosotros con eso, pero la realidad es que se está cambiando.