Nuevas formas de exhibición, urgentes, aceleradas, disruptivas o, simplemente, la emergencia en contextos de crisis. El formato Pop up, en el sentido de una experiencia que se extiende en un determinado y escaso tiempo, fue el elegido por la galería salteña BaC, Espacio de arte para comenzar a abrirse paso en la Ciudad de Buenos Aires.
Dirigida por Matías Bassani y Rosario Cornejo, el pasado 10 y 11 de abril se llevó a cabo el primero de los cinco encuentros que planean para este año en Buenos Aires.
Se accede con invitación previa y se llevan a cabo gracias a la colaboración de mecenas y coleccionistasde arte que prestan su domicilio para exhibir las obras de la galería, mayormente representada por artistas de la región, a las que en esta ocasión pusieron en diálogo con los grandes maestros del arte concreto, madí y algunos geométricos que tenían base en Buenos Aires.
El método Pop up trabaja sobre la idea de la exclusividad y la finitud de una propuesta diferente y novedosa. Las galerias buscan, por medio de los espacios temporales, crear expectativa y salirse de los formatos tradicionales como forma de posicionamiento.
Más que empanadas
“La idea que tuvimos para hacer este evento fue que Salta no sea solamente conocida por sus empanadas, folclore y peñas, sino también por su riqueza plástica, poética y literaria muy buena, de una calidad extraordinaria”, explica Bassani durante la primera reunión en un exclusivo departamento del Palacio Estrugamou a la que tuvo acceso Clarín Cultura.as
Los galeristas pusieron a dialogar obras que van desde la década del 30 hasta los 2000 realizadas por artistas salteños o que se instalaron allí, con otros ya consagrados, que trabajaron principalmente en Buenos Aires.
«Hay un cambio en la pintura de Salta entre el siglo XIX y el siglo XX muy marcado. Pasamos de pintar iglesias, santos y retratos familiares, de campo o escena campestre a Luis Preti y su grupo, que marcan una ruptura”, explica.
Además de Petri, BaC expuso dos surrealistas más, el salteño Osvaldo Juane y el jujeño Eolo Pons, con obras que datan de los años 40, 50 y 60.
Cerca de ellos, un óleo de 1978 de María Martorell, artista que fue seleccionada por el curador de la Bienal de Venecia recientemente inaugurada, el brasileño Adriano Pedrosa, para participar de la exhibición general titulada «Extranjeros por todas partes» con una obra perteneciente al porteño Museo Sívori.
Junto a éstos se destaca también Mariano Cornejo con cinco de sus geometrías que datan entre los anos 2017 y 2019.
Pons, explican los galeristas, viró del surrealismo a la figuración y con este giro posiblitó la creación de un pequeño registro en clave artística de la vida cotidiana jujeña al elegir pintar el paisaje local, las personas y las situaciones familiares que lo rodeaban.
Tres artistas porteñas
En dialogo junto a ellos, tres artistas porteñas: Gabriela Aberastury, con dibujos, óleos y composiciones, con su particular mundo simbólico para expresar sus sentimientos e ideas; Lucrecia Orloff con estampas litográficas, xilográficas y aguafuertes/tinta, de sus series de Cebras, Teatro Colón y Circo, donde no solo se expusieron sus grabados, sino también el soporte de piedras litográficas, tacos y chapas, realizadas en la década del 2000; e Inés Vega que introdujo a su mundo oníricos con dos dibujos de grafito sobre papel y cuatro “esculturas blandas” realizados en estas últimas dos décadas.
Para el capítulo porteño los galeristas invitaron al marchand Gonzalo Vidal, encargado de la selección de obras que dio un pantallazo de lo que sucedía en Buenos Aires en paralelo a Salta. La línea temporal inicia en la década del 40 con exponentes del arte concreto, como Juan Melé y Raúl Loza.
Del movimiento madí se exhibieron dos obras de Carmelo Arden Quin y de Manuel Espinosa que se inicia con los concretos junto una obra de Carlos Silva, que conjuntamente con Ari Brissi fueron parte del movimiento arte generativo.
Vidal completó la selección de obras de artistas porteños con trabajos de Victor Magariños, pertenenciente al grupo Arte Joven, pero con una impronta muy individual, y del maestro Roberto Aizenberg, que navega dentro de la metafísica y el surrealismo.