Ella era Bonnie, de estatura pequeña, apenas 1,50 metros. Había nacido en Texas, pero cerca de la ciudad de Dallas. Su madre era costurera. Bonnie abandonó la secundaria para casarse con un joven llamado Roy Thorton, quien poco tiempo después acabaría en prisión casi de por vida. Desde su adolescencia, Bonnie escribía y se consideraba poeta.
Él era Clyde, 1,70 metros de altura. Provenía de una familia humilde de siete hermanos y tuvo una infancia marcada por la delincuencia juvenil, entrando y saliendo de distintas prisiones por delitos menores y robos de autos. Durante su estancia más larga en prisión, mató a golpes a otro recluso que lo violaba. Apenas siete días después de que le otorgaran la libertad condicional, se cortó dos dedos del pie para evitar los trabajos forzados.
Pasaron a la historia como una pareja de ladrones que asaltó bancos y comercios chicos y asesinó a lo grande. Popularizados por una excelente película que glamorizaba aún más a la pareja original con los jóvenes y hermosísimos Faye Dunaway y Warren Beatty, se volvieron universales. Sin embargo, lo que aún es desconocido por muchos, es que se escribían cartas y poemas de amor.
Bonnie & Clyde: modern love
Se conocieron en la casa de una amiga de Bonnie cuando ella tenía 19 años. El flechazo fue instantáneo. El sangriento recorrido de Bonnie Elizabeth Parker y Clyde Chestnut Barrow se extendió desde principios de 1932 hasta mayo de 1934. En ese momento, fueron acribillados por seis policías de lo que más tarde se convertiría en la agencia gubernamental FBI. La necesidad de poner fin a la vida de los amantes asesinos se había convertido en un asunto de importancia nacional y estatal.
Este fue el fin de la pandilla que había cobrado la vida de 13 personas, tanto civiles como policías. Bonnie y Clyde fueron hijos del inmenso estado de Texas y de la Gran Depresión que siguió al crack de Wall Street. Encarnaron un romanticismo de bandidos del siglo XIX trasladado al siglo XX. Eran héroes fuera de la ley, un fenómeno que, según el historiador inglés Eric Hobsbawm, surge de las sociedades que “producen riqueza y pobreza… sujetos que imponen reglas y sujetos que las cumplen”, como afirma en su libro Rebeldes primitivos.
En los estertores de la pobreza americana de la Gran Depresión, enemigos públicos número 1 como John Dillinger y Pretty Boy Floyd tenían el look y el sobrenombre perfecto. Bonnie & Clyde portaban “la belleza americana”.
Y, sin saberlo, como si previeran que la explosión del cine, la fotografía, la radio y los diarios revolucionarían la comunicación, aún confiaban en la palabra escrita a puño y letra.
Cartas y poemas de amor
“Nadie luce tan sexy y fotogénico junto a un Ford V-8 robado o cuando porta una ametralladora”, podrían haber dicho la pareja Clyde y Burrows. Eran amantes de la imagen, como jóvenes de la generación Z, y se hacían tomar fotos por la hermana de Blanche Barrow, artista amateur y cuñada de Clyde.
Bonnie, además, escribía poemas. Todos ellos, junto al breve epistolario de la pareja, están editados en español en el libro Wanted Lovers. La ferocidad de la pareja contrasta con los comienzos de las cartas de ella, que suelen comenzar con un “Hola precioso, sólo unas líneas esta noche: ¿Cómo le va a mi niño?” o “Queridísimo amorcito”.
Él, a su vez, comienza con “Para mi hermosa y dulce esposa” para luego firmar “Tu marido que te quiere” (a pesar de que nunca se casaron y Bonnie murió con su anillo de bodas de Roy Thorton).
En algunas de las poesías de Bonnie pueden percibirse las penas de la pobreza desde los arrabales de Missouri o Texas donde vivió. Se la podría imagina como una diva del blues a lo Billie Holiday (o una Tita Merello de armas tomar) al leer su poesía «La chica de la calle»:
Así que ya lo ves ¿no es cierto, querido? / Me casaría ahora mismo si pudiera / Y volvería contigo al campo / Pero sé que no serviría de nada / Porque no soy más que una pobre mujer marcada / Y no puedo enterrar mi pasado.
El legado de Bonnie & Clyde
El poema “La historia de Bonnie and Clyde», de Bonnie Parker inspiró la encantadora canción de Serge Gainsbourg “Bonnie & Clyde”, cantada junto a Brigitte Bardot. Lo que asaltó fueron las radios, y se apoyaba en el poema original de Bonnie Parker que finaliza así:
Algún día se irán a pique juntos / Y juntos descansarán sus cuerpos para siempre / Habrá unos pocos afligidos / Para la ley será un alivio / Pero para Bonnie y Clyde será la muerte.
No solo la película de Arthur Penn y la melodía de Gainsbourg se han convertido en clásicos contemporáneos, sino que el legado de la pareja, tanto violenta como romántica, continúa resonando hoy en día. Este legado es evidente en los amantes cinéfilos y outsiders de True Romance, una película dirigida por Tony Scott con un guión de Quentin Tarantino, y en la reciente Love Lies Bleeding protagonizada por Kristen Stewart. Un neo-noir y, posiblemente, una interpretación queer de Bonnie & Clyde centrada en el amor lésbico, con fugas constantes.
Es la fuerza del pulp. De Jim Thompson a Elmore Leonard. O simplemente “inspirado” enhechos reales. Lleno de sexo, amor ilícito, coches veloces y violencia, tiene la complejidad de una hamburguesa y es exquisitamente americano. En este caso, además de las fotos, canciones y películas, se ha impulsado con poesías y cartas. Como si el amor, o la palabra escrita, fueran siempre un hecho extraordinario. O, en palabras de una carta de Clyde a Bonnie desde la cárcel:
Acabo de recibir tu carta y fue toda una sorpresa. Casi no podía creer lo que veían mis ojos cuando descubrí tu letra en el sobre: así que la tomé y me quedé mirándola de cerca. Para saber que era tuya.