Un auto de carrera: reencontrarme en la casa de mi papá en 9 de Julio con un juguete que él me había regalado en los años 60, un autito de TC. Él estaba por fallecer, en sus últimos días. Miraba mucho cine argentino él, de los 40, de los 50, de los estudios. Y fue esa la inspiración” dice Néstor Montalbano a la hora de definir la base de su Las corredoras, el estreno que sale de la norma del cine argentino y que aprovecha, con creces, las posibilidades que brindan Diego Capusotto y Carola Reyna, además de un gran elenco. Montalbano es el nombre que ha firmado nuestra comedia desde producciones de TV como Cha Cha Cha y Todo x 2 pesos, o films como Soy tu Aventura, Pájaros volando, Por un puñado de pelos y No llores por mí, Inglaterra, entre otros. Y suma: “Quise homenajearlo si se quiere a él, a mi padre, ya que él me acerco a nuestro cine argentino. Así que fue una motivación muy sensible para mí en ese aspecto. Eso me llevó a una visión rápida: ¿qué veía yo? Mi señora me llevó a un parque en 9 de julio, y me dice ‘bueno, hagamos esa película ¿qué estás viendo?’. Yo le digo: como en el cine argentino clásico, ¿te acordas que siempre iba una señora pérdida con un hombre pérdido en auto? Y de repente se le queda el auto, y tiene que pedir ella socorro en una estancia. Y la que sale es Capusotto vestido de Evita, con un rifle. Bueno, no, es Sully Moreno, es Joan Crawford. Fue ir al cine de esa época”. 

Entonces, aparece ahí, como siempre en su obra, la confianza a Diego Capusotto, el cómic y actor: “Le confíe totalmente a Diego Capusotto. Era un lugar para explorarlo mutuamente. Me generaba la seguridad que iba a tener esa identidad argentina que en aquellos ejemplos te daban solamente las grandes divas, siendo un hombre travestido obviamente. Me daba el tono perfecto. Él me lleva mucho al ser argentino, a Discépolo, a Guillermo Battaglia, a Marrone, a lo popular desde decodificar al idiosincrasia. Somos la misma generación, la misma edad. No hubo especulación de ponerlo a hacer varios personajes para vender eso”. 

—¿Qué aparece en la película, en una película tan pensada, que te sorprende?

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

—La parte emocional. Darme ese lugar. Siempre tuve mucho prejuicio con eso, y cuando me di cuenta que lo que estaba haciendo era un melodrama, me dijo “yo no me la pierdo”. Ahí focalice y puse acento en esas escenas emocionales. Tampoco es una comedia, si no que gravita sobre algo gracioso. No se regala. Se viste de época, te cuenta de época, tiene sonrisa, pero sabe conjugar drama y comedia. Hay escenas de ella sacando toda su pesadumbre, y él genera algo gracioso. Diego desde el drama, de los psicopata del personaje, logra que caiga simpático. 

—¿Qué difícil fue hacer una película que saluda una era, una forma de filmar, y lidiar con ese modelo de producción?

—Como lo hago siempre, poniéndomela encima. Yo sé que me pongo en algo pretencioso pero lo resuelvo yo. Los cuadros que ves los pinte yo. Los vestuarios previamente al vestuarista los busque yo, haciendo un relevante del cine argentino y de Hollywood. Y así, estar encima de todo, como cuando hacía Super 8. De hecho, la música la hizo mi hijo. El guion con mi señora. Mi yerno y mi nuera me ayudan. Todo muy familiar.

—¿Qué te gusta contar?

—Depende de qué momento, nunca imaginé que iba a hacer una película así, y salió. Lo que me gusta contar son fábulas que se alejen de una realidad, pero que remitan a ellas. Siempre de un modo amable, abordando con un poco de ternura hasta a los personajes más impiadosos. Me gusta contar lo que somos. No dejo de mirar eso como artista. Mi vida es eso, mis ojos es ver cómo la realidad puede ser una película. No me tomo demasiado en serio las cosas. Es un poco inconsciente. Yo no me planteo hacer humor, es instintivo. No voy a buscar el chiste, el gag, es la visión sobre la vida.

—¿Qué sentís que puede hacer el humor?

—Unirnos un poquito más. Sacar toda esta tensión. El humor es lo único que puede resolver eso, ponerle un poco de ironía, resolver eso. También uno se plantea que la película no esté dentro de una grieta, y no importa la idiosincrasia y la ideología de los actores, que es lo que se esta promoviendo. Es triste, un artista no tiene que ver con el subsidio y con todas las pelotudeces que se están hablando. Como se busca incorporar esa negación a nuestro pasado, a nuestra identidad, no aporta nada nuevo. El ser humano en toda su historia, de acá a Malasia tiene dos conflictos: el culo y el dinero. Todas las películas están construidas en base a eso, por más que le busques la vuelta. Entonces, bajemos un poco los flap. No hay mucho misterio. Con esta película me gustaría acariciarle el corazón lo que más pueda a los que están de un lado y del otro. Creo que es una sucesión de consideraciones esta película, todo hemos estados considerados para hacerla. Sería bueno que el público considere nuestro cine.

—Sobre todo porque es un momento para considerar a nuestro cine…

—Pero, claro, sí. La nobleza de nuestro cine, que viene desde esta época que saludamos, y otros, Mirta Legran, Alfredo Alcón, Torre Nissan, y más. Pecamos de una visión festivalera, son todos lobby esos festivales. No me la creo. Tenemos que hacer cine para nuestra gente, sin preguntarnos tantas cosas. La gente se aburre, llega un momento que tira todo a la mierda y se suicidó. El país se ha suicidado, y hay que volver a recomenzar. Hya que poner todo en cero, y volver a creer, reestructurar, es un momento de reflexión, de que nso interpelamos; pero no tirar, no subestimar, se maneja todo con mucha violencia. La gente zigzaguea. En un punto lo encontró con todo esto nuevo, y eso es mundial. Pero se busca un nuevo lenguaje, y los pibes que los pueden encontrar están todos dormidos dentro de su casa haciendo lo mismo. 

—¿Es un acto político sentarse a ver una película argentina?

—Claro pero ¿estamos todos locos? ¿Qué nos pasó? Las corredoras nace de que película quiero ver. Creímos con mucha convicción que es la película que queríamos ver. El cine depende de como lo usas, pero a través de una visión deformada te muestra una realidad. Sea drama, humor, o lo que sea. Hoy perdió esa capacidad de magia, si no que se habla de una realidad calcada. Pero las películas que funcionan son las que hablan de esos dos temas que te dije. 

—¿Qué los une con Diego, considerando lo que han hecho juntos?

—Lo generacional y sentir esa esencia argentina desde lo artistico. Sentir que tenemos una identidad. Cuando hablamos como amigos, hablamos siempre haciendo referencia a eso, a lo que nos han transmitido nuestros ancestros. Somos inclaudicables en ese sentido. Haber hecho una película más me conmueve. Fui a una profundidad tan grande desde lo que es el cine para mí, que siento que hice casi todo. La filmé muy rápido, muy justo, con una semana de Covid, a una carpa de los actores. Un día la llame a mi señora llorando por la impotencia, por todo lo que no podía resolver. Volví a mi Néstor de los 11 años que hacía películas en cine graf y en cine 8.

—¿Qué te gustaría seguir contando?

—Le acabo de decir a Carola Reyna, estoy enamorado en el sentido artístico. Le dije que ya tenía próxima película. Te hablo desde el humor. Siempre hable desde el humor. Desde que hacía televisión. Ahora la comedia la veo en otros géneros, incorporada a panelistas, a otras cosas. Hemos pérdido el humor, nos ha ganado la cara de ojete. El humor no tiene la admiración del drama. Ahora dan otra vez Todo x 2 pesos, y lo veía y pensaba “que fiesta”. Aquello se hizo desde la pureza y desde la inconsciencia también. La consigna era divertido. El productor diciendo no hacen rating pero me dan prestigio. Y a Diego lo saludaban todos al otro día. Lo mismo pasó con Cha Cha Cha, hoy los pibes tienen que salir a hacer algo distinto. La música suena todo igual, no hay melodía, no se entrega al compromiso emocional, hay miedo al amor, no se pegan. Están distantes.