Hubo un tiempo en el que el ghostwriting requería de que el escritor real de un libro permaneciera en las sombras que proyectaba la firma del supuesto autor. En el caso de No va más: Una biografía de Cayetano, escrita por Mauro Libertella (Orsai) el artificio queda saludablemente a la luz porque uno de los autores jóvenes más interesantes del momento adopta la primera persona para darle voz al popular conductor (cuyo nombre es Nicolás Cajg) para que diera cuenta de los años más oscuros de su vida, esos que vivió atrapado por la ludopatía.

No solo la firma de Libertella está a la vista sino que también todo el proceso de investigación que da origen a este libro. Un código QR en las páginas finales abre la puerta a un canal de YouTube en el que se alojan las doce entrevistas que el escritor le hizo al protagonista de esta historia y personas cercanas.

Todo empezó con una confesión. No era la primera. Cayetano ya había hablado sobre su adicción a las apuestas con su novia, con su familia, con su terapeuta y las novias y terapeutas que se fueron sucediendo en el tiempo. Pero tras algunas recaídas, después de perder el departamento en el que vivía, al final del camino en Jugadores Anónimos, entonces usó el micrófono de Perros de la calle, el programa radial del que formó parte durante casi una veintena de años. Y contó.

¿Dónde comienza una adicción? Cayetano se lo pregunta, desde la escritura de Libertella, varias veces en el libro. No hay respuesta, claro, pero sí hay piedras que construyen caminos. En su familia, el juego era cotidiano. “Sus padres eran así, de ir al bingo, al casino, mucho póker por plata en las reuniones con amigos, y que lo llevaban al hipódromo desde chico”, anota Hernán Casciari en el prólogo del libro.

Hagan sus apuestas

Primero, fue eso, aprender a jugar en casa. Luego, en la primaria, la cosa avanzó: “Me aficioné a armar torneos de ping-pong en el recreo, juntando las mesas para que quedara una sola tabla larga, las cartucheras en el medio como red, un peso la participación, el que ganaba se llevaba todo. Fui el dueño de mi propio casino. Que se llenaba de gente. Era todo muy lúdico, y quien me viera de afuera podría decir que lo que allí ocurría era sano: ¡un chico jugando! ¿Hay algo más puro? Sin embargo, supongo que ya se estaba germinando algo”, recuerda.

Cayetano.Cayetano.

La postal aparece ahora de manera cotidiana en las aulas. No son mesas sino celulares donde se dirimen las apuestas. La ludopatía campea por las escuelas y docentes y familias no saben cómo enfrentar esa adicción que avanza sobre la infancia.

Un relevamiento de la consultora Opina Argentina asegura que el 16% de los jóvenes consultados reconoce que realiza apuestas online: “Los hombres (11%) son más propensos a esta práctica que las mujeres (5%) y son los jóvenes quienes más apuestan”, puntualiza el informe. Además, uno de cada tres de los encuestados tiene algún conocido que sufre de ludopatía.

Pero apostar es una cosa y la ludopatía es otra. Según el estudio, “la adicción al juego implica que las personas son incapaces de resistir los impulsos a jugar y el crecimiento de las aplicaciones y sitios de apuestas ha llevado a aumentar la cantidad de casos porque también creció la accesibilidad a este tipo de espacios virtuales”.

El Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos estima que unos 19 millones de personas juegan frecuentemente, mientras que 7 de cada 100 argentinos pueden ser considerados adictos.

El casino y las deudas

A Cayetano el casino le complicó las cosas. “Empecé a mostrar una conducta más border, por fuera de lo que puede ser el comportamiento de un jugador social. Un jugador social es alguien que lleva mil pesos, los juega y se acabó. Yo quizás llevaba mil pesos, perdía y le pedía a un amigo mil más. Los perdía. Y entonces se empezaba a activar la rueda tóxica del endeudamiento”, recuerda en el libro.

Las deudas son como las matrioshka, esa sucesión de muñecas rusas que siempre esconden una más pequeña adentro. Con la plata del juego pasa lo contrario: cada deuda genera otra más grande y luego otra exponencial y así. Cuando se quiso dar cuenta, Cayetano estaba entregando las llaves de su departamento, un regalo que su abuela, tras una vida muy sufrida, había decidido heredarle a cada uno de sus nietos.

El periodista debía el equivalente a unos 80 mil dólares, de manera que –con el asesoramiento de su familia– entendió que la única alternativa era traspasar la propiedad al tomador de apuestas y librarse así de una deuda que era sencillamente imposible de saldar. Luego, haciendo cuentas, estimó que lo que el juego le había consumido era el dinero equivalente al valor de tres departamentos.

No va más, el libro de Cayetano editado por OrsaiNo va más, el libro de Cayetano editado por Orsai

¿Por qué jugaba Cayetano? ¿Por qué juegan tantos chicos y adolescentes? Porque pueden. El periodista lo explica así: “Hoy encendemos la televisión para ver un partido de fútbol y hay publicidades de diez páginas diferentes de apuestas, de manera legal. Periodistas de prestigio promocionando sitios de apuestas, jugadores que esperan para patear el córner de modo que el relator pueda vender una página de apuestas. Se convirtió en algo natural, y es terrible”.

Cayetano perdió plata. Un departamento. Tiempo encerrado pendiente de tal o cual partido. Novias y relaciones. Oportunidades laborales y profesionales. Cambió varias veces de terapeuta. Mintió y mintió y mintió. Y sufrió muchísimo.

No hay vida normal

“No hay vida normal cuando se transita una adicción. No hay manera de concentrarse, de prestar atención, de escuchar a los demás. La adicción es un pozo sin fondo que se consume todo lo que pasa alrededor. Uno siempre está pensando que debe mucha plata y a qué le va a apostar para recuperarla”, explica el conductor en No va más.

Pero no, no se recupera. Eventualmente, alguien puede ganar alguna vez. Pero la normalidad es perder. Tras la salida del libro, Cayetano fue invitado varias veces a hablar de ludopatía en las escuelas. Suele aceptar porque cree que es importante visibilizar el tema.

“Es un problema que está creciendo de manera incontenible, y sobre el que había que hablar mucho más. En la época de los trabajos precarios y las crisis financieras, muchos convierten las apuestas deportivas en una posibilidad de tener un ingreso fácil. No hace falta que advierta que eso siempre termina mal”, escribe Libertella para darle voz al periodista.

No existen los finales felices. La adicción es una jaula que ocasionalmente abre la puerta pero de la que es muy largo, trabajoso y siempre doloroso salir. “Solo por hoy”, proponen en Jugadores Anónimos y esa sumas de hoy con otro hoy y otro van construyendo un camino. Ese es el que recorre ahora Nicolás Cajg y No va más es una brújula que comparte para quien la necesite.

No va más: Una biografía de Cayetano, escrita por Mauro Libertella (Orsai)