Nadie sale ileso luego de adentrarse en la escritura de la poeta norteamericana Anne Sexton (1928-1974). ¿Por qué? Bueno, es un tipo de autora que se mete con los temas que aún al día de hoy siguen quebrando una existencia y pueden volverla un infierno en la tierra: la locura sin épica, los intentos de suicidio, el tránsito por instituciones psiquiátricas, el alejamiento y la muerte de los seres más queridos.

Con ese material (entre otros territorios que irá habitando y que luego amplificarán su poder inolvidable de irradiación), Sexton edificó una torre poética que todavía sigue siendo relevante y visible para las nuevas generaciones de poetas. Escribe al final del poema “Simulacros de ahogamientos” (fechado en agosto de 1962 y está en Vive o muere, libro por el que ganó el Pulitzer en 1967): “¡Respira!/Y sabrás…/una hormiga en un frasco de chocolate,/hierve/y te rodea./No hay nada nuevo en el miedo/pero al final es el miedo/lo que te ahoga”.

Leerla quema

Sus niveles de intensidad son muy altos y profundos. Leerla quema como mirar de cerca un volcán. Dijo en una entrevista (que se encuentra en YouTube) sobre sus poemas: “Sabes, en vez de crear belleza creo monstruos”. Eso se llama lucidez sobre la propia obra.

Ahora, para comprenderla mejor, acaba de llegar a la mesa de novedades su Poesía completa (Lumen). Y es una oportunidad para aproximarse una voz contundente y conmovedora que definió una parte de la poesía norteamericana de la segunda mitad del siglo XX y que su imaginario (estético, perceptivo y aurático) llega hasta nuestros días.

Pero antes de la llegada intempestiva de la poesía había otra vida. Al principio fue solo Anne Grey Harvey y nació en 1928 en Massachusetts en el seno de una familia protestante. Pasó por distintas primarias y secundarias (acá es cuando escribe sus primeros poemas y abandona la escritura) y antes de cumplir los 20 años se fugó con Alfred Muller Sexton II (de sobrenombre Kayo), con quien se casó (ahí llegó el apellido con el que la conocemos), y dio vueltas por Baltimore y San Francisco, además de anotarse en un curso para ser modelo.

En 1953 volvió a Massachusetts y nació su primera hija: Linda Gray Sexton. A partir de acá comienzan los derrumbes emocionales, las depresiones, los intentos de suicidios (que coincidían con la fecha de su cumpleaños, lo que manifestaba un terror al paso del tiempo) y las temporadas en instituciones psiquiátricas.

Anne SextonAnne Sexton

Fue un periodo de siete años de los que sale con la recomendación de escribir como herramienta terapéutica, de sanación y de salvación. Es así como retoma la escritura de poesía y se anota en un taller literario.

Ahí fue donde conoció a otra gloria norteamericana: la escritora Sylvia Plath (1932-1963). Después del suicido de Plath, Sexton le escribió un poema en el que decía cosas como estas: “Te arrastraste sola/hasta meterte en la muerte que yo ansiaba tanto y desde hace tanto,//la muerte que dijimos que ambas habíamos superado,/la que llevábamos sobre nuestros escuálidos pechos,//la que tanto nombrábamos cada vez que/nos ventilábamos tres dry martinis de más en Boston.”

En 1960 se publicó su primer libro: Al manicomio y casi de vuelta (al que le siguió Todos mis tesoros de 1962). En donde se cuentan todas sus experiencias en instituciones psiquiátricas. Y desde este debut se define un camino literario: la biografía, la intimidad y la confesión serán el caldo de cultivo de una serie de textos que florecían desde la revelación de una vida llevada al límite de su resistencia.

Declaró: “Un hospital enjaula todo. Especialmente el alma…Sigo entrando y saliendo de manicomios en los que me encierran. Un círculo perfecto”. La escritura, entonces, ocupaba un lugar en ese círculo: el lugar de la resurrección. Renacer de otra forma. Muy pocas veces podemos presenciar lo importante, en término físicos muy palpables y de salud mental, que fue la escritura de poesía para alguien como lo fue para Anne Sexton.

Ya no paró de escribir

Al no tener estudios universitarios, Sexton, que ya no paró de escribir (y de publicar), sentía que tenía que recuperar el tiempo perdido. Por eso, acosada por constantes episodios de depresiones severas, leía todo lo que podía sobre psicología y también las obras de escritores como Kafka, Dostoievski, Bellow, Thomas Mann, los hermanos Grimm y Kurt Vonnegut, entre otros.

Todo este caudal de lecturas le dio un nuevo combustible a su poesía. Lo que se pudo ver en el libro Transformaciones de 1971. De ahí en más aparecen nuevas temáticas: las imágenes surrealistas y la iconografía religiosa. Todo esto sin perder lo que ya tenía: una disección quirúrgica (que algunos llamaban exhibición) de su privacidad.

Anne SextonAnne Sexton

Su último libro (lo entregó a la editorial, pero no llegó a verlo publicado) tiene un título definitorio: El horrible remar hacia Dios (1975). Escribe en el poema “Frenesí”: “No soy perezosa./Estoy con la anfetamina del alma./Estoy, a diario,/tecleando al Dios/en el que cree mi máquina de escribir./Muy rápido. Muy intenso,/como un lobo ante un corazón vivo./Perezosa no.”

Luego de publicar ocho libros, Sexton no le vio sentido a nada (se había separado, las depresiones se hacían interminables, entraba y salía de hospitales psiquiátricos, pasó a depender del alcohol y las pastillas, no escuchaba a sus hijos y alejaba a sus amistades) y se suicidó finalmente en el otoño de 1974 (había tenido un intento unos meses antes).

Tres poemas para conocerla

El beso (de Poemas de amor)

Mi boca se abre como un corte. /Me he sentido maltratada todo el año, tediosas noches, nada salvo ariscos codos en ella /y delicadas cajas de kleenex gritando ¡llorona /llorona, tonta!

Hasta hoy mi cuerpo era inútil. /Ahora se rasga por sus cuadradas esquinas. /Rasga las viejas prendas de Mary, nudo a nudo /y mira: se ha llenado hasta los topes de relámpagos. /¡Zas! ¡Una resurrección!

Antaño fue una barca, de madera y sin ocupación, sin agua salada debajo /y falta de una capa de pintura. No era más /que un puñado de tablones. Pero la izaste, la armaste. /Es la elegida.

Mis nervios se encienden. Los ojos igual que /instrumentos musicales. Donde había silencio /los tambores, las cuerdas tocan sin cesar. Es obra tuya. /Genio puro en funcionamiento. Amor, el compositor ha pisado /el fuego.

Ama de casa (de Todos mis tesoros)

Algunas mujeres se casan con una casa. /Es otra clase de piel; tiene corazón, /boca, hígado e intestinos. /Las paredes son permanentes y rosadas. /Mira cómo se pasa el día de rodillas /lavándose a fondo con esmero. /Los hombres entran a la fuerza, devueltos como Jonás /a las rollizas madres que los engullen. /Una mujer es su propia madre. /Eso es lo principal.

Lecciones sobre el hambre (de Últimos poemas)

“¿Te gusto?”, /Le pregunté al blazer azul. /Sin respuesta. /El silencio rebotó desde sus /libros. /El silencio se le cayó de la lengua /y se sentó entre nosotros /y me asfixió la garganta. /Asesinó mi confianza. /Rompió cigarrillos salidos de mi boca. /Intercambiamos palabras ciegas, /y no lloré, /y no supliqué, /pero la negrura me llenó los oídos. /La negrura embistió mi corazón /y algo que había sido bueno, /una especie de amable oxígeno, /se volvió un horno de gas. /

¿Te gustó? /¡Qué asburdo!

Poesía completa (Lumen) de Anne Sexton