Se terminó la programación con sesgo militante. Hacer arte es de por sí hacer cultura y la cultura es política en el sentido de la polis, del pueblo”. Es el único momento en que suena rotunda la voz de Valeria Ambrosio, directora nacional del Centro Cultural Kirchner (aunque el gobierno insiste en llamarlo Palacio Libertad, la ley no fue modificada ni tampoco hubo DNU), alejándose del tono cercano que aplica durante la primera entrevista que concede.

Dice la funcionaria, formada como escultora, directora teatral y directora de arte, cuyas obras han descollado en la cartelera porteña, que asumió como “un compromiso cívico” estar en la posición de hoy y que los artistas han reaccionado muy positivamente a la convocatoria que les hace para las diferentes propuestas que el Centro Cultural ofrece.

Con el mismo presupuesto que el espacio tuvo en 2023 y con los recursos disponibles, incluida la gente que trabaja en el lugar en montaje, iluminación, sonido, curaduría y otros rubros, Ambrosio fue estructurando una programación que, hasta el 23 de junio último, había convocado a 298.228 visitantes en 105 días que el Centro Cultural está abierto al público, pues durante diciembre y enero hubo receso.

Valeria Ambrosio apuesta a que todas las expresiones convivan pero admite que la programación de artes plásticas aún no han terminado de armarse debido “a los costos; son onerosas”. El cambio de gestión tuvo lugar en un país cuyo avance interanual de precios fue del 211,4% hasta 2023, cuando Alberto Fernández dejó el poder. En el Líbano fue de 192%. Durante su gestión incorporó una disciplina poco o nada frecuentada en el Centro Cultural: las artes escénicas.

“No es solo teatro, porque tratamos que las propuestas teatrales crucen la música, la poesía, las artes plásticas, las performances”, dice la directora en diálogo con Clarín Cultura. Y de hecho, dentro de la programación vigente, la oferta exhibe este cruce.

Un dato por destacar es que los días que no abre el Centro alquila sus instalaciones. “Tenemos muchos pedidos, pero actualmente solo es por los días en que no abrimos las puertas (de miércoles a domingos)”, comenta Valeria Ambrosio.

No les ha ido mal. El Centro Cultural ha recaudado hasta comienzos de junio 450 millones de pesos, aunque lamentablemente los ingresos no quedan en una cuenta propia, sino que ingresan a Rentas Generales, ese laberinto burocrático que decide el destino de los recursos.

Ese fue un reclamo del Secretario de Cultura, Leonardo Cifelli, de quien depende el Centro Cultural, que también confirmó a Clarín Cultura que se alquilan las instalaciones de Tecnópolis: que todas las dependencias a su cargo (incluidos los museos y centros culturales) se procuraran fuentes de ingresos genuinas.

Conste que algunos museos no pueden pagar la energía eléctrica por falta de cajas chicas y presupuestos flacos, por lo que las asociaciones de amigos que funcionan se están haciendo cargo de los pagos de servicios, excediendo su misión.

Valeria Ambrosio, directora del CCK. Foto: Guillermo Rodríguez Adami. Valeria Ambrosio, directora del CCK. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.

En todos los países, incluso los que subvencionan las artes y la cultura, la mayoría de las más renombradas instituciones culturales alquilan sus instalaciones como una fuente más de ingresos.

Al término de la entrevista recorrimos tres pisos con tres propuestas diferenciadas del CCK. Frente a la Gran Lámpara, un espacio único dentro del Cultural, la directora dijo que firmó un acuerdo con Disney para que allí vaya una propuesta de Mickey Mouse, que no solo será para niños sino para todo público. Será también gratuita.

Un corazón por una estatua

Durante la entrevista, Ambrosio no habla de cifras de presupuesto ni tampoco del cambio de nombre del Centro Cultural ubicado en el antiguo Palacio de Correos (hoy Palacio Libertad para el gobierno sin ley ni DNU), ni tampoco de la estatua de Néstor Kirchner que un día, a su aire, Cristina Fernández de Kirchner ordenó sacar del hall de entrada y trasladar al municipio de Quilmes, conducido por la camporista-kirchnerista Mayra Mendoza. En su entorno nos dirán luego que cuando Ambrosio llegó al CCK, la escultura, una donación de la Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas), ya no estaba.

Al inicio de su gestión, Valeria Ambrosio decidió buscar un lema unificador. Así nació “Hacia la vanguardia” con propuestas temáticas cada mes. Arrancó con “el amor” y por eso le pidió al escultor Alejandro Marmo, un corazón que se iluminara, hecho con los materiales descartables y desechos que el artista, amigo del papa Francisco, usualmente trabaja.

El corazón quedó emplazado en la Planta Baja del Centro Cultural, sobre el lado derecho del edificio que da hacia calle Bouchard. Es una escultura que invita al público a dejar mensajes (en un principio fueron cintitas), de modo que se fue transformando en otra cosa. Hoy no diremos que es un corazón.

“Apenas llegamos tuvimos que aprender cómo movernos para poder estructurar los lineamientos de todo el año, que es el período de aprender a convivir. Con el corazón quisimos iluminar el lugar y que la gente pudiera expresarse. Tuvimos que acomodarnos a una realidad económica, fuimos de a poco y así decidimos darle un subtítulo a cada mes que organizara la programación con coherencia”, subraya la directora.

Nota al pie: la Sala Eva Perón sigue montada tal y como se concibió cuando el CCK abrió sus puertas en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Y está abierta al público.

–Qué fue lo primero en la programación?

–Lo primero que decidimos fue habilitar la Sala Argentina con propuestas teatrales, un área que no se había hecho, y hemos tenido mucho éxito. Toda nuestra programación es gratuita. Junto con eso decidimos generar propuestas academy house, o sea producciones internas. Ya que este lugar está lleno de gente creativa, debatimos entre todos y armamos propuestas que crean una sinergia entre lo artístico y el espacio que tiene un enorme valor patrimonial. Todo esto, reflexionado a partir de los recursos financieros con que contamos.

–Cómo reaccionan los artistas cuando los convoca, teniendo en cuenta que ya no cobran honorarios siderales como los que cobraron en la gestión precedente?

–Yo me siento muy acompañada desde el primer día por los artistas. Me refiero a los actores, en general. Había una necesidad de acompañar. Tomé este desafío como una responsabilidad cívica. Les transmití que para que pasaran cosas necesitaba de la ayuda de todos y los artistas que necesitan expresarse se sumaron y lo siguen haciendo. Eso es un baluarte. Sobre todo porque abrí el juego y que todo el mundo tenía que participar de este espacio. No solo un sector que pensara de determinada manera. Este Centro Cultural tiene que ser un espacio plural. Ni siquiera hacemos diferencias por edades. Nuestro deseo es estar presentes haciendo arte y cultura.

Valeria Ambrosio, directora del CCK. Foto: Guillermo Rodríguez Adami. Valeria Ambrosio, directora del CCK. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.

–Se comprende la voluntad, pero el CCK fue un espacio muy ideologizado durante los 16 años de kirchnerismo. No debe ser fácil el cambio.

–Eso se terminó. Un espacio cultural no debe tener un sesgo de militancia. Hacer arte es de por sí hacer cultura y la cultura es hacer política, en el sentido de la polis, y tiene que ver con el pueblo que somos nosotros. La diferencia es el sesgo hacia un partido. Pero eso no va a existir acá. Se sale adelante trabajando todos juntos y en esta gestión creemos que hay que estar unidos.

–Cuántas son las salas con programación en la actualidad, teniendo en cuenta las dimensiones de este Centro Cultural?

–Son 70 salas. Las destinadas a las artes plásticas las vamos a programar para el segundo semestre. Las exposiciones artísticas son onerosas. Tenemos salas en cuatro pisos. Pero el 6 de julio emplazaremos en la explanada de acceso una escultura inflable de Marta Minujin. Es la anti–escultura, a la que llamamos “La escultura de los sueños de Marta Minujin”, y forma parte de su último proyecto inspirado en su obra histórica desarrollada a partir de los años 60, en la que la construcción de esculturas y ambientes recorribles a base de colchones fluorescentes genera una revolucionaria interacción entre el público, la artista y la obra. Esta escultura de nueve metros de altura está compuesta por 16 piezas y se plantea como una propuesta inmersiva en la que los visitantes pueden ingresar para ser rodeados por múltiples colores vibrantes, sonidos de pájaros y de xilofones. Es una experiencia para activar los sentidos en un sentido onírico y lúdico. Marta quiso crear una obra para que la gente pueda tener “un minuto de paz, de belleza, de color y de vida”. Me interesa que todas las expresiones interactúen y se integren. Es la idea de un Centro Cultural. A la sala inmersiva le encontramos una identidad. Estamos haciendo propuestas de Inteligencia Artificial. Y en vacaciones de invierno, toda la programación tendrá como eje “El Principito”, que será también una experiencia inmersiva.

–Qué programación tiene hoy el Auditorio Nacional (ex Ballena Azul)?

–El Auditorio Nacional es sede de los organismos estables los miércoles y los viernes (N. de la R.: durante varias gestiones, estos elencos, coros y orquestas reclamaron este espacio para ensayos y conciertos) con su propia programación. Los jueves, sábados y domingos las propuestas las definimos desde acá. Los lunes y martes alquilamos los espacios para eventos y tenemos mucha demanda. Muchos son eventos culturales y otros son acciones de empresas. El Tribunal de Tasación estableció el arancelamiento de las salas e instalaciones. Así es como podemos recuperar dinero. Las salas que se alquilan son las que no tienen programación actualmente. Están disponibles la Cúpula, el Salón Federal, el Salón de los Escudos, los auditorios, los dos espacios gastronómicos de la Planta Baja (donde hubo un café) y del piso nueve (donde hubo un restaurante durante la gestión de Hernán Lombardi como secretario de Medios del gobierno de Mauricio Macri). Ambos espacios gastronómicos ya están en fase de licitación. Esos espacios pueden activarse si para el catering de un evento se solicitan.

Valeria Ambrosio, directora del CCK. Foto: Guillermo Rodríguez Adami. Valeria Ambrosio, directora del CCK. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.

–Un presupuesto de 2023 para este año sin ninguna actualización por inflación es suficiente para programar este Centro Cultural?

–Este año es así, nos tenemos que arreglar con el mismo presupuesto y de hecho lo estamos haciendo, afilando el lápiz claro está, pero como tenemos mucho ejercicio en sacar agua de las piedras, lo sacamos adelante. Lo fantástico es que los artistas han respondido. Creo que hay una conciencia general del momento que vivimos. No sé si esa conciencia es coyuntural o personal. Ninguno de los artistas que convocamos dijo que no, como mucho nos piden si podemos estirar la asignación un poco más. Lo que tratamos es ponernos de acuerdo y nadie, desde que empezamos, nos dijo que no le sirve lo que le proponemos.

–Hablemos de la actual programación en salas. La IA está copando la parada en los grandes centros culturales a nivel mundial.

–Por ejemplo, en la sala inmersiva la gente hace una fila extensa para entrar. Estamos haciendo trabajos artísticos y tecnológicos, mostrando cómo conviven. Hay funciones los viernes y los sábados, con artistas performáticos, mezclamos imagen y sonido, y procuramos adecuarnos a los nuevos debates de la época. Volviendo a El Principito y lo que simboliza en cuanto a valores universales, nos sirvió de disparador para la programación de vacaciones. En la sala inmersiva nosotros generamos, desde el Centro Cultural, la propuesta para el público. La estrenamos este mes. En otra sala habrá interacción con otras expresiones, una obra de teatro y otras acciones. Esto es para las vacaciones. Cuando nos planteamos volver a los orígenes como una invitación a contar cómo somos, la muestra de fotografía En principio fue la magia invita a pensarnos desde el inicio de las cosas. La fotografía es el punto de partida para la convivencia del arte y la tecnología. Lo que nos interesa es que este Centro Cultural produzca hechos estéticos. No queremos hacer revisionismo histórico sino volver al origen para disparar ideas creativas. Por ejemplo, en verano, desde el propio Centro, generamos un mapping en el Salón Federal y hace un mes y medio nos propusimos desarrollar allí un “Resonar de melodías”. Es un encuentro de un músico con un poeta en un espacio intervenido con el mapping. Eso es un cruce multidisciplinario que al público le gusta mucho.

En vacaciones

Además de la no–escultura inflable de Marta Minujin, la semana próxima se inaugura Este es mi lugar. Videoarte contemporáneo argentino, en las salas 203 a 206 del segundo piso. Las obras exploran la construcción de la identidad.

Continúa En el principio fue la magia en las salas 502 a 505 del piso quinto. La exhibición propone un retorno a los principios fundantes de la fotografía. Desde el 13 de julio abrirá Negativos encontrados en la sala 512. La muestra rescata fotos de desconocidos encontradas en la calle. A la vez se invita al público a traer sus fotografías para componer un mural que irá ampliándose durante el tiempo de apertura de la exposición.

Planeta Gasalla, cuyo título real es Camarín. La trastienda del cómico argentino, ubicada en la sala 603 del piso sexto rinde homenaje a uno de los actores más destacados de la escena del humor argentino.

Nombres que danzan, en la sala 605 del mismo piso, es una propuesta de Susana Tambutti, que nombra en las paredes y las puertas del espacio a los artistas más destacados de la danza del siglo XX. Allí tienen lugar performances y activaciones cuyo eje es el tiempo.

Y la estrella de las vacaciones de invierno: la 32° Feria del libro Infantil y Juvenil, que tendrá lugar entre el 8 y el 28 de julio.