Los ganadores y ganadoras del concurso de Microcentro Cuenta se animaron al desafío de narrar el corazón porteño. Escribieron sobre policías corruptos, familias en tensión y trámites engorrosos. Sus historias, ahora recopiladas en el libro Microcentro, 9 cuentos, publicado por Emecé, ofrecen más que una simple antología: se presentan como un verdadero mapa de coordenadas literarias.

Algunos de los participantes son de Capital Federal y otros de Buenos Aires. Hay ganadores que comparten la identidad de microcentro y otros que se sienten ajenos porque son oriundos de Misiones, Santa Cruz o Córdoba. Pero la literatura no entiende de límites, mucho menos fronterizos.

Esos nueve autores son Renata Begna, la ganadora del primer premio; Nicolás Fernández Muriano, Emiliano Pérez Garay, Gabriel Ávalos Abuin, Leandro Calle, Sofía de Cucco Alconada, Julián Di Benedetto, Julia Díaz Luque y Nicolás Hochman. Muchos de ellos estuvieron el viernes en la presentación del volumen en ArtHouse.

Una zona golpeada

Javier Grosman, director del proyecto, fue el primero en tomar la palabra durante la presentación del libro. El objetivo de la iniciativa, dijo, fue “decir algo desde el arte y la cultura”. Según el productor cultural (fue uno de los creadores de Tecnópolis), “hoy es uno de los propulsores de la vida artística en una zona golpeada por la pandemia”.

Microcentro, 9 cuentos fue publicado por Emecé. Foto: gentileza SuperaccionMicrocentro, 9 cuentos fue publicado por Emecé. Foto: gentileza Superaccion

Ignacio Iraola, quien fuera responsable de editorial Planeta y ahora reciente librero desde Naesqui, es el coordinador de Microcentro Cuenta Cuentos y recomendó la participación en esta clase de certámenes, de puertas abiertas: “Es una buena manera de darse a conocer y ser leídos. En este caso, el jurado es de un prestigio tremendo”, indicó en referencia a los escritores Mariana Enriquez y Fabián Casas junto a la gestora cultural y periodista Lala Toutonian, que fueron quienes seleccionaron las historias ganadoras.

La editora del libro resultante fue Ana Ojeda, que en la presentación realizó un análisis exhaustivo sobre los cuentos. Trajo respuestas para la pregunta: “¿Si lo hubiera, cuál es el hilo rojo que conecta todos los cuentos?”.

Con el análisis de Microcentro, 9 cuentos, Ojeda dejó a los ganadores conmovidos. Propuso un abordaje del libro desde dos ejes: uno que trabajó con el concepto de lo público, y otro de lo privado. Ambos ejes están unidos por el cuento “Cancelo cancelo cancelo”, de Sofía De Cucco Alconada, que resulta un puente de conexión entre ambos, porque describe a la vez un caos mental interno y externo.

Una ventana al microcentro

Para la editora, el cuento ganador titulado “Desde la ventana” de la joven Renata Begna, “invierte el tropo de la espera”. Ojeda lo explicó así: “Se trata de un tropo tradicionalmente femino, su pináculo sea quizás ‘La bella durmiente»‘.

Quien espera en el cuento de Begna es un varón, refugiado en un hogar cocinando. El personaje espera la llegada de su pareja pero la espera desespera y lo acechan temores de todo tipo. Entre ellos, el de que Laura lo haya dejado por un sintecho al que le suele llevar comida.

La editora Ana Ojeda y el coordinador de Microcentro Cuenta Cuentos, Ignacio Iraola, dialogaron con la ganadora y los finalistas. Foto: gentileza SuperaccionLa editora Ana Ojeda y el coordinador de Microcentro Cuenta Cuentos, Ignacio Iraola, dialogaron con la ganadora y los finalistas. Foto: gentileza Superaccion

“Detrás de la ventana” no solo realiza esta inversión que vuelve al cuento distintivo, sino que combina pinceladas cortazarianas y marianaenriquezcas, con una voz propia y sólida. La ciudad que se ve desde la ventana es puro peligro, una imagen que se repite en muchos de los cuentos de esta antología.

Cuando la ganadora, que es estudiante de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), fue invitada al estrado por Iraola y Ojeda, se acomodó en la mesa conmovida y con una sonrisa. Desde ahí, contó que es de Bernal, conurbano sur de la provincia de Buenos Aires, y declaró que su relación previa con microcentro era “de extrañeza”.

“Venía a capital por la vida, el teatro, a un recital, a la movida cultural que hay acá. Me empecé a adentrar más cuando empecé la facultad”, detalló Begna. En el camino que recorre desde la avenida 9 de julio hasta la sede universitaria, la chica –al igual que en su cuento– suele detenerse en los detalles: las cúpulas de los edificios o el ritmo porteño, radicalmente distinto al de la zona sur. La ausencia de naturaleza, dijo, la sorprende pero a la vez la conmueve lo romántico de la ciudad de noche.

Sobre el análisis de Ojeda, Begna reflexionó: “Pareciera que el jurado no solo eligió los cuentos ganadores del concurso sino que también hicieron un proceso de curaduría”. «¡Sí!», confirmó contundente y disruptiva desde el público jurado Lala Toutonian. Y agregó: “No se si lo pensamos tan conscientemente pero ahora que lo decis, evidentemente sí”.

La editora Ana Ojeda analizó cada cuento junto a Ignacio Iraola, coordinador de Microcentro Cuenta Cuentos y Javier Grosman, director del proyecto. Foto: gentileza SuperaccionLa editora Ana Ojeda analizó cada cuento junto a Ignacio Iraola, coordinador de Microcentro Cuenta Cuentos y Javier Grosman, director del proyecto. Foto: gentileza Superaccion

Adentro y afuera

En el primer eje trazado Ojeda, se agrupan el cuento “Tu yuta es mi yuta”, de Nicolás Fernández Muriano; “El olor”, de Emiliano Pérez Garay donde aparece –según la editora– “la pandemia como soledad y abandono e incapacidad de incomprensión, todas cosas que son dolorosas”.

A partir del cuento “Vaso de café”, de Julián Di Benedetto, el libro llega al subte, comenzando por la línea A, primera que fue inaugurada en 1913. El autor explora una obsesión compartida por muchos peatones observadores y respetuosos del espacio ajeno: “¿Por qué tirarlo al piso si podés tirarlo en el tacho?”.

El cuento “El trámite” de Julia Díaz Luque, también se encuentra bajo este paraguas. La protagonista, “del interior”, intenta obtener su permiso de residencia en Buenos Aires. “Este es un cuento falsamente costumbrista porque, debajo de la pátina de verosimilitud, asoman inquietantes pinceladas de otra cosa: ¿Imaginación futurista?¿Mirada crítica?¿De qué otra manera debe entenderse la frase: ‘Decido entonces salir de las oficinas de esta empresa de migraciones que ni siquiera es nacional’?”, consideró Ojeda.

El segundo eje explora qué sucede “a puertas cerradas”. “La sonrisa de Quasimodo”, de Gabriel Ávalos Abuin, cuenta la atracción de un dibujante amateur hacia otro hombre de “cara deforme” pero un cuerpo “de simetría romana”. “La tensión sexual va in crescendo hasta un final memorable”, anticipó Ojeda.

El último relato, “Resistir un poco más”, de Nicolás Hochman, trata de un hombre protagonista de las tareas domésticas y cuidado de una bebé. Hay una tensión entre hacer volar todo por los aires y quedarse a resistir. “Quiero decirles a todos que hasta acá llegué, que no hay peor traición que la infelicidad, que gracias por todo pero que yo paso. Pero no”, dice el narrador.

Para el próximo concurso se repetirá el mismo jurado que en esta edición porque, como dice el saber popular, “equipo que gana, no se toca”.