De la noche a la mañana, al parecer, Elena Ferrante –o en todo caso, quien escribe novelas figurando como Elena Ferrante– alcanzó reconocimiento mundial. Sus libros estaban por todas partes: no se podía entreabrir un bolso de mano sin que asomara por él una de sus ediciones en rústica de tonos pastel en el subterráneo, en la playa, en el aeropuerto.

La colección de libros de Elena Ferrante. Foto: Julia Gartland para The New York Times; estilismo de Alya Hameedi.La colección de libros de Elena Ferrante. Foto: Julia Gartland para The New York Times; estilismo de Alya Hameedi.

Las cuatro novelas que componen el cuarteto napolitano la lanzaron a la fama. A partir de 2011 con La amiga estupenda, esas obras, que abarcan además Un mal nombre (2013), Las deudas del cuerpo (2014) y La niña perdida (2015), trazan la emotiva amistad de toda la vida entre dos mujeres en la Nápoles de posguerra.

El público lector valora los matices de la relación entre las protagonistas, Lenù y Lila, una delicada mezcla de amor, celos y lealtad inquebrantable. Los críticos se centraron en la íntima atención que Ferrante pone en la vida de las mujeres, tanto en las novelas napolitanas como en sus otros libros, cuyos temas muchos escritores de su generación no habían considerado que tuviesen mérito literario.

Pero a medida que la estrella de la autora se elevaba, la masa de fans de sus libros se enfrentaba a una pregunta insistente: ¿Quién es Elena Ferrante en realidad?

El trasfondo

Hace más de 30 años que Ferrante publica sus trabajos, y adoptó el seudónimo con su obra inicial en 1992, L’amore molesto (posteriormente publicada como El amor molesto, en traducción al español de Juana Bignozzi). Con la aparición del cuarteto napolitano, la “fiebre Ferrante” comenzó a extenderse, particularmente en Estados Unidos, donde la literatura traducida constituye una fracción pequeña de la ficción más frecuentada.

Elena Ferrante La vida mentirosa de los adultosElena Ferrante La vida mentirosa de los adultos

A lo largo de los años Elena Ferrante ha revelado algunos detalles personales, como afirmar que creció en Nápoles y es hija de una costurera. Ha dado a entender que es madre y casada. No obstante, admitió haber falseado la verdad “cuando era necesario para resguardar mi persona, mis sentimientos, mis presiones”.

La razón inicial de su anonimato, le respondió a su editorial en una entrevista publicada por The Paris Review en 2015, fue la timidez: “Me asustaba la idea de tener que salir de mi caparazón”. Pero a medida que siguió publicando, las justificaciones para proteger su identidad se volvieron también artísticas y filosóficas.

Ferrante es reservada, pero de ninguna manera una reclusa. Durante un año tuvo una columna en The Guardian y también escribió para periódicos italianos. Un libro suyo de no ficción, La frantumaglia. Un viaje por la escritura, incluye información biográfica sobre ella y una extensa correspondencia con periodistas. En diversas entrevistas la narradora ha reflexionado por lo general acerca de su propio trabajo –sus influencias, motivaciones, estados de ánimo– y, por paradójico que resulte, las razones para mantenerse oculta.

El misterio

Ferrante y su editora de siempre, Sandra Ozzola, tienen una estrecha relación. Ozzola y Sandro Ferri dirigen la editorial italiana Edizioni E/O, que publica la obra de Ferrante desde hace décadas; según todos los informes, Ozzola es la guardabarrera de Ferrante. No contestó la solicitud de hacer comentarios que se le envió. Europa Editions, que publica la obra de Ferrante en Estados Unidos, tampoco aceptó que la escritora permitiera una entrevista.

La colección de libros de Elena Ferrante.La colección de libros de Elena Ferrante.

El editor en jefe de Europa Editions, Michael Reynolds, no sabe quién es ella realmente ni tiene ganas de averiguarlo. “No tengo ningún interés en eso, y es así desde el primer día”, aseguró en una entrevista telefónica hace poco.

“Durante 10 años no le importó a nadie”, rememoró sobre el interés por la vida personal de Elena Ferrante. Y cuando surgió ese interés, fue “una creación de los medios, sin ánimo de ofender”, afirmó con ironía. «Es una gran historia para los medios, pero en la mayoría de los casos, una gran cantidad de su público está más interesada en los libros».

La identidad de la novelista es un secreto incluso para su traductora al inglés desde hace largo tiempo, Ann Goldstein, que la ha ayudado a saltar a la popularidad mundial. Si bien se han intercambiado mails directamente algo menos de un puñado de veces durante los casi 20 años en que Goldstein ha manejado las obras de Ferrante, la mayor parte de la correspondencia entre ambas pasa a través de Ozzola. «He traducido a muchos autores muertos, así que estoy acostumbrada a tener que resolver yo sola», adujo Goldstein.

Las especulaciones sobre la verdadera identidad de Ferrante se han concentrado en dos personas.

Las teorías

Anita Raja, traductora y editora que trabajó para Edizioni E/O, fue una de las principales oponentes, por lo menos desde 2015, cuando un sitio de chismes italiano señaló: “No hay perro ni gato que no sepa que el verdadero apellido de Ferrante es Raja».

La teoría Raja, que había circulado anteriormente en círculos literarios italianos, explotó en octubre de 2016, ocasión en que un periodista italiano llamado Claudio Gatti sostuvo en una investigación en dos partes que Raja era, en efecto, Elena Ferrante.

La colección de libros de Elena Ferrante.La colección de libros de Elena Ferrante.

Gatti analizó registros inmobiliarios y financieros para llegar a su conclusión e indagó en la historia familiar de Raja, incluida la supervivencia de su madre al Holocausto.

La investigación se publicó simultáneamente en el diario italiano Il Sole 24 Ore donde trabajaba Gatti, en The New York Review of Books, en el medio francés de comunicación digital Mediapart y en un periódico alemán, Frankfurter Allgemeine Zeitung.

Ferrante y su editorial desestimaron de inmediato las afirmaciones, lo que provocó una rápida reacción. Mucha gente consideró que la investigación de Gatti era una invasión innecesaria de la privacidad de la autora.

“Desnudar y exponer a Elena Ferrante es violento y crudo”, escribió la novelista Jeanette Winterson en The Guardian. «Desde el punto de vista creativo, podría destruirla (ella ha dicho que no puede escribir sin anonimato), de modo que también es un acto deliberadamente malicioso«.

Gatti quedó “incinerado” por la interpretación de su trabajo y sus intenciones, como nos escribió en un correo electrónico el mes pasado. Su investigación fue programada para adelantarse a la edición en inglés de Frantumaglia, que contenía información biográfica que él creía falsa.

Dijo que se vio obligado a exponer a Ferrante por varias otras razones. “Los medios italianos habían nombrado abiertamente al escritor napolitano Domenico Starnone y a su esposa traductora, Anita Raja, expresando, de manera muy machista, que lo más probable era que el autor fuera Starnone, mientras que yo estaba seguro de que la voz autoral tenía que ser la de una mujer”.

La colección de libros de Elena Ferrante.La colección de libros de Elena Ferrante.

También le irritaba el uso del seudónimo de Ferrante como “herramienta de marketing” y creía que “los antecedentes reales de la escritora como hija de una sobreviviente del Holocausto eran clave para comprender sus obras (las protagonistas de todos sus libros eran mujeres fuertes que habían sobrevivido a las situaciones más adversas, al igual que la madre de Anita)”.

Años más tarde, Claudio Gatti sigue confiando en su informe periodístico: “Nunca he publicado un trabajo de investigación a menos que estuviera seguro de mis conclusiones. Este es también el caso de mi artículo sobre Ferrante/Raja”.

También dejó flotando la posibilidad de que Raja y su marido Starnone hayan escrito en colaboración las novelas de Ferrante. Starnone es un autor condecorado por derecho propio, uno de los más destacados de Italia.

Otros sabuesos literarios han notado similitudes temáticas entre las obras de Ferrante y de Starnone: él también escribe novelas ambientadas en el Nápoles de posguerra que a menudo rastrean las complejidades del matrimonio.

Su libro Ataduras, en particular, comparte mucho con Los días del abandono de Ferrante, desde la premisa básica (una esposa dejada por el marido) hasta detalles más esotéricos: un recipiente de vidrio roto, episodios perturbadores que involucran a las mascotas de la familia.

En 2018, dos eruditos publicaron un paper académico que situaba el trabajo de Ferrante en el canon italiano más amplio. Utilizando modelos lingüísticos, analizaron muestras de escritura de 40 escritores contemporáneos y llegaron a una conclusión clara: “Domenico Starnone, quien ya ha sido identificado previamente a partir de otras investigaciones como la posible mano detrás de este seudónimo, es el autor que ha escrito las novelas más similares a las de Ferrante y que, con el tiempo, se ha ido volviendo progresivamente más parecido”.

La teoría es espinosa; gran parte del público entusiasta de Ferrante abriga fuertes expectativas de que sea mujer, dada la caracterización sensible y matizada que hace de los personajes femeninos.

La traductora. Anita Raja podría ser la autora de los libros de Elena Ferrante.La traductora. Anita Raja podría ser la autora de los libros de Elena Ferrante.

Starnone, por su parte, parece exasperarse ante la sugerencia.

“Digamos que soy yo Ferrante, o que lo es mi mujer”, ha dicho. “Explíquenme una cosa: dado que es tan raro, en este charco de barro que es Italia, tener alcance internacional, ¿por qué no íbamos a aprovechar eso al máximo? ¿Qué podría inducirnos a permanecer en las sombras?”.

La última palabra

En una entrevista de 2014 por correo electrónico, la revista online Entertainment Weekly le preguntó a Ferrante: “¿Alguna vez se ha arrepentido de no haber revelado su identidad? ¿Sintió una oleada de ego que le haya hecho querer abrir la ventana de golpe y gritar ‘¡Yo soy quien creó este mundo!’?”.

La respuesta de Ferrante fue muy fresca. «Su imagen de la ventana es divertida», escribió. “Mi casa está en los pisos de más arriba, yo tengo miedo a las alturas y mi ego felizmente evita asomarse por la ventana”.

© The New York Times / Traducción: Román García Azcárate