A 30 años del atentado en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), la escritora y periodista Dalia Ber recuerda vívidamente aquel día. Su papá trabajaba ahí y ella compraba calzado a algunas cuadras. Durante un rato largo, creyó que él había muerto. Ahora, en La epopeya del colibrí, reconstruye esa historia individual pero también presta voz a familiares de las víctimas para dar lugar a la memoria colectiva de un crimen que al sol de hoy permanece impune.
La génesis del libro, editado por Libros del Zorzal, se encuentra en el trabajo periodístico de Ber. Ella venía escribiendo sobre el tema pero no fue hasta el taller de escritura de Matías Bauso, escritor de 78. Historia oral del mundial, que se comprometió enteramente con aquello que le revoloteaba dentro.
“Tuve una infancia y adolescencia muy vinculada a la comunidad judía. Después del atentado se cortó. A lo mejor también era una cuestión natural de la edad, pero a mí me tocó al mismo tiempo”, recuerda Ber en esta entrevista con Clarín Cultura.
El inicio de la crónica, ilustrada por Bernardo Erlich, tiene unas imágenes del gurú indio Sai Baba acompañadas por consejos: “La vida es una canción, cántala”, “La vida es un juego, juégalo”, “La vida es un desafío, afróntalo”, entre otros. Ber explica: “Estas eran algunas de las indicaciones que brindaba Sai Baba a sus seguidores de todo el mundo. Hubiese sido lindos consejos para recibir a la edad que tenía en ese momento, 18 años”.
Un agujero metafórico
Sin embargo, era 18 de julio de 1994 y la joven Ber se acercaba al Departamento de Policía para hacer su cédula de identidad; un documento por entonces obligatorio. “Me tocó recibir otro mensaje”, dice refiriéndose al peor acto de terrorismo en América Latina y hace una pausa antes de seguir: “No pude hacer el documento, el de mi propia identidad, como la de tantos otros argentinos, porque eso vuela en pedazos”. Aunque el edificio se reconstruyó, para Ber “quedó un agujero metafórico”.
Pese al dolor y la pérdida (tanto de personas como de objetos con gran carga cultural e identitaria), hubo una reconstrucción que trajo luminosidad y esperanza. Eso no quita que lo que vino después no haya sido difícil: “Mi papá posiblemente haya visto cosas muy terribles que no nos contó y se convirtió en otra persona también a partir de eso”, relata Ber sobre la historia de su padre, a quien se refiere en la crónica como “El rey del Once”.
Otro de los temas que aborda la escritora es el rol del Instituto Judío de Investación (IWO), donde se reúnen todos los archivos que se pudieron rescatar hace 30 años. A partir del relato de Abraham Lichtenbaum, director de la fundación IWO, Ber reconstruye las horas siguientes a la explosión. Aquel día, una multitud de jóvenes –algunos rescatistas y otros voluntarios– se acercaron a dar una mano para sacar de entre los escombros objetos de gran valor cultural.
En este punto del relato, las imágenes incrementan la potencia de la narración. Las ilustraciones de Elrich parecen cobrar vida para mostrar a un joven de 25 años, ajeno a la comunidad pero totalmente emocionado, al encontrar una Torá.
Ber también se sumerge en la importancia de los libros para la comunidad. “Samuel Rozanski, que era el viejito que cuidaba la biblioteca y que murió a los 93 años, dijo después del atentado: ‘He asistido a mi propio entierro’”. La biblioteca, que ocupaba un espacio central en la cotidianidad judía, había volado por los aires.
Como un colibrí
Bar sabe ir de un tema a otro, rápido y luminosamente, como un colibrí. En diálogo con Clarín Cultura, también cuenta cómo surgió el título del libro. “No parece pero el título del libro lo pensamos un montón”, señala la escritora. La epopeya resulta intrínseca al evento trágico y las hazañas para sobrellevarlo mientras que la idea del pájaro aparece porque –según analiza Ber– ella vive conectada con la naturaleza, con jardines y huertas.
“Estábamos con mi mamá y mi papá y se escuchaba una calandria. Cuando mi papá enfermó, en la clínica, mi mamá ponía el sonido de la calandria en el celular y mi papá escuchaba, marcaba las flores. Me quedó eso”, revela entre suspiros. Luego de la muerte de su padre, escribió sobre el colibrí y aguardó su llegada. “Después de año nuevo yo estaba pendiente. ¿Será que aparecerá un colibrí? Y apareció”, cuenta.
Quizás el colibrí siempre había estado ahí. ¿Quién sabe? De lo que no hay duda es que ahora La epopeya del colibrí aparece en un libro que entrelaza un duelo personal con un duelo colectivo, acompañado por la cultura judía. En la crónica, se acerca a los libros y al esplendor del teatro judío en Argentina entre las décadas de 1930 y 1950.
Para construir esa memoria colectiva, Ber toma testimonios de distintas personas. En la entrevista a Clarín Cultura revela que es un aprendizaje del gran periodista y escritor Juan Forn, con quien Ber se vinculó bastante. “Él era una persona que en sus columnas y en sus contratapas, rescataba textos y frases de escritores como nadie y las vinculaba con otras cosas. Diría que es de las cosas que a mí más me gusta hacer en la vida y cuando escribo notas, intento rescatar las frases de otros para aprender de eso, para intentar enriquecer los textos con los que uno está trabajando”, comparte la escritora.
Hace 30 años, Ber participó del rescate de objetos simbólicos después del atentado. Hoy rescata con las palabras.
Unas cuadras antes
Mientras habla, la escritora acaricia una cadena que lleva colgada del cuello. Tiene una chapita con esta frase en inglés “Bring them home now” (Traiganlos a casa ahora) como denuncia, en referencia a los soldados que combaten en la guerra con Irán. “A esta gente le tocó estar en ese momento y en ese lugar. Así como a los de la AMIA les tocó estar en ese momento y en ese lugar. A mi papá le tocó estar caminando unas cuadras antes por unos minutos. No estaba ahí porque se colgó hablando con alguien. Eso, en esa oportunidad, lo salvó. Mi papá se salvó muchas veces por hablar”, cuenta la escritora.
En el libro, Ber describe lo que le tocó vivir a tres generaciones signadas por períodos de guerra y violencia: “A comienzos de la Segunda Guerra Mundial, el ejército alemán invadió Mordy, punto de tránsito para miles de judíos que intentaron trasladarse a la zona controlada por los soviéticos. A medida que avanzaba la guerra, en Mordy pasaba algo parecido a lo de tantos otros poblados de esa región de Europa: llegaron refugia dos judíos que luego, en 1941, debieron vivir dentro de un gueto creado por los alemanes en el sector oriental de la localidad. Algunos de ellos, que contrabandeaban alimentos, fueron ejecutados”.
Pero el horror no termina ahí: “El 22 de agosto de 1942, el gueto fue liquidado y sus habitantes, de portados al campo de exterminio de Treblinka”, cuenta Ber cuyo abuelo “tuvo suerte”porque pudo escapar de Polonia con su familia antes la masacre.
“En la Argentina conoció a mi abuela, que había llegado de muy chica desde Rusia. Se casaron y tu vieron tres hijos: dos mujeres y un varón. Mi papá nació en 1945, el año del fin de la guerra”, continua Ber en el libro.
¿Hay culpa en quien sobrevive? “Mi papá lo que sentía es que una parte de él murió. Eso lo sé. Y que siempre sintió mucha angustia por la gente que él conoció, que murió y vivió con mucha tristeza por todo lo que se perdió”, responde la escritora. En cuanto a ella, confía que “hay algo de culpa, por la gente cercana que tuvo alguien que murió así, porque yo estuve muy cerca de pasar por eso”.
Por estos días, la escritora se encuentra recorriendo escuelas de religión judía y asiste a programas de radio donde cuenta su experiencia. En cada evento que participa, se emociona y afianza la certeza de que hablar y escribir ayuda a sanar. Además, Ber está atenta a las devoluciones del libro que recibe a través de la cuenta de instagram @epopeyacolibri, alrededor de la cual se está desatando una especie de “fanatismo”.
Los y las lectoras mandan dibujos de colibrís o realizan reseñas amorosas. “Nos sorprende que se tome así un libro sobre una tragedia. Un poco fue pensado para que conectara con una cosa luminosa y es lo mejor que nos puede pasar”, concluye.
Dalia Ber básico
- Nació en 1976 en Buenos Aires. Se recibió de periodista en el Taller Escuela Agencia (TEA) y asistió a distintos talleres literarios a lo largo de una década.
- Fue redactora y colaboradora periodística en diversos medios gráficos, entre ellos, fue redactora de la serie Biografías de Grandes Creadores de la revista Ñ del diario Clarín.
- Se especializó en la escritura de guiones para documentales de TV, emitidos en diferentes canales de la Argentina y América Latina.
- También coordina talleres de redacción y comprensión de textos.
La epopeya del colibrí, de Dalia Ber con ilustraciones de Bernardo Erlich (Libros del Zorzal).