A 30 años del atentado terrorista más grande de la historia de la Argentina, el expediente judicial que lo investiga sigue abierto, al igual que los ecos de su dolor y el reclamo de memoria, verdad y justicia. Se trata de la causa más vieja de Comodoro Py, a la vez que el documento que más hojas (146 mil fojas) e impunidad acumula. Por estos días son varias las formas de recordar el horror vivido durante y después de la voladura de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y mantener la memoria activa sujeta a un hilo de esperanza. Se representan a través de una muestra en homenaje a las víctimas, actos con visitantes internacionales, conferencias sobre antisemitismo y terrorismo y manifestaciones por los “asuntos pendientes”. Pero también hay textos que vuelven sobre el tema y que aportan retazos de la historia. Tal es el caso de 30 días. La trama del atentado a la AMIA, de Alejandro Rúa (Planeta) y Voces alrededor del atentado a la AMIA, de Ángeles Durini con ilustraciones de Soledad Sobrino (Planeta Lector).

Si hay alguien que sabe mucho sobre el atentado ese es Alejandro Rúa, quien lo investigó durante más de veinte años. Desde su designación como secretario ejecutivo de la Unidad Especial de Investigación creada por el gobierno nacional en 2001, hasta en su rol como abogado querellante de víctimas y familiares, y también como defensor en el caso del memorándum de entendimiento con Irán.

Jornadas centrales

En 30 días, el abogado eligió contar las que fueron las jornadas centrales en la trama del atentado terrorista que, en sus palabras, “cambió la historia del país” y lo hizo en un tono que no es propio de un jurista, sino más bien de un comunicador que cuenta con muchas fuentes, entre ellas distintos servicios de inteligencia.

El texto está lleno de detalles, nombres, apellidos e información nunca antes revelada, como el testimonio, por ejemplo, que habla de la poca seriedad de la versión que instaura el incumplimiento argentino de un acuerdo con Irán sobre la provisión de material nuclear como motivo del ataque.

Mohsen Rabbani, quien fuera consejero cultural de la embajada de Irán, y Samuel El Reda (o Salman Raouf Salman, tal su nombre real), conexión con Hezbollah y coordinador de la logística del atentado están en el centro de la investigación.

El seguimiento de sus rastros estructura la crónica de los 30 días de julio del 94 que Rúa pormenoriza y durante los cuales también aparecen diplomáticos, comunidades de inteligencia, la famosa Trafic, explosivos caseros hechos en base a fertilizantes de nitrato de amonio y TNT, la triple frontera, la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), las tareas del gobierno y la corrupción como signo distintivo.

Atentado contra la AMIA. Atentado contra la AMIA.

Para decir algo

“Me acuerdo de aquel día (…), del impacto de ese instante terriblemente violento, de las imágenes de la gente entre los escombros, de las personas acercándose al micrófono para decir algo, para pedir algo, para preguntar por alguien. De los recuerdos de esas voces surgieron estas otras”, escribe Ángeles Durini, autora de Voces alrededor del atentado a la AMIA, un texto dirigido a un público diferente, muy joven, niños y niñas a partir de los 10 años.

A lo largo de los cinco capítulos en que está dividido el libro, los personajes comparten no sólo familia o amistad, sino también sus experiencias en torno a la voladura de la Asociación Mutual Israelita Argentina.

Por eso cada relato está lleno de afecto(s), sensaciones e imágenes que permiten situarse en la calle Pasteur y sus alrededores, los edificios con vidrios estallados, el restaurante a punto de abrir, los escombros en sobre el pavimento, la comunicación cortada, el sonido ensordecedor de la explosión, pero también de las sirenas y su tono de emergencia, o el ruido silencioso que se mete en el cuerpo cuando sucede una tragedia.

Las voces del texto se mueven por un laberinto mezcla de angustia y esperanza, aparecen, desaparecen y vuelven a aparecer. Son sinceras, describen el tiempo de la comunicación con cables y las noticias en la televisión. Hablan de los dolores físicos y también de los del alma. Hacen promesas tanto a partir de la desesperación como de la ilusión. Van, vienen, buscan, preguntan, ofrecen ayuda, encuentran y se reencuentran. Habitan el atentado.

Voces es también una historia de amor y de paz. Los adultos se la pueden leer a los niños y los chicos pueden relatar las ilustraciones a medida que dan vuelta las páginas. Las imágenes en blanco y negro de Soledad Sobrino iluminan las historias e invitan a un diálogo intergeneracional.

30 días y Voces aparecen en un momento clave, aclaran, orientan, enseñan, inspiran y abren más preguntas. A través de distintas voces, tanto Rúa como Durini recrean las 9.53 del 18 de julio de 1994, el puntapié, la onda expansiva que nos trajo hasta acá. Mientras que al final Rúa se pregunta qué pasaría si (el atentado) sucediera hoy, Durini vuelve a Simón, el personaje que abre el libro, el primer testimonio, y su regreso al barrio de Balvanera (ese que todos llamamos Once) treinta años después.

30 días. La trama del atentado a la AMIA, de Alejandro Rúa (Planeta) y Voces alrededor del atentado a la AMIA, de Ángeles Durini con ilustraciones de Soledad Sobrino (Planeta Lector).