El máximo bailarín argentino, Julio Bocca, aceptó el mayor desafío de su carrera. Según anunció hace minutos el Ministerio de Cultura, asumirá la dirección del Teatro Colón junto al gestor cultural Gerardo Grieco (Montevideo, 1964) y un equipo de colaboradores que será oficialmente presentado en noviembre.
“El equipo que acompañará a estos dos referentes ya está trabajando en el nuevo modelo de gestión del coliseo porteño y será presentado oficialmente en los primeros días de noviembre. Con este cambio de conducción, las autoridades porteñas se proponen culminar el ciclo iniciado en 2010 con la reforma edilicia, sumando ahora la reforma en el modelo de trabajo para lograr un teatro sostenible basado en la ejemplaridad”, indicaron desde la cartera que dirige Gabriela Ricardes en un comunicado.
Bocca se formó en el Colón y desde ahí partió cuando en 1985 ganó el Concurso Internacional de Ballet de Moscú, el certamen de danza clásica más importante del mundo que cambió para siempre su destino. Sin embargo, el regreso al teatro que lo vio crecer nunca fue simple. Sus ideas no coinciden con la estructura burocrática de una institución enorme y poco flexible.
“Al retomar el camino de origen, cuna de los grandes artistas argentinos y de la región, se promueve la excelencia y rigurosidad artística de nuestros talentos, y propicia el equilibrio entre recursos propios y recursos públicos. El equipo que llevará adelante este plan tiene como prioridades el ordenamiento de los procesos, la recuperación del foco en la relevancia local y global de la oferta artística del Teatro y la promoción de la accesibilidad para todos los públicos”, agregaron desde Cultura.
Bocca y Gerardo Grieco ya conocen los sinsabores de gestionar un teatro. Su paso por el Auditorio Nacional del Sodre, en Uruguay, (de 2010 a 2017) fue compleja y dejó tantos logros como enojos. Ahí, Grieco ocupó el rol clave de Director General y lideró la refundación del auditorio.
Una visión clave
Hace dos años, entrevistado por la historiadora uruguaya Lucía Chilibroste, Bocca ilustró la matriz de esa convivencia difícil con una compañía protegida por regímenes legales parecidos a los que encontrará (y él lo sabe) en el Colón. “Hablaste mucho sobre tu visión, ¿qué implica esa visión?”, quiso saber la uruguaya.
Bocca pensó dos segundos y articuló recuerdos de sus rigurosos maestros, el peso del sacrificio cuando era niño, el valor de darlo todo, el compromiso con el trabajo honesto, la diferencia entre tener talento y honrar ese talento, la comprensión de que la disciplina es una necesidad y no una mala palabra, y la certeza de que hacer las cosas más o menos no es igual a hacer las cosas bien. Y algo más: confesó que le gustaría volver a dirigir una compañía, aunque aclaró, “siempre que pueda aplicar mi visión”.
Su larga carrera como estrella en el American Ballet Theatre (ABT) durante dos décadas dejó en él la huella de la gestión privada con criterios de eficacia y competencia por los ingresos. Una matriz muy distinta a la del Ballet Estable del Colón, una compañía oficial con garantías laborales y derechos desconocidos allá. Donde los artistas locales ven derechos, Bocca puede ver poco compromiso.
Sucede que el argentino conoce todo el mundo, sus compañías y sus bailarines gracias a las capacitaciones y puestas que despliega de manera planetaria. Como artista, su carrera internacional lo llevó a presentarse en los cinco continentes: de gira con el ABT, como artista invitado de las principales compañías como Royal Ballet, alla Scala de Milán y Ballet del Teatro Bolshoi, además de crear su propio elenco, el Ballet Argentino.
Se retiró como bailarín profesional en 2007 bailando en un escenario en la avenida 9 de Julio frente a 300 mil personas. Recibió distinciones como el premio Benois de la Danse, la Medalla de Oro otorgada por el Kennedy Center, el título de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras otorgado por el gobierno de Francia y fue designado Representante Internacional del Teatro Colón.
Gerardo Grieco, por su parte, tiene treinta años de experiencia en gestión cultural. Fue director del Teatro Solís, supervisando su restauración y remodelación, y diseñando un cambio de paradigma de gestión y su puesta en marcha. También fue el creador de la Sala Zitarrosa, desarrolló estrategias culturales para la Intendencia de Montevideo y trabajó.
En el ámbito académico, es director y docente de la Tecnicatura en Gestión Cultural en la Universidad CLAEH y lidera el Programa de Desarrollo Gerencial de Gestión de Teatros y Centros Culturales, formando a la próxima generación de gestores culturales.
“Estoy muy contenta del grupo de trabajo que conformamos con Gerardo y con Julio. Creo mucho en los equipos, y ellos han demostrado, además de sus virtudes individuales, saber cómo llevar adelante un proceso como el que necesita el Teatro Colón. Ellos ya están trabajando en la transición y en la programación 2025, que va a estar a la altura de lo que queremos del Teatro Colón, un referente mundial para la cultura”, anticipó Ricardes.
Y Julio Bocca destacó: “Estoy muy feliz de volver a casa, muy emocionado y orgulloso de este nuevo comienzo”.