“Si pudiera expresarme con libertad, compartir con otros lo que sueño, si pudiera reírme y llorar sin sentirme juzgada, si pudiera ayudar a otros a liberarse…Creo que sería feliz…”. Así soñaba mientras veía, a través de mi ventana, las infinitas lucecitas de nuestra inmensa ciudad. Eureka nace con este espíritu de pensar y sentir al otro; y cuando ayudo a que seas libre, me voy liberando yo también. Ayudar a que otras personas confíen en sus sueños y que se sientan más seguras, libres y fuertes, lograr que construyan arte sintiéndose en un “nosotros” y no en un yo egocéntrico, es algo sagrado y que me dio las fuerzas para superar momentos muy difíciles como ha sido la pandemia. En ese momento solo estábamos en Buenos Aires. Trescientos cincuenta alumnos. La soledad, el miedo y la muerte parecían ser las protagonistas del momento. Tenía dos caminos: o cerrábamos y me encerraba en mi casa a esperar que todo pasara o hacía algo para salir adelante. ¿Pero, cómo inspirarse respirando tristeza y dolor? Contaba con un proyecto de Escuela que reunía a otros así que lo adaptamos al momento. Una noche, viendo al cielo por mi ventana, pensé que todos en el mundo estábamos viviendo lo mismo. Pensé en el sentido de nuestra existencia y sentí que debíamos valorar y amar cada momento de nuestras vidas. Porque no sabemos cuándo nos vamos a despedir de este mundo. Por lo que me vino una fuerza muy potente de llegar con nuestro proyecto a más gente. Nunca pensé que esa idea, llegaría a tantas personas de tantos países (Chile, Perú, Venezuela, Colombia, San Salvador, Panamá, México, etc.) y que se sostendría durante tanto tiempo (dos años). Sus registros de la experiencia en nuestras clases eran mucho más potentes de lo que podía esperar. La felicidad y la esperanza comenzaba a renacer en nosotros, gracias al proyecto. Había un antes y después para los alumnos en las clases. Se corrió la voz y se contactó un chico de Sevilla, luego, ya teníamos tres grupos en España. Ya no nos sentíamos solos, nos unía algo más profundo, una energía que traspasaba las distancias, las culturas, los países. Nos unía el amor, el arte, el teatro, soñar…Nos unía Eureka, construyéndonos en un “Nosotros” más fuerte. Sentíamos que Eureka nos unía y que el teatro era la Nación. De pronto era argentina, mexicana, española, peruana; éramos todos y éramos uno. Tan lejos y tan cerca al mismo tiempo. Este sentimiento me llenó de una alegría y una fuerza enorme. Eureka como camino para llegar, y el teatro como Nación Universal. Eureka es encontrarnos en lo más bello que tenemos cada uno, uniéndonos en un poderosísimo “Nosotros”. Hace dos años llevamos nuestra Escuela Eureka a Madrid, y hoy ya cuenta con más de 250 alumnos y con la inmensa alegría de comunicar que en septiembre inauguramos espacio propio. Son seiscientos los alumnos que se forman por mes en nuestra escuela Buenos Aires/Madrid. Y como seguimos soñando, abrimos el “proyecto gira” para que las obras que nazcan en la escuela de Madrid puedan presentarse en Buenos Aires, y las obras que surjan de la Escuela en Buenos Aires puedan ir a Madrid generando así, un enriquecimiento e intercambio cultural.
Cuando ocurre una desgracia, un acto de violencia, podemos elegir: pensar en el bienestar propio o en el bienestar común, hacer crecer la vida o la muerte, la creatividad o la destrucción en los demás y en nosotros mismos. Aunque lo olvidemos, somos uno, y cuando lo recordamos somos más felices y estamos cerca de la libertad. Así vivimos el arte, el teatro, el hecho artístico en Eureka. Es una forma de sentir, de pensar, un “nosotros” que da fuerza para crecer, para crear, para sacar lo mejor. Por eso es una Nación, es un nosotros, donde, a pesar de las circunstancias; siempre se puede estar del lado de lo creativo, de lo que nace, de la vida…De todos.
Mucho más que teatro, mucho más que una escuela…una nación.
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*Fundadora y directora general del Teatro Eureka.