No hay persona en este mundo que no guarde algún secreto insondable en lo más recóndito de su corazón. El autor japonés más leído de su generación y con más éxito de ventas, traducido a 50 idiomas en su extensísima obra, aclamado tanto en Oriente como en Occidente, Haruki Murakami, lo escribió en las torrentosas páginas de su último libro, La ciudad y sus muros inciertos (Tusquets), de reciente publicación en el mundo hispano.

“Es más, me atrevo a afirmar que ello es necesario para desenvolverse y sobrevivir en el mundo”, se extiende el joven protagonista de la novela, de menos de veinte años, quien evoca cómo conoció a su amada en un concurso literario de la escuela. Ella lo anima a entrar en una ciudad fantástica. Entre sueños, mundos interiores y vicisitudes externas, se alza una muralla poderosa y alta a lo largo del perímetro de la urbe, una ficción que retorna a la reflexión sobre la soledad, el amor y la alienación en las grandes ciudades, un clásico del escritor oriental.

En Murakami, que constituye en sí mismo un fenómeno literario, la novedad parece ser lo de menos. Tal vez no exista escritor actual en el que confluyan el prestigio crítico, el reconocimiento académico y la popularidad lectora. “Antes tenía un club de jazz y preparaba los cócteles y los bocadillos, nunca me propuse hacerme escritor. Es una especie de don del cielo, por así decirlo, y por eso creo que tengo que ser muy humilde».

Tópicos recurrentes

«Incluso hoy en día, mi ideal como escritor de narrativa es juntar a Dostoievski y a Chandler en un mismo libro”, dijo hace unos años, cuando estaba en el proceso creativo de su nueva obra, donde habitan varios de sus tópicos recurrentes: la mujer misteriosa, la música –en este caso, con la presencia de «Yellow Submarine» y un poco de jazz–, algo que de pronto desaparece, depresión y aburrimiento urbano, seres perdidos y la convivencia entre ciertos elementos reales, como una biblioteca, y el peso gravitatorio de los fantásticos, como en este caso los unicornios.

Haruki Murakami no ganó el Premio Nobel, pero sus seguidores de todo el mundo no pierden las esperanzas para este año. Aunque criticado en su país por los ortodoxos por “descuidar” su cultura originaria, el narrador desata una devoción en sus fans cada vez que publica un libro, como volvió a ocurrir cuando La ciudad y sus muros inciertos, estructurada en tres partes, de casi 600 páginas y con epílogo escrito a fines de 2022, salió a la venta en su idioma original y desde la medianoche de su lanzamiento cientos de fanáticos hicieron fila en las librerías japonesas para comprar su ejemplar, el primero que dio a conocer en seis años.

El escritor japonés Haruki Murakami ofrece una entrevista a la Agencia EFE dos días antes de recibir en Oviedo el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2023. EFE/ Paco ParedesEl escritor japonés Haruki Murakami ofrece una entrevista a la Agencia EFE dos días antes de recibir en Oviedo el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2023. EFE/ Paco Paredes

“Te convertiste en la dueña de mis pensamientos. Cada mañana, me despertaba envuelto en ti y puede que también fueras tú quien dictaba mis sueños. Traté, sin embargo, de que ese vivo fervor no se adivinara en las cartas, de que nada lo desvelara, y por eso me esforcé en escribir solo sobre lo concreto y lo preciso, a lo empírico convenientemente regado, eso sí, con unas gotas de humor. Temía que cualquier pequeña incursión, por tímida que fuera, hacia territorios amorosos pudiera acabar conduciéndome a un callejón sin salida”, continúa en una suerte de monólogo interior el joven de la novela, otro típico personaje del universo ya conocido de Murakami, en los intersticios de las simulaciones, los imaginarios y los auténticos “yo”.

¿A qué mundo pertenecemos? ¿Qué refugio elegir ante la abrumadora maquinaria del capitalismo? En la novela están los que se dedican a leer los sueños y los que viven en el contrapunto entre recuerdo y olvido, con un narrador que entiende que no hay elemento más fantástico que la puesta en marcha de la memoria. Esas heridas que permanecen abiertas en el tiempo –aquí, tras la desaparición de la amada– y existencias que vagan entre las sombras de lo que pudieron haber sido. Desear algo lleva tiempo, no es fácil, pero es lo único que vale la pena, le responde la joven a su amado.

El escritor japonés Haruki Murakami, distinguido con el galardón de las Letras, en Oviedo para recibir el Premio Princesa de Asturias. EFE/Paco ParedesEl escritor japonés Haruki Murakami, distinguido con el galardón de las Letras, en Oviedo para recibir el Premio Princesa de Asturias. EFE/Paco Paredes

Sostengo que no hay una sola realidad, sino que se nos ofrecer un amplio abanico de posibilidades, de entre las cuales cada persona tiene que seleccionar una”, es otra frase célebre, made in Murakami. En mayo el escritor japonés ganó el Premio Princesa de Asturias de las Letras, que todos los años lo tenía como candidato ideal. Lo conquistó, según el dictamen del jurado, por una obra “ambiciosa e innovadora que ha sabido expresar la soledad, la incertidumbre existencial, la deshumanización de las grandes ciudades, el terrorismo, pero también el cuidado del cuerpo o la propia reflexión sobre el quehacer creativo”.

La carga de las condecoraciones

Murakami contaba con los prestigiosos Franz Kafka, el Jerusalén y el Hans Christian Andersen de Literatura. “Cualquier forma de condecoración es para mí una carga”, había dicho en una entrevista, relativizando cada logro. Hace unos años el largometraje del cineasta nipón Ryusuke Hamaguchi, titulado Drive My Car, ganó el premio Oscar a la Mejor Película Internacional basado libremente en tres relatos breves de Hombres sin mujeres.

Y se acaba de estrenar en Japón la película Blind Willow, Sleeping Woman, primera animación de la obra de Murakami. Fue dirigida por el estadounidense Pierre Foldes y cuenta con el apoyo del escritor japonés.

El escritor japonés Haruki Murakami ofrece una entrevista a la Agencia EFE dos días antes de recibir en Oviedo el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2023. EFE/ Paco ParedesEl escritor japonés Haruki Murakami ofrece una entrevista a la Agencia EFE dos días antes de recibir en Oviedo el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2023. EFE/ Paco Paredes

Nacido en Kioto en 1949, además del cine otras de sus pasiones reconocibles son la música, la literatura y el running, en ese anclaje entre lo pop y lo culto, lo ordinario y lo extraordinario. Textos notables como Música, solo música y De qué hablo cuando hablo de correr hablan de cómo se cuelan el deporte y el arte en un coctel estilístico que combina el realismo mágico y la imaginería japonesa. Todo en un país sobreviviente de bombas atómicas y catástrofes naturales, y que en su acelerado crecimiento económico no pudo contener una de las tasas más altas de suicidios en el mundo.

El autor de Sputnik, mi amor, Al sur de la frontera, al oeste del sol, Kafka en la orilla y Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, hijo único de dos profesores de literatura japonesa, y nieto de un sacerdote budista, desde joven se interesó por la cultura occidental, especialmente por la música y la literatura estadounidenses. Su consagración literaria llegó en 1988 con Tokio blues, que tiene como protagonista a Toru Watanabe, un ejecutivo al que una vieja canción de The Beatles le hace retroceder al turbulento Tokio de finales de los sesenta.

Ahora, en la brumosa La ciudad y sus muros inciertos, un personaje dice, casi como un alter ego de Murakami: “No es que posea grandes dotes para la escritura, pero leo todo tipo de libros desde muy pequeño. Siempre que encuentro un rato libre, agarro un libro y me pongo a leer, pero nunca se me ha ocurrido pensar que haya en mí algún tipo de talento natural para formar frases y oraciones”.

Un sobrevivientes del gas sarín

Viviendo entre Japón, Europa y Estados Unidos, en su obra hay un hallazgo de no ficción, Underground, donde reconstruye una investigación a partir del relato de sobrevivientes del atentado con gas sarín en la red de subtes de Tokio, en 1995, donde murieron 12 personas y más de 200 resultaron heridas.

Un mundo propio, exclusivo y secreto es el centro exclusivo de su última novela, que tal vez no sea tan sorprendente ni cautive en su tensión dramática –incluso por tramos se hace tediosa y algo repetitiva en su larga extensión–, lo cual constituya un libro más de sus temas transitados como la improvisación libre, la existencia de diferentes dimensiones de la realidad, los viajes a través del tiempo y personajes tristes, vivos y muertos, que deambulan entre amores imposibles. Pero a la vez La ciudad y sus muros inciertos, nostálgica, lúdica y extrañada, es una nueva ocasión para disfrutar del planeta Murakami, que nos recuerda que nada es definitivo y el viaje siempre continúa. “La realidad no es estática, sino que se halla sometida a un incesante devenir, y ¿no es en ese devenir donde se encuentra la esencia de toda historia?”, dice el propio escritor.

Allí, en el epílogo, cuenta que la novela es la reelaboración de un viejo relato, y se permite citar a Borges, uno de sus autores favoritos. “Jorge Luis Borges dijo que todo escritor escribe fundamentalmente sobre lo mismo a lo largo de su vida, y yo añado que lo hace con todos los medios a su alcance para insuflarle nuevas y diferentes formas y apariencias a ese repertorio limitado de motivos de que dispone”.

La ciudad y sus muros inciertos, de Haruki Murakami (Tusquets).