A pesar de tener un cariño especial a la pentalogía de Michael Bay —con sus excesos de metraje y sus desbarres habituales— y de adorar la ‘Bumblebee’ de Travis Knight —probablemente, lo mejor de la franquicia—, los discretos resultados creativos de una ‘El despertar de las bestias’ que sólo me enganchó con su trampa poscréditos hicieron que el anuncio de una nueva entrega de ‘Transformers’ me despertase un interés mínimo.
Tras décadas y décadas de pugnas entre máquinas convertibles en los más diversos formatos, la idea de una precuela animada que nos contase los orígenes de Optimus Prime, Megatron y compañía en Cybertron no se antojaba demasiado apetecible; pero después de ver lo que han logrado Josh Cooley y su equipo con ‘Transformers One’, no puedo más que tragarme mis palabras y pedir que asciendan a la persona que tuvo la idea.
Los dos platos de la balanza
Siendo honestos, no sorprende demasiado que la producción de Hasbro y Paramount Animation haga gala de un balance tan preciso entre aventura, acción, comedia y emoción si tenemos en cuenta que su máximo responsable firmó la innecesaria pero estimable ‘Toy Story 4’ y rubricó junto a Pete Docter y Meg LeFauve el libreto de la primera y extraordinaria ‘Del revés’.
Con su nuevo trabajo, Cooley ha equilibrado la balanza repartiendo ingredientes en los platos con un gran tiento. En uno de ellos ha volcado uno de los dos grandes pilares de la cinta: unas setpieces ágiles y vistosas que impulsan el ritmo de la narración cuando esta lo requiere y consiguen que los 103 minutos de metraje se pasen en un suspiro.
No obstante, lo verdaderamente importante se encuentra en el otro plato, y no es otra cosa que un calado emocional que, francamente, no esperaba ver en un largometraje de la saga. El fantástico tratamiento de personajes de ‘Transformers One’ se revela como el gran puntal de la función, haciendo inevitable empatizar con Orion Pax y D-16 al comprender sus sueños y objetivos, que giran en torno a temas universales que se resisten al paso del tiempo aunque se hayan explorado mil y una veces.
Si cogemos todos los elementos mencionados y los envolvemos con un tono cómico cargado de gags que, pese a ser mayoritariamente blancos y asépticos, siguen siendo divertidísimos, el resultado es una pieza de cine familiar tremendamente sólida y digna de un viaje a una sala de cine para gozarla en una pantalla grande que haga justicia a sus aspiraciones.
Para TODOS los públicos
Pero ojo, porque hablar de «cine familiar» no implica que estemos ante un producto dirigido exclusivamente al target infantil. Y es que, mientras los más pequeños de la casa tendrán una buena dosis de historias de superación y cachondeo para todos los públicos, los adultos podrán encontrar velado un trasfondo sociopolítico interesantísimo, con su lucha de clases y revolución proletario-marxista robótica incluida.
Por supuesto, esta nueva ‘Transformers’ dista mucho de ser perfecta. Buena parte de culpa la tiene un desarrollo argumental demasiado previsible y telegrafiado que no deja demasiado espacio a la sorpresa, siendo muy sencillo averiguar todos y cada uno de sus giros y puntos de inflexión tras ver el primer acto. En segundo lugar, una animación sin fallas, pero sin alardes y con mucha menos personalidad que la de obras recientes como ‘Ninja Turtles: Caos mutante’ o las últimas ‘Spider-Man’, hace que el conjunto luzca más discreto de lo que realmente es.
Estos son tan sólo dos pequeños detalles dentro de un todo muy disfrutable que pide a gritos una secuela. En lo que a mí respecta, en Hasbro podrían dejar a un lado la acción real para centrarse única y exclusivamente en la animación… a ser posible sin star-talent en el doblaje al español.
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