Estaba casi seguro de que era ella. Diego mira entre las mesas a la mujer una y otra vez, mientras su hija Martina, advertida de la situación, le pregunta de quién se trata. Pasaron 17 años. “Cómo se lo explicas. Di que la conociste porque tenía su motorhome muy cerca del tuyo, y te quedaste con sus ojos, uno de cada color. Eso no se olvida. Hablasteis alguna vez, ahí se habla todo el rato con desconocidos, es parte del ambiente, uno va sobre todo a eso, y ella era simpática, pero no te acuerdas ni de su nombre. Fue cuando lo de tu primo, no estabas como para hacer muchos amigos, estabas hundido”, se lee en el comienzo de la entretenida Las despedidas, del escritor español nacido en LondresJacobo Bergareche, editada por Libros del Asteroide y que como novedad va por su tercera edición.

Jacobo Bergareche. Foto: Libros del AsteroideJacobo Bergareche. Foto: Libros del Asteroide

A los pocos minutos irrumpe en el restaurante su esposa, Claudia, con los mellizos. La familia se completa. Es uno de esos lugares de Menorca, en medio del Mediterráneo, donde se come mariscos y se bebe tragos cerca de una playa paradisíaca. Cuando se encuentra a su vieja amante entre las mesas, Diego revive aquel romance fugitivo; tuvieron sexo de mañana y de noche, hablaron largas horas de todo lo que amaban en este mundo y de todo lo que desearían hacer y que todavía no habían hecho.

Todo había comenzado cuando a ella se le había salido la cadena de su bicicleta, él se acercó a ayudarla, y entonces ella le tapó la boca y le dijo que mejor no le dijera ni su nombre ni de dónde venía, ni dónde vivía, ni en qué trabajaba. Le dijo que era un experimento que andaba queriendo hacer con alguien, quizás con él mismo: lo había leído en un foro de internet donde algunos comentaban que habían hecho eso mismo el anterior año en el Burning Man –un festival que se hace todos los años en el desierto de Black Rock, en Nevada, donde miles de personas se reúnen para un evento de “liberación” y “expresión creativa”– y les había encantado la experiencia.

¿Cuánto hacía que Diego no caminaba agarrado de la mano de alguien? Al despedirse, tras aquel efímero breve encuentro, decidieron no decirse los nombres. Han pasado desde entonces casi veinte años, en los que Diego crio a sus hijos en medio de un matrimonio anodino y falto de imaginación, y en una vida adulta donde alcanzó un éxito profesional en el ámbito de las inversiones que le dio un status, un alto nivel de vida.

Una ventana del pasado

El inesperado reencuentro se revela como una ventana del pasado que se asoma al infeliz mundo que lo habita. Jamás la buscó, no volvieron a hablar, ahora se la ha encontrado de pura casualidad y ha descubierto que tiene un hijo. ¿Será suyo? Esa es una de las verdades que Diego teme que salga a la luz frente a las narices de sus hijos.

“El mundo snob está por escribir. En España, siempre se escribe de las clases humildes y las clases medias. De los ricos no escribe nadie”, dijo Jacobo Bergareche en una reciente entrevista.

En Las despedidas, que ciertamente se lee como una novela de clase, desfilan vidas de profesionales suicidas, consumos de clase acomodada, canciones de rock antiguo –suenan Grateful Dead, Roger Waters, The Beatles– veleros, ocio, nados a mar abierto, ginebra y whisky caro, en el que la infidelidad es vista desde diferentes ángulos, como algo que a la vez que generó un oasis en medio del aburrimiento existencial también posibilitó una renovación en la vuelta al nido matrimonial, aunque el encontrarse con la amante, en medio de la consumación familiar, parezca más una astilla en la memoria que un recuerdo placentero y el protagonista se carcoma en su egoísmo.

Las despedidas, de Jacobo Bergareche. Foto: Libros del AsteroideLas despedidas, de Jacobo Bergareche. Foto: Libros del Asteroide

Con diálogos ágiles y una prosa con acertada economía de recursos que anima a saber cuál es el desenlace de esta pequeña trama de secretos, crisis de la madurez y aventuras amorosas, Bergareche, que tras el éxito de Los días perfectos, una suerte de impugnación del matrimonio que continúa ahora en el dilema de Diego con su amante, como en la inolvidable Breve encuentro (1945), la película británica de David Lean, muestra las cartas del azar, el desencanto, la soporífera rutina familiar y frases como “¿Tú nunca has estado en una fiesta donde todo el mundo parece que lo está pasando bien y tú solo quieres salir corriendo?».

No exenta de estereotipos y escenas de forzada liviandad que desvían sin peso narrativo lo mejor de la novela, Las despedidas encarna la puesta en escena de una amarga y dulce reflexión sobre la culpa de los ricos y la atracción fugaz de lo prohibido mientras la vida es aquello que transcurre entre bienvenidas largas y despedidas cortas que se sintetizan lúcidamente en la coda final del escritor y poeta Alejandro Simón Partal: “Hasta que un día sales/ y esos matices cambian y vuelve/ la capacidad de ver, y todo el tiempo/acude a ese instante”.

Las despedidas, de Jacobo Bergareche (Libros del Asteroide).