La fama es un arma de doble filo y puede hacer realidad todos tus sueños, pero también tus pesadillas. La exposición que implica (especialmente, cuando se arrastran problemas de lejos) ha convertido a más de una estrella juvenil en juguetes rotos de la industria, como es el caso que hoy nos ocupa. ¿Qué fue de Amanda Bynes?
Amanda Laura Bynes nació en 1986, en Thousand Oaks (California, EE.UU). Comenzó su carrera como actriz a los 7 años, haciendo anuncios de TV, y también participando en varias representaciones teatrales de musicales como ‘Sonrisas y lágrimas’ o ‘Annie’. Pero su carrera en Hollywood arrancó cuando un productor de Nickelodeon la vio en un club de comedia.
Allí la fichó para aparecer en el programa humorístico de sketches ‘Todo eso y más’ (1996), donde triunfó tanto que tuvo su propio spin-off: ‘The Amanda Show’ (1999), el programa creado por Dan Schneider donde también se pasaron otras estrellas de Nickelodeon como Drake Bell o Josh Peck.
Bynes se convirtió en una estrella juvenil y no pararon de lloverle proyectos durante la primera década de los 2000: comenzó con la película ‘Gordo mentiroso’, a la que siguió ‘Un sueño para ella’, ‘Mi ligue en apuros’, ‘Ella es el chico’, ‘Hairspray’, ‘Una novata en un cuento de hadas’ y la serie ‘Lo que me gusta de ti’.
También probó como actriz de doblaje en ‘Robots’, ‘Rugrats’, ‘La gran aventura de Wilbur’ y ‘Padre de familia’, y acaparó las portadas como una de las actrices de menos de 25 años más populares del momento. Sin embargo, tras ‘Rumores y mentiras’ en 2010 (la comedia en la que era antagonista de Emma Stone) no ha vuelta a hacer nada como actriz.
Según explicó Bynes, quedó muy disgustada con esa última porque no se gustaba físicamente en ella: «Literalmente, no podía soportar mi aspecto en esa película, y tampoco me gustaba mi actuación». Estaba convencida de «tenía que dejar de actuar después eso», y tenía pensamientos intrusivos de que aparentaba tener sobrepeso en la cinta.
Aquello no era más que la punta del iceberg de todos los problemas de salud mental que acarreó la actriz. Bynes contó que, en el punto álgido de su carrera, comenzó a abusar del Adderall (un medicamento que se utiliza para tratar el TDAH), pensando que le ayudaría a mantenerse delgada.
Eso unido al alto consumo de alcohol y marihuana terminaron deteriorando su salud mental: «Me afectó al cerebro de forma distinta a cómo afecta a otras personas. Alteró totalmente mi percepción de las cosas». En los años posteriores, Bynes fue detenida por conducir bajo los efectos del alcohol y por lanzar una pipa de agua por la ventana.
En 2013, se le concedió a sus padres su tutela, argumentando que tenían miedo de que su hija se hiciera daño a sí misma. Por aquel entonces, Bynes estaba convencida de que la vigilaban y se volcó compulsivamente a planificar operaciones de cirugía estética de alto riesgo. En 2014, se le diagnosticó Trastorno Bipolar.
En 2015, acusó a su padre en Twitter de haberla violado, declaraciones de las que luego se desdijo, argumentando que «el microchip implantado en su cabeza» le había obligado a decirlo. Ese mismo año, Bynes pidió perdón por ello a la par que anunciaba que había conseguido mantenerse sobria.
En 2022, un juez levantó la tutela de sus padres y, un año después, la actriz volvió a internarse en un centro psiquiátrico tras sufrir un brote psicótico y ser hallada desnuda y desorientada por las calles de Los Ángeles. Su nombre también salió a la palestra este mismo año ante su llamativa ausencia en la docuserie ‘Silencio en plató’, que profundizaba en el ambiente tóxico que reinaba en algunos sets de series infantiles de Nickelodeon de principio de los 2000.
Aparte de la actuación, Bynes se graduó en 2019 en la escuela de diseño de California, y ha hecho alguna colaboración en el ámbito de la moda en los últimos años. Si bien en alguna ocasión ha comentado que le gustaría volver a actuar, tal vez sea mejor que continúe al margen de los focos y siga centrada en su salud.
Imagen: Getty, Backboard
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