En El incansable polemista (Editorial Biblos) Carlos Cámpora sostiene que es posible detectar una invariante en la obra ensayística de Juan José Sebreli: el rasgo “combatiente” de su pensamiento que siempre busca situarse como contradictor de su objeto de análisis. En este sentido, la caracterización del autor de Buenos Aires, vida cotidiana y alienación como “polemista” no es novedosa, pero resulta interesante el modo en que Cámpora presenta en los siete capítulos que componen el libro las diferentes perspectivas sebrelianas en tensión con los campos literarios, culturales, sociológicos, políticos, estéticos y religiosos que aborda el ensayista.
Resulta evidente que Cámpora, licenciado en Letras, tiene un conocimiento detallado de la obra de Sebreli. El origen del presente libro es su tesis de Maestría en Sociología de la Cultura en torno a la producción intelectual del autor entre 1950 y 1970 que aquí extiende a textos posteriores de la década de 1980 hasta llegar a Dios en el laberinto (2016). El punto de partida del análisis de Cámpora será la participación de Sebreli en tres revistas culturales de la década de 1950: Contorno, Centro y Sur. El ecosistema cultural por el cual transitaba el joven ensayista en torno a la Facultad de Filosofía y Letras de la calle Viamonte se percibe como determinante en tanto manifestación de un clima de época atravesado por las resonancias sartreanas que serán el primer gran influjo en la mirada filosófica de Sebreli.
Con la publicación de Buenos Aires, vida cotidiana y alienación en 1964 Sebreli irrumpe en el marco de la llamada “sociología de la vida cotidiana” con un bestseller (en agosto de 1965 ya había vendido 30.000 ejemplares) que se instala como paradigmático de un momento renovador. Según Cámpora, “el texto de Sebreli aparece en un período donde se desarrolla una ‘modernización’ en distintos ámbitos de la cultura”. La obra sebreliana abría de esta forma una polémica desde la “sociología intuitivista” contra la “sociología científica” de Gino Germani que venía de la mano de la creación de la carrera de sociología en 1957 en la Universidad de Buenos Aires.
Es importante dar cuenta de la cartografía literaria en la cual se inserta el clásico de Sebreli que no es el único representante de esta corriente sino, por el contrario, forma parte de una tendencia de época conformada por otros libros como Los que mandan de José Luis de Ímaz, editado también en 1964 y El medio pelo en la sociedad argentina de Arturo Jauretche de 1966. El ensayismo impresionista que pone el foco en los datos aparentemente superficiales se constituye en un eje que resultará fundante del método “intuitivista” de Sebreli que continúa la tradición del ensayo argentino desde su toque personal, abierta por la figura ineludible de Ezequiel Martínez Estrada, con quien discute en su primer libro, al cual es posible leer como un gesto parricida para construir una voz propia.
En los sucesivos capítulos Cámpora observa las declinaciones de la perspectiva de Sebreli que, si bien se mantiene adherida a las categorías marxistas, se distancia críticamente de lo que denomina “marxismo vulgar”. El marxismo sebreliano, según lo escrutado por Cámpora, se mueve de Sartre a Marcuse. El frankurtismo empieza a ganar mayor dimensión en textos como Mar del Plata, el ocio represivo (1970) y Sebreli realiza subsiguientemente la operación de lectura de abordar a Marx desde Hegel: su “marxismo hegeliano” está cada vez más acentuado por los pensadores del freudomarxismo.
Con la edición de Los deseos imaginarios del peronismo en 1983, se abre, según Cámpora, una bisagra en el recorrido intelectual sebreliano que implica un pasaje autocrítico del autor con respecto a su visión del peronismo en particular. Aquí marca Cámpora el viraje de la tesis sostenida por Sebreli en Eva Perón, ¿aventurera o militante? (1966), donde negaba que el peronismo fuera un modo de fascismo (y del cual valoraba su elemento plebeyo), hacia una posición donde considera que éste combina a la vez rasgos bonapartistas y fascistas, tesis que Cámpora evalúa como “controversial”.
En los capítulos finales Cámpora describe el proceso intelectual de los textos de Sebreli en relación con el pensamiento contemporáneo (que denomina “posmoderno”) en El asedio a la modernidad (1991), su otro gran bestseller, como consecuencia de una mirada habermasiana y europeísta, a cuyos representantes en toda su diversidad califica de modo vago como “irracionalistas” y se instala en una actitud defensiva de los “valores occidentales” y la concepción de “la razón” como un universal. Posteriormente, las ideas políticas argentinas y la religión son los otros dos temas que aborda Sebreli y que Cámpora repasa de manera minuciosa para cerrar su recorrido analítico.
El incansable polemista de Carlos Cámpora es una herramienta valiosa para todo aquel quiera tener una perspectiva integral de la obra ensayística de Juan José Sebreli.