En este artículo trataremos el tema de las cetonas y dietas cetogénicas desde un punto de vista práctico, ya que cuando se plantea o populariza una estrategia nutricional, una práctica nutricional o el consumo de un alimento, suplemento o nutriente específico, solemos caer en el error de promover, realizar o apostar por esa acción sin preguntarnos siquiera qué objetivo buscamos o de lo que estamos hablando.


¿Qué es una cetona?

Las cetonas o cuerpos cetónicos son subproductos del metabolismo de las grasas. Las cetonas se producen cuando no hay suficiente glucosa (hidrato de carbono simple) para cubrir las necesidades energéticas del cuerpo o cuando la glucosa presente no se puede utilizar como combustible porque no hay suficiente insulina. Este último caso se da solo en diabéticos, tipo I, dado que en circunstancias de reposo, aunque la célula necesite combustible, requiere de la insulina para que esta hormona abra los canales que permiten el paso de la glucosa de fuera a dentro de las membranas celulares. Trataremos en profundidad todo el metabolismo de la glucosa en otro artículo.

En estos casos, el organismo obtiene la energía que debería de ser cubierta por la glucosa a partir de la descomposición de grasas. Al metabolizar las grasas, se acumulan en sangre unos subproductos conocidos como cuerpos cetónicos, dando lugar inicialmente a una cetosis que puede progresar a un tipo de acidosis metabólica denominada cetoacidosis.

Hay que dejar claro que usar la grasa en ausencia de glucosa, no tiene nada que ver con el normal uso de grasa en presencia de la primera, que no da lugar a cuerpos cetónicos.

Normalmente, las células utilizan la glucosa (azúcar) en la sangre para obtener energía, ya que es muchísimo más rentable, sencilla y “limpia” que otras vías, si entendemos como limpia el no generar más residuos que el CO2 expirado.

La fuente principal de glucosa son los alimentos hidrocarbonados, ya sean simples o complejos. La desventaja de consumir simples en un estado de reposo es que el exceso que no se usa se acumula como grasa. La ventaja de consumir complejos es que el proceso de digestión permite que pasen poco a poco y de manera lineal al torrente sanguíneo sin que eso genere ni déficits ni superávits.

En resumen, si las células no tienen glucosa para cumplir funciones básicas que dependen de ella exclusivamente, el cuerpo descompone grasa para obtener una energía similar. Este proceso produce cetonas. Si tu cuerpo descompone la grasa demasiado rápido, las cetonas pueden acumularse en tu sangre y orina. Aunque la mayor parte de la población sana excreta el exceso con normalidad, personas como diabéticos, embarazadas, niños, pueden sufrir problemas graves por su incapacidad de gestionarlo al 100%.

En una persona sin diabetes, la producción de cetonas es la adaptación normal del cuerpo a la inanición. El problema real vendría dado si los niveles de cuerpos cetónicos fuesen demasiado altos, ya que son compuestos de pH muy bajo (ácido), el pH de la sangre cayese y se diese una situación de cetoacidosis.

Segunda conclusión: niveles altos de cetonas hacen que la sangre sea demasiado ácida, lo que compromete altamente el estado de normalidad del cuerpo.

Existen distintos métodos para saber si una persona sana se encuentra en un estado de cetosis causando por ayuno o por una restricción de HC, ya sea casual o forzada: analizando el nivel de los cuerpos cetónicos.

Cetonas y dietas cetogénicas 2
Cetonas y dietas cetogénicas 2
Existen tres tipos de cuerpos cetónicos o cetonas:
  • El acetoacetato: es el primero que se origina durante el metabolismo de las grasas.
  • El beta-hidroxibutirato: se crea a partir del acetoacetato. Se trata del cuerpo cetónico predominante en los casos graves de cetoacidosis diabética.
  • La acetona: es un producto que se forma espontáneamente a partir del acetoacetato.

Aunque a través de una analítica podemos saber qué cuerpo concreto está elevado, algo que se utilizaría para diagnosticar concretamente si se trata de un proceso patológico o una simple situación fisiológica, es una simple prueba de orina que cuantifique el nivel total de acetona. Estas tiras se venden en cualquier farmacia o incluso por internet, y su coste es bastante bajo.

Se orina en la tira y el reactivo mostrará un color que nos permitirá saber en qué estado estamos. El propio envase tiene una leyenda de colores.

Como hemos dicho, una persona sana tiene capacidad de gestionar esta ausencia de carbohidratos, pero no significa que no sea una situación “extra” de trabajo para el organismo que pueda desencadenar, con mayor o menor grado de sensibilidad individual, síntomas como:

  • Aumento de la cantidad y frecuencia de la emisión de orina.
  • Sed excesiva.
  • Sequedad de piel, manos y pies fríos, sudoración.
  • Deshidratación, pérdida de electrolitos.
  • Aumento de la frecuencia respiratoria, disnea.
  • Aliento con olor afrutado.
  • Náuseas, vómitos.
  • Cansancio.
  • Confusión.

Cuanto más sensible sea el sujeto y más bajo tenga el umbral del dolor, mayor será la percepción de estos síntomas. A nivel anecdótico, hace 40 años, cuando no existía tanta información referente a la adecuada gestión de la alimentación, era común diagnosticar a niños con cetosis. La infancia es un proceso de anabolismo bárbaro en el que, por el desarrollo mental y el crecimiento, a la par que por la actividad tan dinámica que se da a cabo en edades tempranas en las que estamos descubriendo el mundo (los niños no paran de moverse), las necesidades energéticas son altísimas. Si en estas situaciones en las que el gasto es brutal, sobre todo el neuronal, no se gestiona adecuadamente el aporte de HC podríamos caer en un déficit de los mismo, obligando a poner al sujeto en un estado de cetosis.

Algo tan inofensivo como darle de comer a un niño solo proteína (ensalada y filete de pollo) seguido de ausencia de merienda y una cena de otro alimento proteico como una tortilla con un pure de verduras, puede hacer que a la mañana siguiente perciba síntomas de agotamiento, dolor de cabeza, irritabilidad, malestar…. En mi infancia, cuando el médico llevaba a cabo el diagnostico, confirmado con prueba de tira de orina y sugerido por otras casuísticas como la ausencia de fiebre, vómitos u otra dolencia típica de un cuadro vírico común, el tratamiento se basaba en la administración reiterada de dosis altas de hidratos simples en forma de zumos o refrescos con más azúcar añadido.

Por mucho que los infantes de aquella época estábamos ansiosos de padecer “esa enfermedad”, no solo para faltar a clase si no por lo agradable del tratamiento, no dejaba de ser matar moscas a cañonazos. Una adecuada gestión del HC con fuentes complejas regular y en todas las ingestas, hubiese sido más que suficiente.

Cetonas y dietas cetogénicas 3
Cetonas y dietas cetogénicas 3
¿Cuál es el objetivo de promover dietas que fomenten la cetosis hoy día?

En la mayor parte de los casos, se busca un objetivo estético o, si no es estético, deportivo ligado a la mejora de la composición corporal. Sin duda la restricción del HC y la promoción de utilización de grasa como energía podría mejorar la pérdida de ésta por parte del sujeto. Lo estético es obvio, lo deportivo iría en la línea de disminuir el peso total del sujeto afectando solo a un tejido que, cuanto menos mejor, y no está directamente implicado en la contracción muscular. Todo con matices, porque no siempre es así, tanto en un caso como en el otro. Del mismo modo trataremos un tema específico de composición corporal óptima ligado a rendimiento en otro artículo más, y veremos el papel de la masa grasa en el deportista de fondo.

La incógnita que debemos resolver es si la acción ligada a la pérdida de masa grasa penaliza o no el global del rendimiento. Este tema ya ha sido tratado en ocasiones anteriores, concluyendo que, dado que la mayor parte de los trabajos de mejora de la condición física engloban vías energéticas glucolíticas de ata intensidad, parece que es mejor entrenar calidad que cantidad, la estrategia podría penalizar o, como mínimo, no favorecer el programa de entrenamiento. La mejora en la composición corporal podría penalizar la mejora en la condición física, y no solo no compensar, si no ser inútil.

¿Para entrenar con cetonas altas tengo que llevar a cabo una dieta cetogénica?

NO. Hoy trataremos otro objetivo o estrategia que está surgiendo con respecto al uso de las cetonas y en lo que muchas personas se equivocan: no se trata tanto de someter al deportista a un estado de cetosis durante y para la práctica deportiva, con el fin de minimizar el contenido graso corporal o buscar eficiencia en la quema de grasa, sino con la administración de estas durante la práctica  deportiva aportar un sustrato extra a los ya existentes. Son cosas totalmente distintas y es importante aclararlo porque con respecto a la creciente tendencia a utilizar las cetonas como herramienta de suplementación, se le está aunando una corriente de buscar el mismo efecto a través de una estrategia nutricional cetogénica. Se mezclan conceptos, efectos y estrategias y eso está haciendo que tengamos que clarificar qué es lo primero, ya comentado, y qué es lo segundo.

Suplementación aguda de cetonas y el rendimiento deportivo

Hace tres años, y dado que era un tema que se estaba popularizando mucho en el entorno del rendimiento deportivo, cuatro autores llevaron a cabo una publicación en la que realizaban una revisión sistemática y Metaanálisis de ensayos controlados aleatorios a cerca de la suplementación aguda con cetonas. (Valenzuela PL, Morales JS, Castillo-García A, Lucia A.Int J Sports Physiol Perform. 2020 Feb). Lo que pretendían los autores era valorar a través de una revisión sistemática, no se trata de un estudio de investigación, sino de una revisión de todos los estudios encontrados hasta la fecha de las conclusiones al respecto, el impacto en el rendimiento de la administración oral de cetonas, en una situación de normalidad.

En ciencia, aunque un estudio pueda determinar, corroborar o no una hipótesis previa, puede dar lugar a fallos de interpretación global. También es muy habitual afirmar algo basándose en una única publicación. Un estudio es un análisis de situación de un grupo concreto en circunstancias concretas y con unas características delimitadas. Para que un estudio tenga validez es necesario que se respeten ciertos requisitos:

  • Población adecuada (sexo, entrenamiento).
  • Control de dieta y ejercicio reciente.
  • Administración a doble ciego de los compuestos, incluyendo placebos.
  • Asignación aleatoria de los sujetos a los distintos grupos.
  • Medidas repetidas para evitar diferencias individuales.
  • Control de variables que puedan interferir, como cambios de temperatura.
  • Número suficiente de sujetos para poder realizar análisis estadísticos.
  • Utilización de los análisis estadísticos adecuados.

Dado que el principal problema al que los autores suelen encontrarse es la cantidad de personas disponibles para analizar (insuficiente para argumentar algo dirigido a la humanidad global) y que cada una de ellas son totalmente distintas, existe la vía del análisis de todo lo publicado hasta la fecha. Eso es un metaanálisis. Lo que se intenta es, a partir de muchas muestras pequeñas, concluir lo acaecido en un conjunto mayor.

En este caso, los autores realizaron una búsqueda sistemática en PubMed, Web of Science y SPORTDiscus (desde el inicio hasta Julio 21, 2019) para encontrar ensayos controlados aleatorios investigando el efecto de la suplementación aguda de cetonas comparada con una bebida sin cetonas (es decir la intervención control). Cuando comentan que “La diferencia media estandarizada (Hedges g) entre intervenciones y el intervalo de 95% coeficiente (CI) fueron computados usando un  modelo de efectos aleatorios,” hacen referencia a que se buscan similitudes en fondo y forma entre los estudios. Si no, estaríamos metiendo en el mismo saco análisis bien y mal hechos o simplemente distintos, y carecería de valor el resultado.

Su objetivo fue “Determinar los efectos agudos de la suplementación de cetonas en el rendimiento deportivo (primer resultado) y las respuestas fisiológicas y perceptuales al ejercicio (segundo resultado).” No solo buscaban ver el efecto en el rendimiento, sino valorar si eso repercutía negativamente en el deportista. Y los resultados, que es lo que al fin y al cabo nos interesa, concluyeron que: “No se observaron diferencias significativas entre las intervenciones para el rendimiento deportivo en general. Los subanálisis no revelaron diferencias entre las intervenciones cuando se analiza el rendimiento de resistencia contrarreloj o al evaluar los efectos separados de los suplementos que contienen ésteres cetónicos o sales. Todos los estudios informaron aumentos en la concentración de cetonas en plasma después de la suplementación aguda de cetonas, pero no se informaron efectos consistentes sobre las respuestas al ejercicio (calificación de esfuerzo percibido) en el metabolismo (niveles de lactato y glucosa en plasma), respiratorio (relación de intercambio respiratorio, consumo de oxígeno y frecuencia respiratoria), cardiovascular (frecuencia cardíaca) o perceptual.”

O dicho de otro modo, cuando se comparaba el resultado del estudio antes y después de la aplicación de bebidas con cetonas, no hubo ninguna diferencia. Lo que se suele hacer en estos casos es llevar a cabo test a los deportistas antes de la intervención, y volver a medir después de la intervención. Las diferencias entre los resultados de los test han de ser tangibles, lo que en ciencia se llama “diferencias suficientemente significativas”. En este caso no se observó ninguna.

CONCLUSIONES:
  • “Estos hallazgos sugieren que la suplementación de cetonas no ejerce una influencia clara en el rendimiento deportivo (desde sprints hasta eventos que duran hasta ∼50 min) o las respuestas metabólicas, respiratorias, cardiovasculares o perceptivas al ejercicio. Se necesita más investigación para dilucidar si esta estrategia pudiese proporcionar efectos ergogénicos en otros tipos de ejercicio (por ejemplo, ejercicio de ultraendurance).”
  • Es cierto que las circunstancias del corredor de montaña son distintas a las de los perfiles estudiados, pero es que la dificultad para llevar a cabo análisis en estas modalidades que requieren de un tiempo de práctica muy amplio, es altísima. No solo el problema radica en el tiempo, sino que a mayor duración más factores intervienen. Y si es en montaña, ni hablemos: ¿cómo vamos a replicar antes y después de una toma de una sustancia mismas condiciones, por ejemplo, climáticas? ¡Hasta cómo haya dormido el deportista una u otra noche previa puede influir en el resultado de los test!
  • Sea como fuere, lo cierto es que, aunque los autores invitan a observar el resultado de más estudios, el cambio, si lo hubiese, no fue tangible.
  • Llevando la conclusión al mundo terrenal, cuando se comenta que una estrategia es utilizada por el campeón del mundo de una disciplina para aumentar el rendimiento, puede que ese aumento de rendimiento se traduzca en haber bajado minutos a una prueba con respecto al segundo, a unos niveles de rendimiento absolutamente inalcanzables por cualquiera de nosotros. El efecto que en élite puede marcar la diferencia entre ser primero y segundo, es imperceptible para el resto de los mortales.

Seguiremos atentos a los resultados de futuros estudios con respecto a la suplementación con cetonas, pero hoy por hoy parece ser que el uso de las mismas no determina claramente nuestro rendimiento. Al margen, no confundir la utilización de cetonas en el rendimiento con llevar a cabo rendimiento en estado de cetosis inducido por la dieta. Son cosas distintas. 

Fuente:nota escrita por Daniel Escaño, nutricionista deportivo para www.sportlife.es