En la década de los años ochenta, para la industria del cine toda historia parecía sumamente novedosa: desde el terror psicológico que nos invade al conocer la historia de un matrimonio encerrado en un hotel, visualizar el futuro en una distopia social adelantada a su tiempo o simplemente sumergirnos en una historia conmovedora hasta las lágrimas, sin embargo, dentro del ámbito competitivo del cine dos cintas marcaron la historia cuando, con semanas de diferencia, se estrenaron en 1982, aunque para una de ellas su estreno se convirtió en un estrepitoso fracaso en taquilla.

Justo en el verano de aquel año, los estrenos cinematográficos buscaban enganchar al público con sus historias y sus efectos visuales, y una muestra de ese éxito llegó cuando John Carpenter sorprendió a los asistentes de las salas de cine al presentar ‘La cosa‘, una de sus más notables producciones que, aunque ahora se considera como una obra de culto del terror y la ciencia ficción, pasó a segundo plano con la audiencia, ¿la razón? Justamente otra criatura venida del espacio: semanas antes Spielberg había maravillado al público con ‘E.T.

La película de Spielberg no sólo rompió récords de taquilla, sino que también capturó el espíritu optimista y familiar de la época que se vivía (y gustaba) en el cine de aquellos años, sin embargo, dos semanas después, el 25 de junio, llegó ‘La cosa’ a las salas con una visión radicalmente diferente de los visitantes del espacio: una criatura capaz de imitar y destruir a sus víctimas de formas por demás grotescas.

El contraste entre habitantes del espacio exterior

Mientras ‘E.T.’ celebraba la unión entre humanos y extraterrestres, ‘La cosa’, inspirada en la novela corta de 1938 de John W. Campbell Jr. ‘¿Quién anda allí?’ exploraba el miedo, la paranoia y la desconfianza, elementos oscuros que contrastaban con el tono esperanzador de Spielberg. El público, aún conmovido por la bondad del entrañable alienígena, no estaba preparado para enfrentar el horror visceral que ofrecía Carpenter.

Sin embargo, la crítica tampoco ayudó demasiado a posicionar la cinta entre el público. Las opiniones de la época la tachaban como «un programa para frikis, una película asquerosa en la que los adolescentes pueden desafiarse entre sí a mirar la pantalla» como escribió Vincent Canby del New York Times, de ahí que surgiera otro aspecto clave en el rechazo inicial de ‘La cosa’: sus efectos especiales.

Considerados grotescos e incluso excesivos para la época, los efectos diseñados por Rob Bottin mostraban transformaciones corporales perturbadoras y criaturas mutantes nunca antes vistas en pantalla. Aunque estos efectos son ahora un ejemplo destacado de creatividad técnica, en 1982 muchos críticos los tildaron de innecesariamente repulsivos, distrayendo de la narrativa, como la escena de la cabeza de un personaje que se desprende del cuerpo, desarrolla patas y se convierte en una araña grotesca. Este tipo de imágenes, innovadoras pero impactantes, alejaron al público masivo y a los críticos, quienes las percibieron como carentes de propósito.

Como el mismo director comentó en su momento para This Distracted Globe, «mi película es exactamente lo opuesto a ET…  Es deprimente. Es lo más sombrío que hayas visto jamás. Pensé que había hecho una película realmente genial, ¿no?»

Sin embargo, con el paso del tiempo se convirtió una película alabada por sus «efectos visuales innovadores» que «siguen asombrando incluso hoy en día» y que han convertido a esta película en un clásico del género gracias al auge del formato doméstico y las reposiciones, que permitieron a una nueva audiencia apreciar su atmósfera tensa, su estudio sobre la desconfianza humana y la maestría de sus efectos visuales.

Para finales de los años 80 y en décadas posteriores, ‘La cosa’ ya había ganado un estatus de culto, y hoy es considerada una de las mejores películas de terror de todos los tiempos.

En Espinof | Los desarrolladores de VLC escondieron un guiño al cine de Tarantino que te vuela la cabeza apenas terminas de ver la película

En Espinof | La mejor novela del momento no está en Netflix, está en Tiktok con actuaciones al borde del acantilado de la exageración y episodios que duran menos de un minuto