La artista tucumana Lucrecia Lionti exhibe por primera vez sus obras en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires. “Mumu”, como se la conoce, comenzó su carrera en la galería Inmigrante, un lugar de exhibición que se había habilitado en el sótano de una librería de San Telmo alrededor de 2012. Lo que le siguió a Lionti fue una carrera en ascenso de manera progresiva, un paso a la vez, que llevó sus obras hasta el Museo Reina Sofía de España, y que hoy la ve debutar en el museo más importante del país.
Fabril la mirada, con curaduría de Carla Barbero, tomó el subsuelo del museo. Presenta instalaciones textiles creadas para la ocasión y una serie de obras en papel realizadas entre 2012 y 2017 que dan cuenta de sus experimentaciones y donde se rastrean algunas huellas que aparecerán en su obra más contemporánea.
Primero en la tela
Lionti es heredera de un hacer artístico más presente en los artistas federales. En un comienzo pintaba sobre papeles, materiales baratos, urgentes. Desde hace casi una década incursionó primero en la tela y luego en el tejido; se conecta así con su historia familiar, es nieta de una modista, y con las comunidades de tejedoras tucumanas, a quienes visita cada año.

Sin embargo, no abraza los manifiestos sino que los rodea, incursiona y se retira. Es una decisión que como consecuencia enriquece su obra, se permite esquivar los dogmas y resulta en una enunciación más cercana y amable con el espectador.
El mayor exponente de este gesto es la variedad de materiales de origen industrial y artesanal: lana de oveja, hilos sintéticos, plástico, papel, metal reciclado de otras prendas.

Para Fabril la mirada Lionti trabajó por primera vez con la tela que toma el espacio se aleja de la pared, y se habilita el recorrido 360°. Incluso aprovecho los dobles techos de la sala subterránea para crear una de sus obras más grandes de su carrera, «Pizarrón». Utiliza la gabardina para dar vida a este gran retazo donde con óleo pastel y bordados dibuja y deja pistas sobre lo que veremos en el resto de las telas.
“Es una especie de bloc de notas, una pizarra de escrituras, donde se ve de todo. Un poco los moldes que después se repiten en otras obras, escrituras sobre historia del arte, patrones de tejido, dibujos de partes de molderías de brazos y mangos”, explica a Clarín.
Lionti realizó diez instalaciones/telares para la exhibición en Malba. Su forma emula los recortes de moldería, pero desde una mirada anclada en la historia del arte se observa allí la herencia del marco recortado del madí.

La deformación de los límites –así como el uso de frases y palabras aisladas– estuvo presente desde temprano en su obra; así lo demuestran las tres obras sobre papel de sus inicios que se exhiben junto a sus recientes creaciones y la tela «Cuide la vanguardia», de 2016, una primera aproximación a técnicas y temas de sus obras contemporáneas.
“Si bien parten de una moldería en línea con la idea de cuántos brazos necesito para seguir tejiendo para seguir haciendo obra, una cosa entre la demanda, el arte y el capitalismo, esa forma de manga termina siendo abstracciones que podrían ser lo que quieras que sea”, comenta.

Puntos y apliques
Las obras de “Mumu” combinan tejido en distintos puntos, con apliques de todo tipo de telas: vellón, fieltro, foil, cuerina, hilos de nylon, accesorios de prendas recicladas. La mezcla de materiales opera como reafirmación de las influencias variadas de la artista, que puede trabajar con materiales pigmentados de manera orgánica o con hilos sintéticos comprados al pasar durante unas vacaciones en Brasil.
Para su debut en Malba trabajó por primera vez con colaboradores. Sin embargo, prefiere la labor en solitario en su taller del Palacio Barolo. “Las puntadas y los tejidos son como una pincelada, un dibujo; hay algo del grafismo, de la mano, que tiene que seguir”, explica.

En su texto curatorial Barbero destaca que la obra de Lionti “activa no solo el vínculo con las labores históricamente asociadas a las mujeres, sino también con los movimientos políticos subalternos, a través del uso de materiales precarios y consignas sociales. En sus piezas se hace evidente la influencia de la cultura visual mediática y de la historia política regional”, reflexiona.
En un sentido, la obra de Lionti se aleja con la concepción del tejido como una práctica femenina vinculada al cobijo, a la intimidad del hogar, al gesto suave y recatado y lo convierte en una tarea racional.
“Cuando sabés tejer vas pensando un montón en matemáticas, no te podés saltar un punto, hay un patrón matemático que tenés que respetar, hay un pensamiento y un tiempo que vos estás dedicando”, apunta.
Como parte de Fabril la mirada Malba editó un catálogo donde se recorren los más de 15 años de trayectoria de Lionti, la primera gran compilación de su trabajo. Mientras, prepara las valijas para partir a Londres, donde formará parte de la residencia Gasworks.
Fabril la mirada. Lucrecia Lionti, en el Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), de jueves a lunes de 12 a 20 y miércoles de 11 a 20 hasta el 16 de junio. Entrada: $9.000.