Comunicar la música. Algo aparentemente tan simple resulta muchas veces difícil de llevar a la práctica, en especial cuando se trata de música clásica, un género al que la historia reciente le ha dado un aire de exclusividad que tiene poco que ver con su esencia. Desde hace años (y con formación en Humanidades y Ciencias Empresariales, un pasado de cantante lírico profesional y un bagaje pianístico con el que recorre el mundo y sus pianos), el catalán Ramón Gener ha logrado a través de charlas ilustradas, videos, columnas en medios periodísticos, material en redes sociales, entrevistas y un sinfín de manifestaciones, acercar a nuevos oídos el legado de los grandes compositores.
Aunque el paso de Gener por Buenos Aires tuvo el propósito concreto de presentar su primera novela, Historia de un piano: 31887 (Destino), hubo además otra motivación: recopilar información de primera fuente y sobre todo empaparse del clima de la ciudad. Sucede que, por estos días, Gener avanza en la preparación de su próxima novela, cuyo tema está relacionado con la compañía italiana que llegó desde Génova para dar la segunda temporada lírica del Teatro Colón en 1909.
–¿Fue coincidencia su viaje para esta presentación?
–Sí. Y cuando surgió la posibilidad de venir pensé en hacerlo antes para conocer personalmente a toda la gente que me está ayudando, y porque es imprescindible conocer los lugares. Voy con mi libretita, me siento ahí, hago dibujos de las cosas para estar en los sitios, para respirarlos, para poder después tener un poco de verdad en lo que escribo.
Mientras se entusiasma relatando el argumento de su futura novela (un romance que empieza en el barco que trae a la compañía), Gener destaca los múltiples lazos entre su historia y Buenos Aires. A pesar de haber pasado en suelo argentino por apenas unos días, el divulgador y escritor confiesa: “Éste es un país que crea una cierta adicción. La musicalidad, el lenguaje, el ser un pueblo que se pregunta muchas veces las mismas cosas insistentemente. Es algo muy adictivo y muy, muy apasionante”.
Otros lazos del destino lo ligan al Colón. Uno es su maestra de canto, la soprano Victoria de los Ángeles, amada y recordada por el público que frecuentó el Teatro desde los 50. Gener llegó a ella de una manera impensada, cuando no estaba en sus planes hacer carrera como cantante de ópera. “Victoria apareció en el momento exacto, me dijo lo que necesitaba escuchar y estuve muchos años con ella”, rememora.

“Y fue maravilloso. Si escribo también es gracias a ella, porque fue la persona que me dijo que la música no era solo música. A veces llegaba a la clase y me decía: ‘Hoy no vamos a cantar, vamos a leer Veinte poemas de amor y una canción desesperada’. Y yo pensaba: ‘¿Esto qué tiene que ver con lo que estamos haciendo?’. En ese momento no entendía nada. Simplemente lo hacía porque ella me lo decía. Después con el tiempo lo entendí todo. Cuando ella murió me di cuenta de que me salvó la vida en todos los sentidos”.
El otro lazo es la ópera Billy Budd, que por estos momentos se prepara en la sala de la calle Libertad. Fue justamente cantando un rol en esa ópera, en una producción en el Liceo de Barcelona (2001), que Gener comprendió que su futuro no estaba en esas tablas, o al menos no de esa manera.
Al observar la excelencia y al mismo tiempo la despreocupación de Bo Skovhus, el gran barítono danés que encarnaba al protagonista, Gener comprendió que nunca alcanzaría ese nivel. “Me di cuenta de que, por mucho que me gustaba cantar y que había apostado todo a eso, no iba a conseguir ser Messi. Y yo quería ser Messi, quería ganar el mundial y comprendí que eso no iba a suceder. Y después apareció todo el resto, casi por casualidad, y me encontré en los escenarios de ópera, pero no cantando, sino sentado al piano explicando, y resultó que eso era lo mío”, confiesa.
Europa dentro de un piano
Todo pianista (profesional, aficionado o en formación) lo sabe: además de un instrumento, un piano es una parte sustancial del hogar, y el vínculo que llega a entablar con él conlleva un grado de intimidad en el que los términos de la relación poseedor–poseído pueden invertirse. Y, como pocos objetos, un piano guarda una historia, el recuerdo de cada una de las personas que se sentaron ante él para transformar las notas muertas de un papel en música viva.
“Se debe aceptar un piano como se acepta un destino”; la frase de Sviatoslav Richter puede aplicarse también para resumir la esencia de Historia de un piano: al comprar un piano se está adquiriendo también un bagaje de vidas, recuerdos y fantasmas que habitará la casa.
El número que acompaña el título de la novela (31887) no es ni más ni menos que el número de serie del piano de Ramón Gener, un Grotrian–Steinweg, pero… ¿cuánto de autobiográfico hay en su relato, que trenza las vidas de los sucesivos poseedores de este piano en un derrotero marcado por guerras y tragedias personales?
“Hay una parte de realidad y hay una parte de ficción”, dice Gener. “Cuando uno se pone a indagar sobre su instrumento, consigue algunos datos, pero otros se le escapan, y ahí uno mete ficción. Uno consigue saber que el piano fue fabricado tal año en esta fábrica, lo vendieron a otra persona en 1915, el siguiente dato está en 1920, el otro está en 1940… Hay una serie de datos, que son como las estaciones de un ferrocarril. Y lo que hay entre los datos es el túnel para ir de una estación a la otra. Las estaciones son los datos que tengo, lo que hay en medio es el túnel. Y entonces el escritor llena de ficción esos túneles para llegar al siguiente dato. Encontré que el piano había nacido en Alemania en plena Primera Guerra Mundial, que había participado una persona muy especial, que después había ido a Inglaterra, que había pasado por Francia… El piano finalmente llega a Polonia de una manera muy mágica, que eso es naturalmente una ficción, y finalmente a Barcelona. Pero encontré que el objeto de la novela que yo llevaba tiempo intentando escribir lo tenía en mi casa”.

–¿Cómo llegó este piano a su vida?
–Lo compré porque era la marca y el modelo que yo quería. Y cuando conseguí restaurarlo apareció en el piano toda una serie de elementos que me dieron pie a empezar a averiguar. Tomar el auto, ir a Alemania, preguntar, ir a Inglaterra, hablar con gente, verificar archivos e intentar seguir la historia. Entonces la realidad supera siempre la ficción, y se va adivinando una historia que es fascinante. A mí lo que me gustaría es que el piano fuera de todo el mundo, y que cuando alguien lea la novela pueda sentir que el piano también le dice alguna cosa.
–¿En qué sentido?
–Escribir la novela era… “¿qué hacer con el piano?”. Por eso la novela tiene un epílogo, que es como un testamento: yo soy como el último eslabón de la cadena del piano, un caballero que custodia este santo Grial que existía antes de que yo existiera y seguirá existiendo después de que yo deje de existir. Y en el testamento se nombra a un albacea, Stefan Gritzka, que es el dueño de la fábrica. Pero claro, podría suceder que él falleciera antes que yo. Mi ilusión es que todo el que lea la novela se convierta en albacea del testamento. Que todos entiendan que de algún modo asumen la responsabilidad de que al final suceda con el piano lo que yo he puesto ahí.
Ramón Gener básico
- Nacido en Barcelona y licenciado en Humanidades y Ciencias Empresariales, inició su formación como músico a los seis años, estudiando piano en el Conservatori del Liceu.
- Después de una carrera de varios años como barítono, dejó el canto y comenzó una nueva etapa como divulgador, dando conferencias sobre historia de la música clásica, de la ópera y del arte.
- Ha realizado diferentes programas de televisión, como los exitosos This is Opera, This is Art o 200. Una noche en El Prado, que se emiten en muchos países del mundo. En radio colabora habitualmente en No es un día cualquiera de RNE y anteriormente en la Cadena SER.
- Ha publicado los exitosos ensayos Si Beethoven pudiera escucharme (2014) y El amor te hará inmortal (2016). Historia de un piano (Destino, 2024) es su primera novela.
Historia de un piano: 31887, de Ramón Gener (Destino).