La figura ficticia del fantasma, por su condición de ente atrapado en otro plano del la existencia por asuntos sin resolver y por su tendencia a observar, se vuelve casi el voyeur definitivo. Alguien que cuenta con la capacidad de mirar donde quiera sin consecuencias, lo que supone algo con bastante potencial narrativo, aunque la inmensa mayoría de historias de fantasmas se centran, comprensiblemente, en los humanos que los sufren.
El cine, como arte dominado por la perspectiva y que ocasionalmente ha dado libertad a explotar los impulsos voyeurísticos, ha acabado teniendo menos explotación de la mirada del fantasma de lo que podría. La tendencia reciente a subvertir el punto de vista en el cine de terror ha proporcionado joyas melancólicas como ‘A Ghost Story’, y ahora también un medido ejercicio de estilo que hoy nos ocupa: ‘Presence’.
Hay algo observando
Dirigida por el siempre inquieto, curioso y subversivo Steven Soderbergh, contando con un guion de David Koepp, uno de sus colaboradores recientes más fiables, esta película nos propone no sólo ponernos en la mirada del fantasma con la cámara, sino que explora la faceta más dramática de su historia. Modesta en recursos, pero calculada al milímetro, la cinta se puede ya ver en streaming a través de Amazon Prime Video.
Un ente empieza a merodear por una casa de los suburbios sin saber por qué o siquiera de quien se trata. Entre esa identidad borrosa, se dedica a observar a la familia que viene a instalarse al domicilio, una pareja con problemas y secretos además de un par de hijos adolescentes, uno de ellos arrastrando traumas del pasado. Poco a poco, el fantasma de la cara empezará a involucrarse en los dramas que contempla.
Aunque la historia está estructura con misterio y suspense con giros muy reconocibles en el cine de Koepp (tanto de guionista en escala modesta como de director), es difícil no apreciar cierto aire Shyamalanesco que se acerca a la explotación. En este caso, resulta un halago, estableciendo revelaciones potentes (también moderadamente predecibles si te pones a darle vueltas) que van en línea de profundizar en el aspecto emocional.
‘Presence’: una cámara y un espacio

Esto hace que ‘Presence’ caiga en el melodrama más que en el horror, que suele ser la tónica en las historias de fantasmas. No sobrecarga porque la visión de Soderbergh siempre es más analítica y llega a lo emotivo desde ángulos poco convencionales. Su manera de operar la cámara es realmente modélica a la hora de explicar el espacio, para luego dejar que los personajes lo habiten.
Cae más en la interesante curiosidad que en un redondo ejercicio de estilo que te deja la boca abierta, como puede ser la variación del cine de espías que Soderbergh y Koepp hicieron también este año con ‘Confidencial (Black Bag)’. Aún así, es una estimable variación de un tipo de historia conocida, y otra de las muestras de que Steven es uno de los cineastas más vivos que tiene el cine americano.
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