
Las entradas estaban agotadas aunque no era técnicamente una función de las que suele presentar el Teatro Cervantes. Ayer, la protagonista induscutida fue la escritora chilena Isabel Allende que pisó el escenario acompañada por el escritor y periodista Jorge Fernández Díaz, amigo además de la autora de La casa de los espíritus y Paula, entre otros muchos libros inolvidables. «Ella es famosa por hacer con gran nobleza la literatura popular», la presentó y dio inicio a un diálogo franco y apasionante, que no dejó tema sin abordar, desde la literatura hasta el feminismo y la historia del continente.
La escritora chilena Isabel Allende dialogó en el Teatro Cervantes con al autor y periodista argentino Jorge Fernández Díaz. Foto: gentileza Penguin Random House.La gira de Allende tiene como propósito presentar su nueva novela, Mi nombre es Emilia del Valle (Plaza y Janés), una aventura protagonizada por una de esas mujeres que la chilena sabe crear y que luego es imposible olvidar para sus lectores y lectoras.
En palabras de Fernández Díaz, Mi nombre es Emilia del Valle reconstruye con gran astucia la guerra civil de 1891 en Chile y traza inocultables paralelismos con el golpe de Estado de 1973: “En las dos fechas históricas, había un presidente progresista al mando y una oposición reaccionaria muy cerrada; en los dos casos intervinieron las fuerzas armadas y derrocaron al jefe de Estado que también en ambas ocasiones prefirió el suicidio al exilio”, dijo Fernández Díaz.
Allende estuvo días atrás en Chile para participar en Santiago , publicada en 1982. «El boom estaba formado únicamente por hombres, pero no porque no hubiera mujeres que escribieran», recordó muchas veces.
Tengo mucho el libro en mi cabeza y se me quedó grabada la película de 1993 –dijo en Chile–. En aquella época, cualquier película que tuviera valor comercial tenía que ser en inglés y con estrellas del cine. Y está hecha en inglés en Europa. Entonces no tiene el sabor chileno que yo quería. Ahora, cuando vi la miniserie, vi lo que siempre debió haber sido: una producción con nosotros. Hasta los extras se ven como nosotros y es el espíritu de la gente, de la familia Trueba, del clan Del Valle, del país y de todo lo sucedido. Lo hecho es sensacional y yo espero que tenga el éxito que merece. Me emocionó mucho«.
Homenaje al periodismo
Mi nombre es Emilia del Valle es también, señaló Fernández Díaz, un homenaje, aunque tal vez involuntario, al periodismo: “Puesto que su protagonista es una joven e intrépida reportera, escritora de novelas populares de kiosco y luego sufrida corresponsal de guerra que va dejándonos por escrito sus crónicas. Señores y señoras, con ustedes Isabel Allende”, la presentó el escritor.
Los aplausos comenzaron antes de que Allende hiciera su entrada en el escenario del Teatro Cervantes, que estaba lleno desde el salón principal hasta los palcos, de mujeres y hombres deseosos de escucharla. “Sé que algunas personas hicieron cola en la lluvia por mucho rato. Gracias también por eso”, dijo la escritora al sentarse.
“De dónde viene tu energía”, preguntó Fernández Díaz. “Voy al gimnasio todas las mañanas y gracias a eso me puedo mover. Puedo pasar por debajo de ahí (señalando una mesa ratona) y salir por el otro lado en 35 segundos o menos”, bromeó Allende.
“¿Y del amor también?”, supuso el periodista. “Claro que sí. Estuve enamorada toda mi vida, de diferentes hombres, por supuesto. Me he casado como tres veces y si vivo lo suficiente puede que me case una más”, dijo ella ante las risas del público.
“¿Qué aprendiste del periodismo, por qué y cómo lo trasladaste aquí?”, quiso saber Fernández Díaz. “Todo lo que aprendí en el periodismo me ha servido en la literatura: a sacar de la entrevista lo que el o la entrevistada no te quiere dar; esa esa libertad para pensar que cualquier persona te va a responder lo que tú preguntes, el buscar varias fuentes de información y no quedarte con la primera. Cómo armar un reportaje para que tenga interés y enganchar al lector en la primera frase y mantenerlo hasta el final”, detalló Allende.
La escritora chilena Isabel Allende dialogó en el Teatro Cervantes con al autor y periodista argentino Jorge Fernández Díaz. Foto: gentileza Penguin Random House.Desde las butacas, no solo la seguían sus lectores. También estaban ahí el embajador de Chile en la Argentina, José Antonio Viera Gallo; junto a la agregada comercial de la Embajada, Constanza Pacul. Los actores Patricio Contreras y Celeste Cid; las escritoras Diana Arias, Gloria Casañas, Claudia Barzana, Gabriela Exilart; las periodistas Florencia Scarpatti, Cristina Mucci y Canela, además de otras personalidades de la cultura y el periodismo.
Fernández Díaz también hizo preguntas de las lectores y lectores: “¿En qué se inspiró para esta historia de Emilia del Valle, cuánto hay de biográfico y cuánto de ficción?”. Allende contó que se inspiró en la guerra civil de 1891 porque hay muchos paralelismos con lo que pasó después en 1973.
“El golpe militar cambió mi vida y la vida de mi familia. De autobiográfico tiene el ejercicio del periodismo y el hecho de que la protagonista no conoce a su padre biológico y tiene un padrastro fantástico. Mi padre se fue cuando yo no tenía 3 años. Eran diplomáticos en Lima mis padres y mi mamá era de una fertilidad pavorosa: tuvo tres niños en tres años, cada 11 meses tenía una guagua. Entonces, como mi padre se fue, mi madre, que era una niña de 25 años y que no tenía educación para trabajar, se fue a vivir a la casa de sus padres y ahí me crié yo, en la casa de mis abuelos. La diferencia es que Emilia llega a conocer a su padre, y yo lo conocí muerto, tuve que ir a reconocerlo a la morgue, pero no pude hacerlo porque no lo había visto nunca”.
La escritora chilena Isabel Allende dialogó en el Teatro Cervantes con al autor y periodista argentino Jorge Fernández Díaz. Foto: gentileza Penguin Random House.Lecciones de un padrastro
“Qué enseñanzas te dejó tu padrastro”, le preguntó Fernández Díaz. “Él me enseñó las cosas que me han servido en la vida. Primero, tener confianza en mí misma. ‘Tú eres la más inteligente de la pieza. No te olvides de eso’, me decía. Lo que es muy importante para una persona como yo, porque sino de dónde sacas tú la autoestima cuando mides 1,50. Si no te la dan, no la tienes; a mí me la dio mi padrastro”, se río Allende ante los aplausos del teatro.
“Hablemos de la familia del Valle, una familia de imposible árbol genealógico, por lo que sabemos”, la invitó Fernández Díaz.
“Mira, está inspirada en la familia de mi abuela, que era una familia de lunáticos, 12 hermanos y todos raros: el tío Jaime, por ejemplo, llegó a ser senador de la República y hacía sus discursos en verso rimado en el Senado. El tío Ambrosio anduvo siempre de chaqueta y sombrero de copa y se quitaba los pantalones en la calle para dárselos a quien los necesitaba. La tía Teresa, era santa y le salieron alas, unas alitas de querubines en la espalda. Decían que era cáncer, pero no era cáncer, eran alas ”, contó Allende.
“Con una familia como esa no tengo que inventar nada”, se río la escritora cuya familia real fue la inspiración que dio origen a La casa de los espíritus, su primera novela, escrita a sus 40 años en su exilio en Venezuela y la que la lanzó a la fama y al reconocimiento mundial.
Ante la pregunta de Fernández Díaz sobre cómo nació esa novela, le escritora dijo que fue un ejercicio de nostalgia: “De recuperar todo lo que había perdido, el país, la familia, el perro, mi casa, mi calle, mi trabajo, mis amigos. Hay una frase que no sé si será legítima o no, en la que un personaje de Beckett dice que anda con un ladrillo para todos lados, para mostrarle al mundo cómo era su casa. Y yo siento que La casa de los espíritus era como un ladrillo para mostrarle al mundo lo que fue aquel pasado”.
La escritora chilena Isabel Allende dialogó en el Teatro Cervantes con al autor y periodista argentino Jorge Fernández Díaz. Foto: gentileza Penguin Random House.“Yo escribía en la cocina de la casa de Caracas, del departamento y al final del año, aunque trabajaba 12 horas diarias y escribía de noche, tenía 560 páginas en el mesón de la cocina”, contó Allende. “En aquella época se escribía a máquina, y se corregía con tipex, un líquido blanco, y se cortaba lo que quería corregir y se le pegaba arriba la corrección con cinta scotch”, detalló.
“Ese original fue enviado a Carmen Balcells, que es otra leyenda, pero de la edición, una gran representante de escritores y presentó la novela en Frankfurt y ahí cambió tu vida, ¿no es cierto?”, preguntó Fernández Díaz. “Yo estaba en Venezuela y el eco de lo que pasó en Europa con el libro no me llegó hasta un año más tarde, con los primeros cheques, que no creas que eran muy sustanciosos”, dijo entre risas Allende. “Tanto que Carmen me dijo, ‘no dejes tu trabajo de día, porque nadie vive de la escritura”.
El libro más difícil
“¿Cuál fue el libro más difícil de escribir?”, fue otra de las preguntas.
“Es una pregunta difícil porque fue muy difícil escribir Paula debido a las circunstancias porque mi hija acababa de morir. Paula murió el 6 de diciembre de 1992 y yo empiezo todos mis libros el 8 de enero. Entonces, un mes después, mi mamá me dijo, ‘¿Qué vas a escribir el 8 de enero?’. Pero mamá le dije, me siento derrotada completamente, no creo que pueda escribir nada. Y me dijo: ‘Si no escribes te vas a morir. Y me entregó 160 cartas que yo le había escrito a ella durante ese año terrible. Y me dijo, ‘Léelas, están en orden cronológico’. Y en base a esas cartas pude escribir el libro, que fue muy difícil de escribir porque era como reconstruir día a día lo que había sucedido, que era terrible. Paula realmente no murió de porfiria, Paula murió porque hubo negligencia criminal en el hospital de Madrid y le porque produjo daño cerebral severo”.
La escritora chilena Isabel Allende ingresó al escenario del Teatro Cervantes junto al autor y periodista argentino Jorge Fernández Díaz. Foto: gentileza Penguin Random House.El teatro estaba en silencio total y Allende continuó: “Elaborar todo eso y aprender a perdonar, a vencer la rabia y decir, bueno, esto no fue algo intencional. El hospital tenía 3.000 pacientes, había una huelga, era un fin de semana largo. Yo supe lo que había pasado porque después de que el libro salió publicado, me llegó una carta de una enfermera que había atendido a Paula y me contó todo. Entonces, superar todo eso fue difícil, pero me ayudó mucho la escritura. Y ese fue el libro más difícil, obviamente. Más difícil por la parte emocional”, confió.
“Cuando hablas de Paula o de La casa de los espíritus siempre aparecen las cartas. Te pasaste la vida mandando y recibiendo cartas. Y ahora estás por abordar unas memorias basadas en 24 mil cartas que intercambiaste con tu madre”, indagó el periodista.
“Sí, y eso es nada más que desde 1987 para adelante, las otras se perdieron. Me separé de mi mamá cuando tenía 16 años, mis padres eran diplomáticos, estábamos viviendo en el Líbano y vino la revolución y mi padrastro nos mandó a los niños de vuelta a Chile y allí empezó la correspondencia con mi madre, después ellos se fueron a Turquía. Las cartas demoraban dos meses, nos escribíamos todos los días y ese hábito perduró para siempre. Cuando estábamos juntas no nos entendíamos tan bien, pero por carta era una relación perfecta. Y después se inventó el correo electrónico y entonces ya mi mamá me escribía varias veces al día. En 1987 cuando me enamoré (fue pura lujuria) de un americano, me fui a Estados Unidos y empecé a juntar las cartas”, contó Allende.
Durante la entrevista, la escritora contó que sus padres fueron embajadores en la Argentina durante los tres años del gobierno de Allende y que ella venía cada dos meses a ver sus padres, que “amaban este país absolutamente. Y además tuve un amante argentino que tal vez esté aquí. Si es que está vivo”, bromeó, ante los aplausos y las risas del público.
El encuentro terminó entre aplausos y abrazos; con Allende pidiendo una foto con todo el teatro: las sonrisas de sus lectores y lectoras se inmortalizaron como todas sus historias.



