Hay amores que sobreviven a las crisis y otros que simplemente aprenden a vivir con ellas. ‘Nadie quiere esto‘ pertenece a esa segunda categoría, que después de conquistar a la audiencia con su primera temporada, ha vuelto a Netflix con nuevos episodios que profundizan en las tensiones, contradicciones y afectos de una pareja que sigue intentando entenderse sin perder el sentido del humor. 

Tras la triple nominación en los Emmy, esta segunda entrega de la serie protagonizada por Kristen Bell y Adam Brody mantiene el ingenio y la calidez del principio y se atreve a dar un paso más allá en la temporada 2, explorando con honestidad lo que implica amar a alguien que piensa distinto y que tiene unas creencias diferentes. Con guiones precisos, diálogos llenos de chispa y un retrato emocionalmente maduro, ‘Nadie quiere esto’ reafirma su lugar como una de las propuestas más inteligentes y encantadoras del catálogo de Netflix.

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Madurez emocional

Esta segunda temporada se adentra en terrenos más serios, pero sin dejar de ser ligera y entretenida. Noah y Joanne continúan explorando su relación interreligiosa, un conflicto que, más allá de la religión, simboliza las tensiones que existen cuando dos personas se aman pero no terminan de encajar del todo. La serie consigue reflejar con inteligencia lo que ocurre cuando el amor se enfrenta a las diferencias ideológicas o familiares, sin recurrir al dramatismo excesivo ni a los clichés habituales de las comedias románticas.

A lo largo de los nuevos episodios, los personajes evolucionan y se enfrentan a decisiones difíciles que los obligan a replantearse qué están dispuestos a sacrificar por amor. ‘Nadie quiere esto’ no idealiza la relación de sus protagonistas. Al contrario, muestra con empatía y sentido del humor cómo incluso los vínculos más sólidos pueden tambalearse cuando entran en juego la identidad, la tradición o el miedo al cambio.

'Nadie quiere esto'

Kristen Bell y Adam Brody vuelven a brillar en sus papeles, demostrando una química que traspasa la pantalla. Ella aporta la vulnerabilidad y el sarcasmo de Joanne, mientras que él encarna a un Noah más introspectivo, que intenta conciliar su fe con sus sentimientos. Su relación, a ratos tierna y a ratos frustrante, sigue siendo el motor emocional de la serie, sostenida por un guion que nunca cae en lo obvio.

Y lo mejor de esta segunda temporada es que mantiene el tono juguetón y el encanto del comienzo, pero se atreve a hacer preguntas más incómodas sobre el amor, la compatibilidad y la necesidad de crecer juntos. Sin recurrir a grandes giros ni melodramas, ‘Nadie quiere esto’ sigue siendo esa rara comedia romántica que sigue siendo amena y te deja pensando. Si disfrutaste la primera temporada, esta segunda cumplirá con las expectativas. 

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