Thiago, Pilar y Bruno son tres adolescentes argentinos a punto de ingresar a la adultez y de salir a buscar su lugar en el mundo: el que quieren, el que pueden, el que les permiten, o una mezcla de todo eso. Ellos son los personajes de Los nuevos (Emecé) reciente novela de Pedro Mairal, autor de La uruguaya, El año del desierto, Salvatierra y Breves amores eternos, entre tantos otros libros. En diálogo con Clarín, el autor cuenta que las primeras devoluciones de los lectores de la novela le resultan “fascinantes”, le generan gran curiosidad, y lo ayudan a descubrir cosas en las que no había pensado antes, como que los personajes están mucho más ligados a él de lo que creía.

Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) regresa a la novela con 'Los nuevos' (Destino). EFE/Carlos Ruiz/Editorial DestinoPedro Mairal (Buenos Aires, 1970) regresa a la novela con ‘Los nuevos’ (Destino). EFE/Carlos Ruiz/Editorial Destino

“Yo pensé que estaba escribiendo una novela de unos personajes que no tenían nada que ver conmigo”, dice Mairal, que está por unos días en Buenos Aires brindando entrevistas sobre el libro, aunque vive desde hace un tiempo en Uruguay. “Pero el fruto nunca cae muy lejos del árbol. Se ve que sí, que por ejemplo Thiago -más allá de que ya sabía que era un personaje con una bronca que quizás yo tenía a esa edad, que está en carne viva y otras cosas- tiene además la faceta del escritor que no quiere escribir sobre tal tema. Por otro lado, el personaje de Bruno tiene mi faceta de la música. Y el personaje de Pilar tiene interés por el mundo del cine, yo he trabajado en algunos proyectos cinematográficos. Eso nunca lo había pensado así, pero me lo comentaron en estos días y me resultó muy llamativo”.

Otro aspecto que lo sorprendió de los comentarios de los primeros lectores de Los nuevos es cómo el libro repercute en los vínculos con los padres o con los hijos. “Pega en un lugar de la relación con los padres, si todavía se los tiene, y la relación con los hijos, si es que que se tienen. Pero más allá de la maternidad o paternidad, impacta generacionalmente hacia arriba o hacia abajo. Eso me llamó mucho la atención; esta reflexión acerca de la incomunicación entre las diferentes generaciones. Por qué se produce este silencio imposible de saltear. No se entiende. Aunque padres e hijos se hablen cara a cara parece como si se estuvieran gritando desde lejos. No hay manera de que se entiendan. Esa distancia entre las generaciones creo que es parte del tema del libro, y lo descubro recién ahora. Yo no lo había pensado tan así”.

–¿Cómo surgieron los personajes?

–Fueron surgiendo de una manera muy orgánica, como si uno creciera del otro. Primero escribí todo lo de Thiago, era una especie de voz muy fuerte que aparecía, la de un chico que no quiere contar algo. Y surgía la pregunta: ¿Qué es lo que no quiere contar? No quiere contar acerca de lo que pasó durante un verano en ese balneario. Esa voz también era la de Thiago extrañando a su amigo Bruno, que estudia en Wisconsin, del otro lado del mundo. Y de ahí sale no la voz sino el cariño de Bruno. El personaje de Bruno resultó ser muy querible, la gente me habla con mucho afecto de Bruno. Y sin embargo él habla muy poco, casi nada.

–¿Y Pilar cómo aparece?

–De Thiago sale Bruno y de ahí sale Pilar, que en un momento le patea la puerta del baño y se mete para asustarlo. Y así entró también el personaje de Pilar a la trama, de una patada. Entonces: primero escribí lo de Thiago y me gustó. Intuí que a Bruno lo quería mostrar, me gustaba el contraste del calor del verano con esta segunda parte del hielo: Bruno está muy solo después de la final del mundial, sale a festejar solo mientras ve que en Buenos Aires está la multitud saltando en el calor y él está solo en un lago congelado ahí del otro lado del mundo; no puede ni saltar porque se raja el hielo y se cae al agua. Así salió la voz, el personaje de Bruno. Y una vez que tuve lo de Bruno dije ‘acá quizás está bueno que aparezca Pilar’. Lo de Pilar me dio más trabajo, hice varias versiones, tres o cuatro, no le encontraba el tono porque el personaje me pedía que cerrara las líneas argumentales de los otros dos. Estaba en una posición injusta, me reclamaba su historia. Hasta que descubrí qué le pasaba a ella y encontré el tono: una voz narrativa medio desplazada, porque los personajes se pasan la pelota de uno a otro. Así que sí, de alguna manera fue creciendo.

–¿Esos momentos, como el de buscar el tono que no aparecía, son de sufrimiento?

–No hablaría de sufrimiento, si quizás de un poco de incertidumbre, no saber bien para dónde va todo, dudar de mí mismo como escritor. Y un poquito de desesperación, porque no es algo automático que se soluciona fácil; hay que dejar que pase el tiempo y que algo -que no se sabe bien qué es- logre decantar. Tienen que descartarse solas algunas variables que había pensado de entrada pero que no son viables. Tienen que caer por su propio peso, dejar de ser, y hay que volver a empezar. Entonces hay algo de voluntad, pero también hay factores que no se controlan y deben de alguna manera encontrar su camino. Eso no depende de la voluntad, que es necesaria para seguir adelante y continuar intentando, pero que de por sí no es garantía de que va a salir. Eso es algo bastante raro que sucede al escribir.

–¿Esa dificultad para avanzar es a la vez un desafío?

–Sí, claro. Y lo lindo es también entender que de esa falta de control sale lo interesante. Ahí es donde además aparece lo que no se había planeado. En ese desplazamiento de la voz narrativa sale lo que a mí más me interesa en esa tercera parte de la novela. Es como una liberación. Hay un momento en el que están hablando los personajes y dicen ‘vos sos Thiago’ o ‘vos sos Pilar, me parece que vos sos Pilar’. Al contar las líneas del diálogo para arriba quizás no queda del todo claro quién es el que habla y eso fue una liberación total. Porque al final uno piensa que quizás no es tan importante saberlo con precisión. Están contando las cosas de a dos. Como hace muchas veces la gente: ‘Eso contalo vos, porque es muy doloroso’. O ‘eso dejame contarlo a mí’. Es una historia a dos voces.

–¿Cómo un rompecabezas en el que cada uno aporta lo suyo?

–Exactamente. Esa es la parte de incertidumbre, no creo que haya verdadero sufrimiento. Hay períodos largos durante los que se trabaja en esas búsquedas. Si algo me indica el oficio de, no sé hace cuánto escribo, 30 años, es que si algo no sale no hay que desesperarse sino seguir intentando por otro lado hasta que salga. Nadie te apura. Algunas cosas salieron rápido; otras, más lento. Con pausas, borbotones, momentos en los que pensé ‘bueno, esto queda acá’. De todo. Lo que intenté fue ser respetuoso con esas voces que aparecían, con los cambios de planes. Por ejemplo: tengo un poquito de plan, pero a medida que avanza el texto va provocando sus propias reglas. Eso es lo que le da vida a una historia, cuando se rompe el plan. Ahí entra la chispa vital.

Fotografía del escritor argentino Pedro Mairal durante una entrevista con EFE, en Sao Paulo (Brasil). EFE/ Sebastiao MoreiraFotografía del escritor argentino Pedro Mairal durante una entrevista con EFE, en Sao Paulo (Brasil). EFE/ Sebastiao Moreira

La uruguaya

“Cada libro es completamente nuevo”, responde Mairal, consultado acerca de cómo es volver a escribir una novela después del gran suceso de La uruguaya (Emecé, 2016) libro que, además de haber sido un éxito editorial tuvo su propia película, dirigida por Ana García Blaya y realizada entre la Argentina y Uruguay en 2022.

Con cada libro tengo que aprender a escribir ese libro. Es algo que siempre es tracción a sangre, no es algo que funciona como un motor que prendo para arrancar, sino que tengo que remar. Por suerte es así, porque si no, sería una tarea automática. Sin eso no sucede el hecho estético, o el acto creativo. Para mí es indispensable ir descubriendo plenamente el camino de la historia y que el libro me indique cómo tengo que escribirlo”.

–¿Te costó mucho dejar atrás el personaje de La uruguaya?

–No me costó, en todo caso la película me ayudó a dejarlo atrás. Fue un alivio salir del cuarentón Lucas Pereyra, ahora además soy un cincuentón. El hecho de que Sebastián (Arzeno) fuese el actor se llevó a Lucas Pereyra. Creo que se lo dije a él: “Tomá, te doy a Lucas, lleváteló”. Porque a mí me pesaba un poco ese personaje, era un poco antipático, yo lo llevé para ese lado, le tiene miedo al hijo, está como arrepentido de todo, muy frustrado, le echa la culpa de su frustración a la familia. Había cosas mías ahí, pero las llevé mucho más lejos. Me doy cuenta de que hay un costado muy antipático en el personaje, más allá de su vulnerabilidad. Me lo pegaban mucho, inevitablemente. “Mirá lo que dice Mairal”, y era una frase de Lucas Pereyra.

–¿Eso lo publican en las redes?

–Sí. Literalmente: ‘Si no podés con la vida, probá con la vidita’, dice Lucas Pereyra. Y ponen abajo: ‘Pedro Mairal’. Qué sé yo si coincido con eso. Yo no coincido a veces oralmente con mis personajes. Aunque a veces juego a la proximidad, soy escritor de muchas maneras. Pero bueno, es el precio que hay que pagar con una ficción medio cercana, un personaje medio parecido a uno. Creo que la película ayudó a que eso circulara un poco más lejos de mí.

–¿Es distinto escribir sobre la Argentina desde afuera de la Argentina?

–No, porque creo que mis 50 años en Argentina hacen que sea como dice Borges, ‘Las calles de Buenos Aires ya son mi entraña’. Buenos Aires es un paisaje emocional para mí. Vengo cada dos meses y actualizo un poco el paisaje. Pero está dentro de mí siempre. En Los nuevos aparece la Capital pero también la provincia de Buenos Aires. Son dos países distintos, dos Argentinas. Me interesaba que el personaje de Pilar uniera esos dos espacios tan alejados que a veces se ignoran entre sí. En la casa de la abuela de Pilar trabaja desde hace muchos años una señora, Rosa. Ella va hasta su casa en Provincia porque tiene que hacer un pequeño documental para la facultad, un perfil, y nadie le da bola. La única que le dice ‘si querés filmarme, filmame’ es Rosa. Y la sigue en todo el trayecto hasta su casa. Y de golpe al hacer eso rompe algo que parecía casi de dos mundos separados, rompe un cristal que separa y junta, así como Rosa también junta. Es la única que la salva a Pilar. Me interesaba mucho que de pronto el personaje de Pilar encontrara unas fisuras raras, caminos, vínculos. Y que fuera testigo de la distancia entre una Argentina y la otra.

–¿Cómo te llevaste con los personajes durante el proceso de escritura?

–Me resultó muy difícil en este libro maltratar a los personajes, me encariñé mucho. Me dieron mucha ternura. Pero si no maltratás al personaje no hay historia. Si Bruno se enamora y nada más, no hay historia: le tienen que romper el corazón. Me sentí un dios cruel. Decía ‘Bueno, le tengo que hacer esto a este chico’. Yo a Bruno le tengo mucho cariño, en parte debe ser por esa soledad que siente. Además, el deseo de la madre es completamente distinto al suyo, lo manda a estudiar economía, pero a él le gusta tocar el bajo. Se supone que está en un lugar privilegiado, con la sociedad norteamericana, pero él quiere tocar el bajo.

Fotografía del escritor argentino Pedro Mairal durante una entrevista con EFE, en Sao Paulo (Brasil). EFE/ Sebastiao MoreiraFotografía del escritor argentino Pedro Mairal durante una entrevista con EFE, en Sao Paulo (Brasil). EFE/ Sebastiao Moreira

–¿Los obstáculos con los que se encuentran aparecían a medida que la historia avanzaba?

–Ellos se están metiendo en el mundo por primera vez, muy vulnerables, sin cicatrices, sin callos. Les va a pasar todo lo que les va a pasar, pero no se puede evitar. Tienen que entrar, atravesarlo. No se les puede evitar el dolor. Los personajes están saliendo al mundo, me interesaba ese momento de la vida. Te vas de tu casa, salís a trabajar, tenés curiosidad, todavía no tenés mucho prejuicio, estás abierto a un montón de variables, historias y personajes que se cruzan en tu camino. Un personaje –o una persona- a esa edad tiene una cantidad de variables narrativas altísimas. Se puede disparar su día, ni siquiera su vida, su día puede ir para cualquier lado.

Premio Clarín

En 1998 Mairal ganó el Premio Clarín de Novela por su libro Una noche con Sabrina Love. Daniel Montero, el protagonista, tenía 17 años. Una edad similar a la de los tres personajes principales de Los nuevos. “Hay una proximidad entre un libro publicado en el 98 y una novela escrita 27 años después”, dice el autor. “La identidad es algo que sucede a pesar de uno. No hay que hacer mucho esfuerzo: eso de ‘sé vos mismo’ va a suceder de todas formas. Lo curioso es que, en esta novela, estoy mucho más cerca generacionalmente de los padres que de los hijos”.

–¿Te resulta cómodo escribir sobre personajes adolescentes?

–Sí. Igual, creo que los personajes de Los nuevos son bastante anacrónicos; no busqué hacer una etnografía de los jóvenes de 19 años de hoy en día porque no me habría salido. Les puse celulares y redes sociales, pero busqué un lado universal de esa edad. Si te rompen el corazón es lo mismo en 1990 que ahora, salvo que ahora ves a tu ex en las redes sociales. Más allá de eso, el dolor es el mismo. Y la sensación de estar esquivando mandatos familiares, de ver a los adultos con sus instituciones, judicializando temas, con su lado de la psiquiatría; todos esos moldes son más o menos los mismos.

–¿Cómo fue el trayecto desde el Premio Clarín hasta ahora?

–Recorrí un largo camino desde Sabrina Love hasta este libro; lo he disfrutado todo, la verdad. Aprendiendo, explorando cosas muy diversas como el cuento, la poesía, la canción, el periodismo, la columna periodística, la docencia, hasta la publicidad. Creo que ha sido un camino muy intenso y espero que siga hacia adelante, también. A su vez, creo que en Los nuevos está todo esto: como decía al principio, está de alguna manera el escritor en Thiago, el músico en Bruno, y el tema cinematográfico en Pilar; así como están todas las desilusiones y las decepciones. Y también la esperanza. Creo que la figura de ‘Los nuevos’ tiene algo fuerte, es como la renovación de algo. La vida se abre paso a pesar del dolor; los personajes siguen apareciendo y saliendo al mundo.

–¿Y los libros también?

–Y los libros también.

Pedro Mairal básico

  • Nació en Buenos Aires en 1970. En 2007 fue nombrado uno de los 39 mejores jóvenes escritores latinoamericanos por el Hay Festival de Bogotá.
  • Ha publicado las novelas Una noche con Sabrina Love (1998; Libros del Asteroide, 2018), que recibió el Premio Clarín y fue llevada al cine; El año del desierto (2005); Salvatierra (2008; Libros del Asteroide, 2021); y La uruguaya (2016; Libros del Asteroide, 2017), obra ganadora del Premio Tigre Juan y que lo confirmó como uno de los más brillantes autores latinoamericanos contemporáneos.
  • También ha escrito los volúmenes de cuentos Hoy temprano (2001) y Breves amores eternos (2019); los libros de poesía Tigre como los pájaros (1996), Consumidor final (2003) y la trilogía Pornosonetos (2003, 2005 y 2008); la novela en sonetos El gran surubí (2013); El equilibrio (2013), una recopilación de las columnas que escribió durante cinco años para el diario Perfil; y la antología Maniobras de evasión (2015; Libros del Asteroide, 2019), una suerte de autobiografía involuntaria.
  • Desde 2019 canta y compone en el dúo Pensé que era viernes.

Los nuevos, de Pedro Mairal (Emecé).