
Una muestra en el Palacio Libertad reúne más de treinta esculturas de Antonio Pujia (1929–2018), uno de los grandes maestros del arte argentino, en lo que constituye la primera exposición desde su fallecimiento, y también la primera muestra de esculturas que realiza el centro cultural desde su fundación.
Antonio Pujia: La escultura en clave poética, en el Palacio Libertad. Foto: gentileza.La maestría técnica, la sensibilidad y la vigencia de las piezas dan forma al espíritu de la exposición curada por Andrea Wain y con la iluminación de sala –y de cada una de las obras– a cargo del hijo del artista, Sandro Pujia, quien ostenta una carrera notable como iluminador de los shows de Soda Stereo y buena parte de la carrera solista de Gustavo Cerati, entre otros músicos de la escena local.
Titulada Antonio Pujia. La escultura en clave poética, la muestra –que puede verse hasta el 14 de diciembre en el centro cultural– reúne más de treinta piezas en mármol, bronce, yeso y madera, algunas de grandes dimensiones y otras más pequeñas, junto a documentos, herramientas y una cronología biográfica detallada y precisa, que atraviesa más de seis décadas de trabajo y que se despliega de manera didáctica a lo largo de una de las salas expositivas.
“Esta muestra tiene para mí una enorme importancia”, dice a Clarín Sandro Pujia, hijo del escultor y responsable de la iluminación expositiva. “Es la primera exposición de Antonio después de su fallecimiento, y también la primera muestra de esculturas que realiza el Centro Cultural desde su fundación. Por eso es un doble hito.”
Antonio Pujia: La escultura en clave poética, en el Palacio Libertad. Foto: gentileza.Padre y maestro
La propuesta surgió de la directora del espacio, Valeria Ambrosio, exalumna del artista y amiga de Sandro, quien lo convocó para acompañar el proyecto. “Me emocionó profundamente que la iniciativa viniera de Valeria porque ella conoció a mi padre como maestro y más tarde compartimos muchos espectáculos, con ella en la dirección y yo en la iluminación. Esta muestra nació de esa amistad y de un deseo común: homenajearlo y volver a poner su obra en diálogo con el público”, relató
El resultado es un recorrido íntimo y a la vez monumental, donde el visitante puede detenerse ante piezas que condensan distintos períodos de la producción de Pujia: las dedicadas a la danza y la música, los homenajes, los retratos femeninos y las esculturas de fuerte carga social, como por ejemplo “Sin pan y sin trabajo”, en tributo a Ernesto de la Cárcova
Antonio Pujia
“Quise que el montaje mostrara su versatilidad –explica la curadora Andrea Wain a Clarín–, su manejo de las técnicas clásicas y la capacidad de dotar a cada material de una sensibilidad distinta. Lo poético aparecía como una cualidad expresiva del artista”.
Obras como “Apasionados”, dedicada “a Rodin” y realizada en mármol; “Tierra, agua, aire”, “Belleza ofendida–defendida”, “Retrato de Susana” o “Venus”, esculpida en bronce, forman parte del itinerario visual del fallecido artista, nacido en 1929 en un pueblo de Italia llamado Polia, quien se mudó con sus padres a Buenos Aires a los 11 años.
Hay un hilo conductor que parece atravesar toda la exposición y es la mirada de su hijo Sandro, que ilumina literalmente las obras de su padre. Con una larga trayectoria en el mundo de la música –fue iluminador de los shows de Soda Stereo y acompañó buena parte de la carrera solista de Gustavo Cerati–, trasladó esa experiencia a la sala del exCCK.
Antonio Pujia: La escultura en clave poética, en el Palacio Libertad. Foto: gentileza.“Iluminar para mí es poner en juego la intuición, la emoción y la percepción”, reflexiona. “En un escenario todo es dinámico; la luz acompaña la narración del movimiento. En una exposición, en cambio, la obra está quieta, pero la mirada del espectador se mueve, se acerca. Entonces la luz tiene que revelar lo invisible, los detalles que la distancia de un concierto no permite ver”, comparó entre las tareas de iluminación según el contexto.
En ese juego de luces y sombras también se cuelan los recuerdos. “Cada obra me conmueve –admite–. Mi padre y yo siempre fuimos muy cercanos: compartíamos el atelier, el trabajo, la fotografía, la música. Hay dos piezas que me tocan especialmente: ‘Ternura 3’ y ‘Ternura y dulzura’ ya que mi esposa y yo posamos para él en una sesión de dibujo en los años 90, y de ese momento nacieron esas esculturas. Volver a verlas ahora, reunidas en esta muestra, me emociona profundamente”.
El vínculo entre padre e hijo se forjó entre el taller de Floresta y los pasillos del Teatro Colón, donde Antonio Pujia dirigió el taller de escultura escenográfica. “Gran parte de mi infancia transcurrió en el Colón –recuerda Sandro–. Yo lo acompañaba durante los recesos escolares. Cuando no estábamos allí, estábamos en el taller: modelando, esculpiendo, tomando café y escuchando música hermosa. De él aprendí el compromiso con el trabajo, la devoción por el arte y el placer de vivir rodeado de belleza”.
Antonio Pujia: La escultura en clave poética, en el Palacio Libertad. Foto: gentileza.Vocación pedagógica
La exposición también rinde homenaje a esa vocación pedagógica que lo distinguió. Como recuerda la curadora, “el rasgo de eternidad anida no solo en las piezas creadas con materiales nobles, sino en la entrega misma de saberes compartidos”. Por eso, además de las esculturas, el recorrido incluye videos, herramientas y maquetas que evocan el método de trabajo del artista, así como un sector dedicado a su labor docente.
Hay algunas obras incluidas en esta exposición que tienen carácter “mutable”, como las describe Sandro: son esculturas que pueden moverse, desarmarse o transformarse. “Estamos organizando un calendario de encuentros para mostrar esa característica tan singular de su obra –anticipa el hijo del artista–. Es otra forma de mantener viva su enseñanza, de que el público entienda que la escultura no es solo forma y materia, sino también movimiento y emoción”.
Antonio Pujia: La escultura en clave poética, en el Palacio Libertad. Foto: gentileza.“El arte y la vida son la misma cosa” es una de las enseñanzas que Antonio Pujia dejó para su hijo Sandro; una idea que irradia esta exposición.
Antonio Pujia. La escultura en clave poética, curada por Andrea Wain, y que se puede visitar de miércoles a domingos, de 14 a 20, en la sala 603 del Palacio Libertad (Sarmiento 151).



