Se puede tener sexo como un modo de auto medicarse o de calmar la ansiedad. Es posible que esa práctica se convierta en un acto hostil del que algunas personas se desentienden. El campo del significado, de las distintas asignaciones de sentido que se dan al sexo es también un procedimiento donde se desvincula la práctica de la implicancia, incluso de la identidad sexual de quien la lleva a cabo.

Nunca es solo sexo nos dice Darian Leader desde el título de su libro publicado por Editorial Sexto Piso, un material que se ocupa de esos momentos donde el sexo es otra cosa, algo muy distinto a la idea del encuentro entre personas que se desean o se desean y también se aman.

Lo cierto es que esa escisión entre la acción y el sentido, esa facilidad que tenemos para ponerle nombre a una práctica y comentar sin reparos que fue solo sexo, es decir, que no nos importó mucho, que no significó nada, es aquí cuestionada por el psicoanalista británico para afirmar que siempre el sexo es más de lo que creemos, que en ese momento donde definimos una experiencia estamos manifestando algo de nuestra psiquis, de nuestro comportamiento que preferimos desestimar.

La pregunta que se hace Leader y que encierra un modo de pensar sobre la práctica analítica, es si en verdad el sexo no habla de otra cosa. Que el sexo de los humanos es una construcción cultural no sería una conclusión novedosa pero ¿qué hay detrás de esos procesos sociales que llevan a estimular su ejercicio o a convertirlo en prohibición? ¿De qué nos están hablando las modas que establecen códigos y modelos?

Como psicoanalista y miembro fundador del Centro de Análisis e investigación freudiano de Londres, Leader trabaja desde el conocimiento que habilita la instancia del uno a uno con sus pacientes. Encuentra un terror a la intimidad en muchos hombres que los lleva a separar sus sentimientos de los momentos de fornicación pero también les da un lugar importante a las fantasías, a los guiones sexuales que involucran toda una creencia sobre la buena práctica sexual.

Leader hace del armado ficcional sobre el sexo un factor determinante. Una de sus teorías se basa en la idea de que muchas veces el encuentro con una persona deseada fracasa porque el guión sexual imaginado no se cumple. También ha comprobado que es muy común excitarse pensando en una persona distinta con la que se comparte ese momento sexual. Es mucho más frecuente, según Leader, estar en otra parte durante el coito de lo que se sospecha.

Convertir la sexualidad en un relato es un elemento gozoso que involucra a otros. Se tiene sexo para contar, para alardear, para que los demás lo sepan, para competir. La posibilidad de grabar el encuentro sexual y mostrarlo a una audiencia infinita es otra demostración de que el sexo es un valor por fuera del disfrute que se pueda experimentar y también un medio para humillar, incluso para arruinarle la vida a algunas personas.

La lectura social que realiza Leader en este libro traducido por Albino Santos Mosquera se sustenta en la información sobre el alto consumo de pornografía durante la pandemia donde el sexo servía, en muchos casos, para calmar la ansiedad.

Lo interesante es ver cuáles son las configuraciones emocionales y psicológicas de determinadas prácticas, acompañadas de sus interpretaciones.

Desde caracterizaciones donde algunos hombres definen su sexualidad en la falta de emoción, en la capacidad de desentenderse de cualquier involucramiento afectivo ( algo que la sociedad actual extendió a muchas mujeres) a ejemplos más contundentes vinculados el cambio de identidad sexual a partir de cuestiones ideológicas ( mujeres feministas que prefieren alejarse de los hombres y convertirse en lesbianas) o , en una versión más arbitraria, hombres que no se consideran homosexuales si se acostaron con otro hombre solo una vez o lo hicieron por dinero, que demuestran cómo las elecciones sexuales están marcadas por el contexto .

El trabajo sobre el sentido también puede ser un modo de lidiar con lo indeterminado del sexo porque es justamente en nuestra sexualidad donde se manifiesta algo desconocido y muchas veces inmanejable de nosotros mismos, algo que no se referencia en la racionalidad. El modo de encuadrarlo, de darle mayor o menor jerarquía puede ser una estrategia para negar que no siempre se desea a la persona más hermosa, o a la más conveniente o que a veces ese deseo no se puede integrar a la vida que elegimos.

Leader señala que la mayoría de las mujeres que pasaron por su consultorio disfrutaban mucho menos cuando su pareja les daba lo que ellas querían después de habérselo pedido. No hablar, no requerir sino lograr lo que se desea sin tener que estar en una actitud demandante, forma parte de un caudal erótico que suma a la satisfacción.

Lo que demuestra que el sexo comienza mucho antes de su práctica y adquiere significaciones que lo signan en una temporalidad más amplia. Hay algo que queda en la psiquis, en el cuerpo, en las emociones que no tiene solo que ver con el disfrute (o su ausencia) sino con un modo de enlazar la fantasía y el deseo con la realidad más concreta que supera a la práctica misma y termina existiendo o permaneciendo en la forma simbólica del lenguaje.

Nunca es solo sexo, de Darian Leader (Sexto Piso).