
El amarillo vibrante de la instalación que ocupa con generosidad la planta baja de Adolfo Alsina 673, a metros de la Diagonal Sur porteña, anuncia una nueva etapa para el espacio que la contiene. Flores: un jardín suspendido, la monumental escultura inflable de Pablo Curutchet le imprime un gesto bien actual a la sala histórica del Fondo Nacional de las Artes, que estuvo cerrada por una década.
Ganador del Primer Premio del Concurso de Proyectos Curatoriales 2024, el conjunto escultórico, con la curaduría de Pedro Bedmar Rodríguez, fue elegido para la reapertura de esta sala destinada al arte contemporáneo, según confirmó Tulio Andreussi, Presidente del FNA, en la apertura.
Tulio Andreussi, Pablo Curutchet, Teresa Bortagaray de Testa, Joaquina Testa y Pedro Bedmar Rodríguez. “Cuando iniciamos la gestión, en este lugar funcionaba una biblioteca; el lugar era bastante oscuro y con cierta tristeza por la dejadez del tiempo”, relató Andreussi durante la inauguración. “Por eso agradezco este día que para mí fue muy esperado, en el que a través del Fondo Nacional de las Artes, al que considero un organismo viviente, los artistas contemporáneos vuelven a tener un espacio para exponer sus obras, en diferentes disciplinas”.
Sala Arquitecto Clorindo Testa
Ahora remodelada y puesta en valor, la sala fue inaugurada el 27 de abril de 1995, bajo la presidencia de Amqalia Lacroze de Fortabat. En ese entonces, Clorindo Testa era Director de Arquitectura del Fondo Nacional de las Artes y donó el proyecto que había gestado con Francisco Bullrich durante la década de 1990.
En esta sala se exhibe el plano original con la firma de Testa y está inscrita su visión del arte y la arquitectura; razón por la que el Directorio decidió por unanimidad nombrarla sala Arquitecto Clorindo Testa.
Lúdica, la experiencia dentro de la histórica sala. “Con esta reapertura buscamos traer al presente el compromiso de Clorindo con el arte y los artistas argentinos, reafirmando nuestro compromiso con el pasado del FNA”, señaló Tulio Andreussi, quien destacó la presencia de Teresa Bortagaray de Testa, viuda de Clorindo, su hija Joaquina Testa y autoridades de la Fundación Clorindo Testa, presentes en el evento.
Entre los asistentes, estuvo la Directora Nacional de Museos, María Paula Zingoni; la Directora de Artes Visuales María Silvia Corcuera y miembros del Directorio del Fondo Nacional de las Artes; la historiadora del Arte María José Herrera y la crítica Ana María Battistozzi, entre otros invitados.
La sala fue nombrada Arquitecto Clorindo Testa. Desde su fundación, la emblemática sala de exposiciones albergó casi un centenar de muestras individuales y colectivas. Se convirtió en un lugar de encuentro, experimentación y visibilidad para artistas de distintas generaciones y lenguajes, provenientes de todo el país, hasta su cierre en 2015. Fue entonces cuando se alojó allí la Biblioteca Mario Podestá, destinada a albergar las publicaciones del FNA, con un total de 27 mil volúmenes que se fueron digitalizando.
Naturaleza artificial
Elegido entre 50 postulaciones por un jurado formado por la investigadora Ana Inciarte, el gestor y curador especialista en diseño Wustavo Quiroga y Emanuel Diaz Ruiz, director del Museo Franklin Rawson de San Juan, el proyecto elegido ocupa el espacio de una manera singular, destacándose. Los visitantes atraviesan con el cuerpo la instalación Flores: un jardín suspendido, en una experiencia sensorial que se suma a la brillante atracción que ofrece desde la vidriera a los transeúntes.
Nacido en Madrid y residente de las Sierras cordobesas, el artista, escritor y gestor cultural Pedro Bedmar Rodríguez conoció al escultor Pablo Curutchet en un colectivo en Córdoba y sus intereses coincidieron.
La instalación de Curutchet se puede recorrer. «Esta obra es una celebración de la belleza y la fragilidad en la vida, un recordatorio de que en un mundo cada vez más artificial, la naturaleza sigue siendo una fuente de inspiración y de asombro”, sostiene el curador, en su búsqueda de ampliar los públicos para el arte contemporáneo. “Este jardín colgante carece de aroma, una ausencia que introduce la tesis central de la exposición: la dualidad contemporánea entre lo orgánico y su sustitución por el artificio”.
Con la flor como símbolo de vida, ciclo y belleza efímera, la instalación está construida con una técnica que Curutchet viene desarrollando desde que adoptó las esculturas de grandes dimensiones, justamente a través del apoyo del FNA. “En 2006 gané una Beca Creación que me permitió desarrollar proyectos a gran escala. Volver al Fondo me conecta con esa parte de mi historia y es muy emocionante”.
Las autoridades del FNA celebraron el nuevo espacio para el arte. Tras su cierre del 2015, la luminosa vidriera que Clorindo Testa imaginó para este espacio, con sus escaleras icónicas y su habitar confortable, se habían ocultado tras unos vinilos que oscurecieron la experiencia completa.
“Tal vez me hayan escuchado decir que el Fondo Nacional de las Artes es un organismo vivo que late al ritmo de la excelencia de la cultura”, concluyó Andreussi. “Espero que este sea el comienzo para que este espacio vuelva a brillar”.
Flores: un jardín suspendido puede visitarse hasta el viernes 20 de febrero de 2026, de lunes a viernes, de 10 a 16 h, en Adolfo Alsina 673 (CABA), con entrada gratuita.



