Hay momentos en la vida de una persona en los que parece que está todo bien: solo hay que levantarse a la mañana, salir a trabajar, llegar a casa. Digamos, funcionar. Pero, de pronto, algo, un hecho –en apariencia– nimio, o una acumulación de pequeños acontecimientos que no sabemos cómo gestionar, puede hacernos explotar emocionalmente y, entonces, no podemos más. No somos más funcionales a lo establecido. Algo se quebró. ¿Cuál es el límite entre la cordura y la locura? ¿Hasta dónde podemos practicar lo cotidiano en el afuera sin mirar adentro?

Entrevista a Mercedes Funes. Foto: Andres D'EliaEntrevista a Mercedes Funes. Foto: Andres D’Elia

Adentro es justamente el título de la primera novela de Mercedes Funes, una obra que bucea en las profundidades del sentido de la vida, coqueteando siempre con ese borde, con ese límite, muchas veces, difuso entre lo cuerdo y lo loco, entre el adentro y el afuera.

Adentro es una novela de nuestro tiempo, un poco Woody Allen, un poco Quentin Tarantino y mucho Mercedes Funes, una voz singular que surge con fuerza para hablar de locura, psicofármacos, nuevas maternidades, feminismo y otras yerbas, con ritmo de rock nacional.

Adentro de un neuropsiquiátrico va a parar Isabel, una periodista que un día “no da más”, no puede más con su vida y decide que se va a internar, que va a “descansar” de esa vida de locos que la lleva de un lado a otro sin control. En apariencia, lo hace en sus cabales y por propia voluntad.

“Ella cree que va a un spa”, dice la autora con aire risueño, detrás de una taza de café, en diálogo con Clarín.

–¿Cómo surgió la idea de Adentro y por qué decidiste escribir sobre salud mental?

–Yo creo que el tema de la salud mental explotó sobre todo después de la pandemia y que, entonces, era algo que se hablaba un poco por lo bajo, también coincide con una generación que sacó del closet muchos temas.

–Es como si hubieras “leído” algo de eso que circulaba…

–Sí, pero yo venía trabajando esta novela hace muchos años, incluso antes de la pandemia, le encontré actualidad y le puse más fuerza cuando entendí que había algo en el aire que tenía que ver con eso, que no era una pregunta mía nada más, sino que era algo que nos estaba atravesando a más de uno.

–Claro, no es solo a nivel individual, sino que es algo colectivo…

–Así es. No hay manera hoy de no hablar de salud mental viendo las noticias, es una cosa que se ve porque es masiva, grosera, obscena. ¿Qué pasa con este sistema que impulsa a tanta gente a vivir esta locura funcional?, se pregunta la narradora, ¿no? Esto se sostiene porque hay medicación, porque hay muchas búsquedas que se pueden hacer mientras tanto, pero ¿cuánta gente vive así, como al borde y cubriendo como puede eso que le pasa?

–¿Pensás que la locura sigue siendo un tema tabú?

–Una cosa es la locura funcional y, por otro lado, tenés a los locos que son funcionales al momento histórico… la locura, digamos, diagnosticada, extrema, como en este caso y sí, sigue siendo un tabú. Pero esta cosa de amigas o familia compartiendo medicación lo vemos todo el tiempo, no nos podemos hacer los distraídos…

–¿Y cómo juega la cuestión de género ante el mote de “el loco” o “la loca” de la familia?

–Bueno, el loco varón suele ser un loco lindo, un loco genial, un loco que está dispuesto a hacer cosas que nadie más haría. Una mujer loca es una mujer desacreditada. La loca nunca es algo positivo.

–Pero Isabel (la protagonista de Adentro) es una persona como cualquier otra, a la que le pasan cosas… y de pronto se interna. Uno se pregunta, ¿cuándo fue que detonó? ¿Dónde está el límite entre la cordura y la locura?

–Digamos que esa es la pregunta que está de manifiesto en la novela y que es como el hilo conductor, ¿cuál es el límite entre el adentro y el afuera? ¿Dónde está la locura? ¿Acá, entre esta gente que vemos encerrada, o afuera, que puede ser muchísimo más hostil?

–Da la sensación de que ella se percibe más afuera que adentro, al menos al principio de la novela…

–Creo que la narradora tiene este lugar que es conveniente para contar la historia, que es estar como muy en el borde. Ella se siente sana al principio, no se admite como una loca, de hecho, es ella misma la que elige internarse y, por lo tanto, es una observadora y además es una periodista, con lo cual te va a contar lo que está viendo en este laberinto de curiosidades en donde se metió casi como un trabajo de campo, bueno, no, está en un spa y está viendo qué le pasa con eso.

–¿Se está interrogando acerca de su salud mental?

–Claro, y en el camino se da cuenta de que todas esas pequeñas cosas que le fueron pasando –como pasó con el feminismo– esto de darnos cuenta de que había muchas experiencias que pensábamos que nos habían pasado en soledad y, en realidad, nos pasaron a todas, digo, no sos especial porque sufriste un abuso, no sos especial porque tenés problemas con tu apariencia o con tu cuerpo…

Entrevista a Mercedes Funes. Foto: Andres D'EliaEntrevista a Mercedes Funes. Foto: Andres D’Elia

–Pero hay un momento de quiebre, Freud dice que la salud mental se puede resumir en el hecho de que la persona pueda “Amar y trabajar”. Bueno, hay un momento en que la protagonista ya no puede “amar ni trabajar”.

–El juego literario, en este caso es ese. ¿Qué pasa si, con todo esto, un día uno decide frenar, parar la pelota y decir, «No, no funciona más. Prefiero hacer otra cosa, un alto para ver si puedo empezar de nuevo o caerme del todo.»

–¿Te inspirás en personas reales para construir los personajes?

–En algunos casos, sí. Los escritores somos vampiros, ¿no? Nos alimentamos de la realidad, de la familia, de los amigos…

–Pienso en El ciudadano Ilustre, imaginemos que regresás al pueblo de donde salieron tus personajes como “el Inge” o “Juan” ¿Qué pasaría?

–Me parece que la diferencia está en que yo soy periodista, es muy distinto escribir como periodista que escribir con una intención literaria. Cuando uno intenta hacer literatura tiene que tener en claro que no perdona a nadie, o sea, voy a robar de donde sea y mañana veremos…

–¿Cómo te documentaste sobre internaciones y psicofármacos?

–Hice entrevistas con psiquiatras, investigué con gente que estuvo internada, que es mucho más de lo que uno piensa, es algo cercano. Parte del trabajo de Adentro fue pensar en lo cerca que está, creo que por eso, también, tanta gente se identifica…

–¿Ninguno de nosotros está exento?

–Claro, no es que yo me siento un personaje tan lejano de estos que habitan los pasillos de una clínica de salud mental. Entonces, puedo empatizar, puedo ponerme en ese lugar y mirar. Mi intención también era decir, bueno, y esta gente que habita estos lugares, no necesariamente es la caricatura que nosotros tenemos en la cabeza, esta cosa así del dibujito animado, los ojos en espiral y el sombrero de Napoleón.

–¿Alguna vez tuviste, verdaderamente, miedo de volverte loca?

–Sí, absolutamente. Este libro sale de imaginar qué pasa si me vuelvo loca en serio, ¿qué pasa si me vuelvo loca? De nuevo, no creo que sea una pregunta solo mía. Es algo que muchísimas personas nos hemos hecho, sobre todo porque alguna vez nos han dicho “estás loca”. Me pasó, también, de empatizar con un personaje de la literatura que está loco y decís: «Uy, pará, yo no soy tan distinta de esto”. Creo que la disfuncionalidad nos recorre a la mayoría de los que tenemos inquietudes.

–¿Qué rol juega la maternidad en la novela?

Adentro es para mí una historia que habla de muchas cosas, pero uno de los temas que a mí más me importan es la maternidad. La narradora es una hija que quiere ser distinta de su madre, que quiere querer bien a su hijo y, al final de cuentas, lo que la sigue rescatando, entre comillas, o lo que la sigue haciendo evitar que cometa males todavía mayores, aunque camine por el borde, es siempre ese hijo que está presente para ella de la manera que puede.

Entrevista a Mercedes Funes. Foto: Andres D'EliaEntrevista a Mercedes Funes. Foto: Andres D’Elia

–Hay un pasaje muy elocuente al respecto en la obra, cuando ella dice que quiso ser mejor que su madre y terminó siendo peor: “Al menos, yo nunca tuve que ir a buscar a mi madre a un neuropsiquiátrico”

–Sí, Isabel tiene una madre que no hizo bien de madre y un hijo al que no le quiere fallar y le termina fallando peor. Es el lugar del terror para mí. Yo pienso, ¿Dónde acecha la maldad? ¿Qué es lo que nos da miedo en serio? Como madres, ¿cuál es el terror? Uno puede inventarse el cuco, los fantasmas –esta novela, si querés, está llena de fantasmas cotidianos– pero el de fallar como madre… para mí, no hay un fantasma peor.

Mercedes Funes básico

  • Es politóloga y periodista. Fue redactora y editora del diario La Nación y de la revista Gente, y columnista de Infobae.
  • En 2015 fue una de las organizadoras de la primera marcha de #NiUnaMenos, el movimiento que visibilizó de modo definitivo la violencia de género en la Argentina.
  • Publicó Feminista en falta: conversaciones, relatos y preguntas de una revolución en marcha (2019) y, en coautoría con Sonsoles Rey, De nuevo sale el sol (2024). Adentro es su primera novela.

Adentro, de Mercedes Funes (Planeta).