Si te preguntas cuánto tiempo tienes que meditar para notar los beneficios podríamos decirte que tantas veces como puedas, incluso, todo el tiempo, ya que la meditación no consiste solo en sentarse en silencio, sino es más bien un modo de ‘estar’ en la vida, siendo consciente y poniendo atención plena en todo lo que hacemos. Así, podemos meditar cuando damos un paseo o cuando cocinamos. Pero antes de profundizar en cuántas veces se puede meditar y cuánto tardarás en notar los efectos queremos hablarte, precisamente, de todo lo que la meditación puede hacer por ti. Y más, en estos tiempos de pandemia, en el que los niveles de estrés y de ansiedad, provocados por el miedo y la incertidumbre, se han disparado.
Cada vez hay más gente que medita
Las cifras hablan por sí solas, y si algo tenemos claro, es que cada vez es mayor el interés en la práctica de meditación. Un dato apoyado por el estudio realizado por Petit BamBou en España (con una participación de 2004 personas de más de 18 años) en el que se afirma que un 30% de los encuestados medita o ha meditado en el último año y que, de estos, más de la mitad comenzaron durante el confinamiento; y este porcentaje es superior (17%) en edades comprendidas entre los 18 y 24 años.
Una práctica que es más común entre las mujeres (38%) que los hombres (29%), pero que en ambos casos el 94% aseguran que, una vez finalice la crisis sanitaria, seguirán meditando. ¿Razones? Sus múltiples beneficios, que repercuten en la vida cotidiana. Los encuestados afirman que gracias a la meditación han podido reducir el estrés, gestionar mejor sus emociones y que pueden conciliar el sueño con mayor facilidad. Vamos a conocer mejor estos beneficios.
Una introducción a cuál es la esencia de la meditación
Como nos cuenta Silvia Cantos Pi, fundadora de la Escuela de Transformación Interior Verdad Objetiva y autora del libro Verdad Objetiva y el Ser Humano, “se puede diferenciar la meditación en dos tipos: la contemplativa y la reflexiva y, deben ir de la mano. Si no se afronta la meditación de una forma útil, puede no servir para mucho, más que para sentarse y relajarse un poco”. Así que podemos ver la meditación de varias maneras: técnicas para concentrarse, técnicas para relajar o bien, como algo más.
Tal y como se presenta en una parte de la sociedad, la meditación es una práctica que las personas hacen para obtener muchos beneficios: “mejora de la salud emocional y aumento de la felicidad, aumento de la consciencia”, entre decenas de otros ya científicamente probados.
Sin embargo, Silvia Cantos opina que lo relevante es poner foco en por qué muchas personas no logran esos beneficios si siguen las instrucciones, o por qué muchas personas no pueden seguir ni siquiera esas sencillas instrucciones.
“Las personas se encuentran en un estado de agitación mental y experiencia compulsiva que ha llegado a un grado demasiado intenso. Las circunstancias vitales de cada uno son repetidas, complicadas y enredadas en la mente cada vez más. Uno parece no poder escapar de su propia mente y repetición constantes. Sin trabajar una poda de causas de la agitación mental, da igual cuanto tiempo nos sentemos a meditar, los pensamientos seguirán aumentando o manteniéndose en el tiempo, aunque hayan cesado en un pequeño paréntesis”.
Silvia Cantos, por ejemplo, promueve que la meditación sea una consecuencia natural y no una práctica que fuerzas por la mañana, tarde o noche. Es decir, que llevemos la meditación a todos los aspectos de nuestra vida.
¿Qué sentimos cuando logramos meditar?
Las personas que logran que la meditación les suceda, obtienen más beneficios más allá del bienestar físico: sobreviene una lucidez y capacidad de ver las cosas tal y como son y sin tantas influencias tanto por nuestras propias vivencias y prejuicios como por los condicionantes externos. Esta lucidez y la reducción de la agitación mental afecta en todas las parcelas de nuestra vida: en la toma de decisiones, el bienestar, cómo nos relacionamos con el entorno, etc.
¿Cómo podemos aprender a meditar si somos muy nerviosos?
Silvia Cantos señala que “el camino más eficiente es desprender y podar los patrones de pensamiento con las reflexiones adecuadas y, así, el estado meditativo se hace posible. Si uno es muy nervioso, seguro que hay fuentes y causas para esa agitación. Hay que identificar esas causas y ver si con la reflexión adecuada, pueden apartarse y así estar más preparado para la meditación”. Como señala la experta, sentarse y luchar no es necesariamente el camino. Sin embargo, sí puede serlo la comprensión primero, y sentarse, después. “No creo que debamos sentarnos a meditar sin la preparación adecuada en un momento determinado”, opina.
¿Cómo debemos meditar?
A todos nos viene a la cabeza la postura de loto para meditar, en silencio y con el resplandor de una vela. Sin embargo, y de acuerdo a la verdadera esencia de la meditación, podemos meditar en cualquier momento y en cualquier posición. “Para mi la meditación no es una práctica. Es un modo de vida. Un modo de Ser. Hay quien se sienta una hora a ser testigo de sí mismo y de la mente. Pero creo que eso es insuficiente. Es bueno y mucho mejor que no hacer nada porque por lo menos das a tu ser un espacio y una oportunidad para ver más allá del condicionamiento y hacer que bajen las revoluciones, en algunos casos”.
Cantos afirma que la meditación solo transforma cuando se vive a tiempo completo: cuando uno corta una zanahoria, ser testigo de ello sin que la mente esté ya preparando el siguiente paso. Cuando uno está hablando con alguien, poder escuchar sin estar preparando la respuesta que le va a dar o estar evadido en sus propias cosas y, así, con todo. Cuando uno está aquí, su mente ya está allí. Y siempre suele ser así. Según la experta en meditación, estar en el momento presente sería una forma de meditar.
¿Es mejor hacerlo por la mañana o por la noche?
Todo el tiempo posible. La meditación no es un ejercicio, es un estado consciente y eso puede trasladarse a todas las acciones del día. Es compatible con todo. Pero, además, uno también puede sentarse en cualquier momento libre y, parando el cuerpo, observar y ser testigo de uno mismo. Justo antes de dormir y por la mañana antes de empezar el día, sin excepción.
¿Cuántas veces tenemos que meditar si queremos empezar?
Como apunta Silvia Cantos, hay que intentar meditar todo el tiempo posible e ir aumentando. “Uno puede empezar con cinco minutos y llegar a dos horas. Pero el objetivo no es dedicar un tiempo a la meditación, es convertirse en meditación. Un camino para hacerlo posible es trabajar, como indicamos en Verdad Objetiva, la meditación reflexiva: cuanto más ves, más quieres ver y cuando comprendes, sobreviene más paz y lucidez que te hacen estar en un estado de alerta, sereno pero activo: pasas de hacer meditación a Ser Meditación”.
¿Cuánto tiempo tardaremos en notar los beneficios?
Los estudios realizados en la Facultad de Medicina de Harvard revelan que tras ocho semanas de practicar meditación todos los días se pueden observar cambios en el cerebro. Silvia Cantos, por su parte, señala que objetivo principal de la meditación no deberían ser esos beneficios, sino que se debería meditar para obtener esa lucidez que le permite a uno actuar desde la sabiduría interior para tomar las mejores decisiones para uno mismo y para los demás. Y, según afirma, este logro no sabe de plazos.
¿Pueden los niños meditar?
Los niños no son ajenos a la situación actual y gracias a la práctica regular del mindfulness o la meditación pueden desarrollar recursos interiores para regular sus emociones y encontrar la calma y serenidad que necesitan en cada momento. Como dice Benjamin Blasco, co-fundador de Petit BamBou “si los niños desde edades tempranas aprenden a vivir de una forma consciente, estarán desarrollando los recursos para tener una vida libre y feliz ahora y en su edad adulta”.
Vía: hola