Mariela Ivanier y sus Té de Colección son leyendas vivas en el ambiente artístico porteño. Abre su casa, llena de cuadros de artistas argentinos, para amigos y amigos de sus amigos que tienen alguna vinculación o interés por las experiencias artísticas. En ese pequeño museo que en realidad es un hogar se tejen relaciones, redes, nuevas amistades y se aporta a formar el gusto por el arte.
Ivanier publicó el año pasado su segundo libro, El arte está en casa, donde reúne el testimonio de 141 mujeres vinculadas al arte. Al igual que en sus míticos meetings, reúne personalidades que ocupan distintos lugares dentro del mundo artístico.
Desde una artista, hasta una imprentera, pasando por las curadoras, una cocinera, galeristas y periodistas especializadas, cada una hace una breve reflexión sobre su amor a los objetos de arte, cómo se iniciaron en sus disciplinas y qué significa el arte para cada una de ellas.
En la entrevista con Clarín Cultura no habrá té sino un café de media mañana. En Congreso, a donde Ivanier se mudó hace menos de dos años, las calles todavía se sacuden la modorra después de celebrar la Copa Mundial obtenida apenas horas antes en Qatar.
Pero en la casa de esta relacionista pública que dirige su propia consultora Verbo no hay rastros de fútbol. Solo se respira arte combinado con una impecable decoración no apta para minimalistas ni fanáticos de la ausencia de color.
Apenas comienza el diálogo, Ivanier aborda una de las polémicas de corte filosófico-mercantilista que siempre rodean a quienes destinan dinero para hacerse de una obra de arte.
“De mí, dicen que soy una compradora, no una coleccionista. Yo siempre pregunto: ¿vos con qué querés vivir? ¿Con lo que vale más, con lo que está en línea curatorial o con lo que vos querés tener cerca de ti?”, lanza.
Y continúa: “Yo elijo lo que me emociona. No se si soy coleccionista, es un tema que no me quita el sueño. Sí me quita el sueño motivar a la gente a que coleccione o que compre mínimamente”.
El arte está en casa nació como un proyecto durante la cuarentena. Durante meses reunió el testimonio de un centenar de profesionales del arte para conseguir un libro que emana sentimientos, historias personales, intimidad y una amplia mirada sobre las posibilidades profesionales que da el arte. Más extensos o apenas unas breves líneas, cada mujer seleccionada por Ivanier tiene una historia para revelar.
A su vez, alienta a posibles nuevos compradores que aún no descifran cómo ingresar al circuito artístico. “Hay muchísima gente que viene a mi casa y se da cuenta que las cosas no son tan costosas como imagina. Con los Té de Colección el interés es mostrarle a la gente que puede tener obra en su casa y es muy grato convivir con eso”, cuenta Ivanier.
Rastreando las experiencias de cada mujer que participó del libro se vislumbran distintas maneras de encontrase con el arte en la vida. Están las mujeres que provenían de familias vinculadas a la cultura, otras que se enamoraron de hombres que las incorporaron a ese mundo, quienes tenían una vocación interior y quienes se toparon casualmente con alguna disciplina y nunca pudieron dejarla. Desde una mirada práctica, el libro resulta una guía de las múltiples salidas laborales que puede tener el arte.
La historia de Ivanier pertenece a la de la herencia familiar. Aunque comenzó a coleccionar arte en 1997 cuando compró su primer departamento –“Decidí que no iba a tener láminas, sino solo originales”– sus padres ya tenían una historia personal con el arte.
Cuando los Ivanier contrajeron matrimonio tomaron todos los sobrecitos que recibieron con dinero de sus familiares, y que de acuerdo a la tradición debería destinarse a iniciar su hogar, y, en cambio, compraron una obra de arte. Seis décadas y 16 mudanzas después los padres de la relacionista pública aún preservan la obra.
“Ellos se han ido mudando con lo imprescindible. Y esa obra es imprescindible. Para mí el arte es imprescindible. Mi familia se fundó con una obra de arte”, reflexiona ahora desde su propio hogar que estrenó en pandemia.
Pero volvamos a 1997, cuando decidió que no quería láminas en sus paredes. En su rol de relacionista comenzó a trabajar para algunos artistas que buscaban difundir su trabajo. Ivanier cumplió con su objetivo y, a la par, ingresaba a un nuevo mundo. Luego llegaría el momento de comprar.
Hoy posee 300 obras todas colgadas en su casa. Su hija la asesoró en el montaje dentro del departamento que sin buscarlo podría pasar por un museo. Sucede que Ivanier puso especial esmero en cada ambiente, distinguido por un color, donde en algunos casos hizo también combinar las paletas que predominan en cada obra.
Recorrer su departamento se asemeja a visitar un museo, con sus salas bien diferenciadas, con un esmero cuidado en el orden, pero sin perder la calidez de un hogar. Al fin y al cabo, Ivanier habita ese espacio, convive las 24 horas rodeada de sus obras, aunque la abra a sus invitados porque, afirma, “cuando uno comparte los chiches es más feliz jugando”.
En El arte está en casa la lógica de distinguir por color se repite. Hay un testimonio por página a la que se le asigna un color o estampa propia. Cada mujer es única –como una obra de arte– e Ivanier les brinda su propio espacio.
Hay otro elemento que caracteriza a nuestra anfitriona, atípico en el mundo del arte: Ivanier no teme en sostener que el arte puede ser un negocio para todos los que se involucren y que las reglas del marketing también pueden aplicársele.
“El título del libro tuvo mucho que ver con mi estilo de vida, con que tengo arte en casa y me interesa motivar a otros para que tengan arte en casa. Si hay arte en casa, hay de algún modo trabajo para los artistas, para los galeristas, se genera una cadena de valor muy interesa. Eso depende de que mucha gente se sume”, explica.
Y prosigue: “El arte es un circuito, una cadena de valor como puede ser cualquier otra desde el punto de vista comercial”. En ese sentido, confiesa que motiva a las empresas a las que asesora con sus relaciones públicas para que utilicen el arte como una manera de llegar a sus clientes.
–Por último, ¿qué es el arte para Mariela Ivanier?
–El arte es como el agua para mí. Es así de necesario.
Ivanier Básico
- Fundadora y directora de la agencia de comunicación Verbo, tejedora de redes, coleccionista y apasionada amante del arte, mamá de Mora, hija de Hugo y Raquel.
- Anfitriona de sus célebres Té de Colección –donde recibe referentes del mundo del arte, la cultura, la política, los negocios, amigos y clientes–, amiga que siempre está y curiosa incansable.
- Como profesional de la comunicación, se especializa en prensa, asuntos públicos y manejo de crisis. Editó previamente el libro Té de colección, presentado en el marco de arteba, en el Malba en 2013.
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