Este año -«el año que vivimos en peligro» – fue, qué duda cabe, distinto a todos, en función de las restricciones que impuso la pandemia por coronavirus y nos sometió a dinámicas definitivamente atípicas, también en el campo de la cultura: en la Argentina, a causa de una cuarentena que se extendió durante meses, por primera vez en la historia cerraron temporalmente las librerías y los museos, mientras que los festivales y ferias editoriales se vieron forzadas a concretar ediciones virtuales.

A su vez, buena parte de las editoriales debió cancelar o postergar sus lanzamientos de títulos, un hecho asociado a que incluso un evento histórico y de proporciones como es la Feria del Libro porteña, de abril, debió suspenderse por primera vez en su casi medio siglo de historia (lo que, además, según un informe encargado por la Fundación El Libro, que organiza el encuentro, redundó en pérdidas millonarias para editoriales y libreros).

Sin embargo, hubo cambios que llegaron para quedarse o que aceleraron procesos que estaban en marcha: se ​incrementó la cantidad de libros digitalizados, se afinó el delivery de libros, se afianzaron espectáculos y canales de expresión en las redes -muchas veces con formatos creados especialmente para estos medios- y aparecieron formas mixtas presencial-virtual que también permitieron llegar a públicos más lejanos geográficamente.

La vida en suspensión es la experiencia inédita que nos lega la pandemia, que seguramente dejará instalados algunos hábitos para el futuro. Entre ellos, una convivencia más fluida con la virtualidad, que imprime un nuevo paradigma a la cultura: las pantallas aparecen ahora como una dimensión heredada de esta tragedia sanitaria.

Otros cambios cualitativos: la venta online de libros multiplicó los actores en el espacio virtual pero, a la vez, esto podría favorecer la concentración del negocio en nuevas plataformas de ecommerce, un tema que preocupa (en España, por ejemplo, unos 700 libreros independientes se nuclearon en una plataforma online para frenar a Amazon, líder de ventas)  y aquí hubo dudas antes la aparición de la editorial Planeta vendiendo directo al público -y no a través de librerías- en Mercado Libre.

¿Qué nos deja en definitiva la pandemia? A continuación, algunos hechos y tendencias sobresalientes de este 2020 en que la cultura demostró hasta qué punto nos sigue sirviendo como refugio. Y pistas sobre lo que vendrá:

Ferias, festivales: la oferta virtual

Frente a la prohibición de los encuentros públicos, las ferias editoriales y de arte, como arteBA, propusieron programas virtuales. Los festivales literarios, a su vez, apelaron a los talleres virtuales y los invitados Internacionales que participaron vía Internet: un ejemplo modelo en este sentido fue el del festival literario Filba, con presencias rutilantes este año –como las de las estadounidenses Siri Hustvedt, Vivian Gornick, Joyce Carol Oates y Sharon Olds y la caribeña Jamaica Kincaid-, y que por ese mismo motivo concretó una edición histórica.       

La Feria de Editoriales Independientes (FED) y el Festival Basado en Hechos Reales, enfocado en el periodismo narrativo, son otros ejemplos en este sentido: aprovecharon las ventajas de la tecnología para mantener su continuidad y seguir proponiendo programas en el marco del aislamiento obligatorio.

Recién en diciembre, con la vuelta escalonada de los eventos presenciales, se concretó la primera edición de la Feria de Editoriales y Librerías (FELBA), organizada por la Fundación El Libro y el Ministerio de Cultura porteño: fue la primera Feria del Libro presencial en América latina y contó con la participación de 41 expositores, entre librerías y editoriales.

Como, además, cerraron los teatros y los cines, así como las salas en las que habitualmente se presentan los actores y los músicos, también aparecieron o crecieron plataformas web -al estilo de Cultura en Casa (ahora Vivamos Cultura)- que aportaron alternativas vía Internet: en ellas, es posible encontrar desde obras de teatro a entrevistas, y espectáculos.

A futuro, coinciden gestores culturales, editores y libreros, ambos formatos -el presencial y el virtual– seguramente mantendrán una feliz convivencia, permitiendo, por ejemplo, que escritores y artistas extranjeros participen como este año de eventos locales y reduciendo parte de los costos. 

La feria arteBA fue online, vendió poco y enfrentó una crisis histórica     

Este año, arteBA, la mayor feria de arte del país y que suele convocar cada año en el predio de la Sociedad Rural, tuvo su edición virtual en abril, desde la plataforma Artsy, aunque se vendió muy poco: alrededor del 20 por ciento de lo habitual. El dato generó preocupación entre los galeristas, ya que la mayor parte de las operaciones de compra y venta suelen hacerse en el marco de esta feria. De todos modos, celebraron la visibilidad que permitió no haber suspendido el encuentro.      

El año próximo, arteBA apuntará a la vuelta a lo presencial o, a lo sumo, a una dinámica híbrida: así lo confirmó a revista Ñ Larisa Andreani, su presidenta.»En todas las ferias del mundo, las plataformas digitales llegaron para quedarse, incluso pospandemia. Sin embargo, está comprobado que las transacciones se hacen viendo y enamorándose de una obra».

“Las plataformas digitales llegaron para quedarse, aunque las transacciones se hacen viendo y enamorándose de una obra”.

"Las plataformas digitales llegaron para quedarse, aunque las transacciones se hacen viendo y enamorándose de una obra".

Larisa Andreani

Presidenta de arteBA

Otro dato no menor, en el racconto de este 2020: Andreani fue designada en octubre pasado luego de la dimisión, en agosto, de Amalia Amoedo, a la que siguió la de Juan Carlos Lynch -quien presidió arteBA durante 48 horas- y la renuncia de Julia Converti, gerente general de la Feria, en la que puede definirse como la peor crisis de la historia de arteBA.

Los museos

Los museos públicos y privados -en línea con lo que ocurría en el extranjero- también enriquecieron sus propuestas online a lo largo de los siete meses que permanecieron cerrados. (Mientras, trabajaron en un protocolo coordinado para responder a las medidas de prevención del contagio, que finalmente se redujo a la aplicación de medidas impulsadas por el gobierno porteño a las que adhirieron los museos nacionales).  

«Al igual que para muchos sectores, el 2020 para los museos fue un año durísimo», define a Clarín Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes. Y distingue: «Los museos privados y los que dependían de las entradas para funcionar recibieron un golpe enorme. Los museos con presupuesto público, como el caso del Bellas Artes, pudieron sobrellevarlo mejor y poseen una mejor perspectiva para su recuperación. Los museos debieron reinventarse«, dice. 

“Los museos con presupuesto público, como el caso del Bellas Artes, pudieron sobrellevarlo mejor y poseen una mejor perspectiva para su recuperación.”

"Los museos con presupuesto público, como el caso del Bellas Artes, pudieron sobrellevarlo mejor y poseen una mejor perspectiva para su recuperación."

Andrés Duprat

Director del Museo Nacional de Bellas Artes

La situación inédita y común a todos hizo surgir a su vez la necesidad de fortalecer los puentes de conexión y colaboración y así nació RAME, la Red Argentina de Museos y Espacios de Arte, «un foro de intercambio y una referencia para las instituciones culturales del país y el exterior», refiere Duprat.     

Otro duro golpe para el sector editorial

2020 impuso una dura prueba al mercado editorial, en caída libre desde 2016, por la baja de las ventas y de la producción: según la Cámara Argentina del Libro (CAL), los datos de producción del primer cuatrimestre arrojaron una caída histórica. Las novedades editoriales -títulos nuevos- se redujeron un 50 por ciento respecto del mismo período del año anterior. A largo plazo, la situación es aún más dramática: la caída respecto al primer cuatrimestre de 2016 es de un 71 por ciento.

La cantidad de ejemplares, mientras tanto, ​bajó de manera vertical: se produjeron 500 mil libros cuando en abril de 2019 el número era de 6 millones: un 91 por ciento menos.

Por el otro lado, durante la cuarentena hubo una digitalización masiva de ediciones y cambios de soporte: el 63 por ciento de las novedades que se registraron en abril responden a esta situación totalmente atípica (mientras que en 2019 este tipo de soporte representaba tan solo al 15 por ciento de la producción.)

El desamparo de los autores y la Ley del Libro

En la pandemia, algunos problemas de los escritores también se agravaron: los talleres literarios tuvieron un parate de un par de meses hasta que se reacomodaron online. Cuando se rearmaron de manera digital, tuvieron una gran respuesta.

Sin embargo la situación era grave, tanto que la Unión de Escritoras y Escritores consiguió bolsones para los autores que lo necesitaran.

Por esas y otras variables los autores se sintieron desamparados: entre otras medidas, en 2020 pidieron la Ley del Libro, que en el largo plazo les permitiría contar con un régimen jubilatorio y la creación del Instituto Nacional del Libro, capaz de diseñar e implementar políticas sostenidas del sector, atendiendo el largo plazo.

La reconversión de las librerías y el delivery de libros 

«Este fue un año muy malo para las librerías tradicionales, con local a la calle, ese tipo de transacción fue en parte reemplazado por la venta a través de los canales de Internet. Las que tuvieron alguna estrategia de ecommerce de todas formas sufrieron una caída en las ventas de entre un 40 y un 60 por ciento respecto del 2019. Y al problema de la caída de ventas se agrega el aumento operativo en toda la cadena de costos, incluyendo el mantenimiento de las paginas web y plataformas que sumamos a los gastos fijos previos.» Así grafica Ecequiel Leder Kremer, director de Librería Hernández, la situación que enfrenta el sector. «Es decir: bajaron las ventas en un 50 por ciento promedio y al mismo tiempo subieron drásticamente los costos operativos.»  

“Al problema de la caída de ventas se agrega el aumento operativo de costos, incluyendo el mantenimiento de las paginas web y plataformas de venta online”.

"Al problema de la caída de ventas se agrega el aumento operativo de costos, incluyendo el mantenimiento de las paginas web y plataformas de venta online".

Ecequiel Leder Kremer

Director de Librería Hernández

Otro cambio cualitativo: se sumaron actores que favorecen la desconcentración. Hay más vendedores de libros en plataformas. «Las librerías tradicionales pierden imagen frente al público consumidor», concluye Leder Kremer. ¿Podrán en el futuro pocos o un operador monopolizar la venta online? «Un tema al que habrá que prestarle atención», advierte.   

En este contexto de crisis, las pequeñas y medianas editoriales que venden online también se aliaron con las librerías para ofrecer al cliente servicios como el delivery de libros desde el inicio de la cuarentena y también combos (de ejemplares y vinos, por ejemplo): una forma de seguir llegando a los clientes con los locales cerrados.

La entrega a domicilio -la actividad fue exceptuada del aislamiento obligatorio por el gobierno en abril- les permitió a los libreros salir de la inactividad, y se vivió por aquellos días un inesperado aumento del volumen de ventas, aunque la crisis se impuso y finalmente se cobraría el cierre definitivo de algunos locales, como la Librería de las Luces, que este mes cerró sus puertas, con 60 años de historia.​

“Nos había llegado el débil lazo de los ATP del Gobierno Nacional, pero todo lo demás siguió corriendo: cargas sociales, servicios, sueldos, expensas, alquiler e impuestos municipales» explicaba José Roza, hijo de Mario Roza, el fundador de La Librería de las Luces en 1960. «Los ATP significaron una cuerda que aún sostenía esta nave para evitar que se precipitara en el abismo. Pero sin más, de pronto, este último lazo se cortó. Ya llegando a la orilla, nos quitaron el salvavidas”. 

«La suspensión del programa ATP causa una grave situación para la industria del libro desde la creación hasta la llegada del libro al público», definió a su vez María Teresa Carbano, entonces presidenta de la Fundación El Libro.

“La suspensión del programa ATP causa una grave situación para la industria del libro desde la creación hasta la llegada del libro al público”.

"La suspensión del programa ATP causa una grave situación para la industria del libro desde la creación hasta la llegada del libro al público".

María Teresa Carbano

Ex presidenta de la Fundación El Libro

En este sentido, el informe El sector del libro frente a la cuarentena, producido por los investigadores Alejandro Dujovne y Heber Ostroviesky, refleja que los dueños de las librerías, si bien valoraron de manera positiva las medidas de aplicación general de la cuarentena (65 por ciento), también afirmaron que gran parte de su negocio se vio afectado por la cancelación del evento anual.

Trabas a la importación de libros  

La polémica cláusula que allá por 2012 habia impulsado Guillermo Moreno, entonces Secretario de Comercio Interior, volvió a regir este año y puede traducirse como una restricción a las importaciones: obliga a controlar las tiradas de más de 500 ejemplares que llegan desde el exterior por ser potencialemente peligrosos para la salud, si contienen tinta con plomo.

Hasta acá, sin embargo, no se registraron casos riesgosos aunque sí se desalentó a los importadores de libros. Actualmente, las importaciones del primer semestre de 2020 son 80 por ciento más bajas que las del 2018 debido también a la inflación y la caída del mercado.

Los «Vivos» de Instagram, Facebook y You Tube: las redes sociales, autopistas para la cultura

Con los artistas y autores transmitiendo vía streaming, leyendo o haciendo presentaciones de libros, también comprobamos este año hasta qué punto las redes sociales -Facebook, Twitter, Instagram, YouTube- se convertían en aliadas para los escritores y artistas.

La editora Carolina Di Bella inauguró lecturas en vivo todas las noches, desde marzo: ya lleva leídos unos 25 libros en total. También Eduardo Sacheri se sumó leyendo, entre muchos otros.

La transmisión en tiempo real vía Instagram explotó con el aislamiento y esta red virtual fue furor, lo que, en un fenómeno paralelo, también trajo la proliferación de accesorios como los aros de luz con soporte para transmitir a través del teléfono móvil.  

La consolidación del libro electrónico

La pandemia deja otra evidencia: creció el consumo de libros electrónicos, que pasaron a tener una presencia más extendida. Si bien las editoriales necesitan de la venta de ejemplares físicos -por ahí pasa el grueso del negocio- el ebook redundó para los lectores en costos y riesgos menores en tiempos de pandemia, lo que disparó la descarga de títulos en formato digital, incluso en aquellas plataformas que requieren suscripción.

Leamos –un servicio digital pago- duplicó el número de suscriptores en 24 horas, cuando se inició la cuarentena obligatoria en la Argentina y puso gratis todo su contenido. 

El derribo de estatuas   

Otro dato de época: a raíz del asesinato de George Floyd, en los Estados Unidos, el 25 de mayo de 2020, se vieron este año numerosos atentados contra monumentos históricos vinculados a la esclavitud: en Portland, en el estado de Oregon y en Washington, la capital de ese país, con un monumento al general confederado Albert Pike, así como con otras figuras que se consideran símbolos del sometimiento racial. Fue en el marco de las protestas del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan), para criticar el racismo sistemático, revividas masivamente tras la muerte de Floyd que se cuestionaron masivamente los legados de los fundadores del país y otras figuras de la Historia.

Lo que nos deja el 2020:

  • • La cultura se afianzó como elemento para el entretenimiento y la contención, en el marco del aislamiento.
  • • Crecieron la lectura en formato digital y los contenidos producidos especialmente para Internet y las redes sociales. La cultura virtual resultó la gran victoriosa en el contexto de la crisis sanitaria.
  • Los autores y artistas exploraron nuevas formas de contacto con sus lectores, por ejemplo, haciendo presentaciones de virtuales de libros o lecturas en los Vivos de Instagram, que transcurren en tiempo real.
  • Los museos y las ferias editoriales y literarias reemplazaron la dinámica de las visitas presenciales por recorridos y programas virtuales.
  • Se modificó la dinámica de la compra y venta de obras, que generalmente se adquieren a través de un contacto directo con los mismos galeristas y este año se concretó a través de las pantallas.
  • Se multiplicaron los canales de ecommerce para la venta de  libros, lo que ​desdibuja el protagonismo que tenían las grandes cadenas. A futuro, ¿habrá concentración?

Más datos:

  • La argentina Gabriela Cabezón Cámara quedó entre los 5 finalistas del premio Booker Internacional, que finalmente se llevó ​la holandesa Marieke Lucas Rijneveld.
  • La poeta Louise Glück recibió el Nobel de Literatura. Después, fue cuestionada y acusada de «traición» cuando su agente abandonó a la pequeña editorial que había Apostado por ella -argumentando que le debía anticipos- para publicar su obra en otra dedicada a la poesía y con 50 años de historia.

  • Se cumplieron 110 años la muerte del ruso León Tolstói, 50 de la del japonés Yukio Mishima, 10 de la de la del argentino Rodolfo «Quique» Fogwill y 40 del padre del existencialismo francés, Jean Paul Sartre. También 100 años del nacimiento de la brasilera Clarice Lispector, el estadounidense Ray Bradbury, Mario Benedetti y Olga Orozco. También 170 del nacimiento de Robert Louis Stevenson.
  • En octubre murió Quino, el padre de Mafalda, y su imagen y sus tiras coparon las portadas de los diarios del mundo: querido en todas partes.

PK