Movistar había anunciado inicialmente que el plan con ‘Dime quién soy’ era ir estrenando cada semana un episodio de la serie protagonizada por Irene Escolar, pero hace unos días decidió cambiar el rumbo para fijar este 1 de enero como la fecha en la que se lanzarían de golpe todos los capítulos restantes de la serie.
Es un movimiento que puede verse de una forma amable -un esfuerzo para aparentar ser un regalo navideño para sus abonados- como más cínica -igual no estaba funcionando muy bien y querían reconducir la situación con este golpe de efecto-. Sea cual sea el caso, lo importante es que ya hemos podido ver completa la historia de Amelia Garayoa, manteniendo constantes tanto sus virtudes como sus defectos en el desenlace.
Fiel a sí misma
Cuidado con los spoilers de la serie a partir de aquí
Hasta su octavo episodio, ‘Dime quién soy’ ha ido contando las diferentes aventuras que vivía su personaje para ir perfilando en paralelo cómo Amelia iba madurando desde ser una joven con tanta inocencia como curiosidad hasta pasar a ser alguien que ha tenido una vida mucho más intensa de lo que cualquiera de nosotros podría tan siquiera llegar a soñar.
Eso parece alcanzar su punto álgido con el potente cliffhanger con el que llega a su fin el octavo capítulo. De haberse querido optar por un final trágico pero coherente con lo expuesto hasta entonces, ese disparo que recibe podría haber sido mortal, pero es algo que se acaba aprovechando para dar un giro a la serie y dar un importante salto adelante en el tiempo.
Esta solución acaba siendo una prolongación de las sensaciones que me había ido dejando ‘Dime quién soy’ hasta entonces, yendo lo más di recta posible al meollo y descuidando ese pegamento narrativo necesario para que todo lo que rodea a Amelia tenga la entidad requerida. Y es que el guion se preocupa mucho por la protagonista, pero no por los demás y eso acaba afectándola también a ella cuando toca hacer hincapié en sus relaciones con otros personajes, a menudo marcadas por lo romántico -o por su faceta de espía- de una forma u otra.
La última etapa de Amelia
Por ello, lo que sucede en 1961 en el episodio no deja de ser una aventura más que en sí misma se siente algo redundante, pero lo que hace que funcione mejor que otras es que está estrechamente vinculada con la nueva situación vital de Amelia. Su personaje da cierta sensación de estar cansada, resignada a asumir que está poco menos que atrapada en Berlín porque su marido no quiere abandonar su hogar.
Esto es algo que Irene Escolar sabe reflejar muy bien a través del lenguaje no verbal, tanto para mostrar la apatía vital que sufre como cuando su existencia parece cobrar sentido de nuevo al ayudar a alguien a escapar de las autoridades alemanas. Así conocemos mejor a Amelia y de paso la serie adquiere otra energía que justifica ese salto temporal.
Lo que viene a partir de ahí es para dar cierre de forma definitiva a su historia, recobrando la libertad de forma simbólica de tal forma que casi hace innecesario ese breve y sentido epílogo en blanco y negro. Y es que esos últimos años no dejan de ser un pequeño regalo que ya a duras penas puede disfrutar. La historia de Amelia había acabado casi diez años antes con ese paseo sin pronunciar palabra alguna.
En resumidas cuentas
Personalmente, no puedo decir que haya disfrutado sobremanera con esta adaptación de la novela de Julia Navarro, porque es cierto que técnicamente está bastante cuidada -otra cosa es que su estética sea nada del otro mundo- y que Escolar sostiene muy bien la serie incluso cuando lo que sucede no tiene especial interés, pero da la sensación de que es una obra que encaja más en la ficción española de hace varios años que con la revolución que están viviendo las series nacionales durante los últimos años.