Hablar de apocalipsis en estos momentos puede ser hasta cruel. Desde el lunes 8 y por la pantalla de AMC, a las 22 h, llega la serie The Collapse, y realmente es una experiencia distinta en el amable y siempre falsamente realista medio. La serie de ocho episodios, que se verán en tandas de tres, es, simplemente, el fin del mundo. Pero no es ningún fin del mundo a lo Godzilla, o con hordas de zombies. No, nada de esos sabores artificiales y tan Hollywood. En estos días de pandemia y apocalipsis, se trata de un fin del mundo particular, realista, en línea con las teorías que indican el pronto colapso de los diferentes sistemas que nos permiten vivir en sociedad: cada episodio muestra que va sucediendo cuando las reglas que nos definen, sean de distribución de comida o de respeto por la ley, desaparecen por completo y el “salvése quien pueda” deviene la nueva forma de la humanidad. Es más, en uno de los episodios gráficos, un integrante del famoso 1% intenta cambiar un Van Gogh por un avión, y lo rechazan de plano. 

Ese es el mundo de The Collapse, una experiencia fuerte, única, obligatoria en este momento del mundo. La serie fue filmada por Les Parasites, un colectivo de creadores franceses que decidió rodar cada episodio en plano secuencia, es decir, sin cortes. En exclusiva a PERFIL le dicen: “Siempre quisimos que la serie se vea de la manera que se ve”. Y así, el show sacude como ninguno, desde su realismo buscado a los ecos que genera en el presente. Pocas veces la TV habla tan a los ojos del mundo y The Collapse es una de esas excepciones. La serie fue producida por Studiocanal, y los mismos Parasites insistieron que fuera de libre acceso en las redes sociales. Hoy por hoy, se ha convertido en una referencia ineludible a la hora de pensar el futuro, y la capacidad de una serie de sorprender con su contenido. 

—¿Qué fue lo que llevó a que cada episodio se vea igual: un plano secuencia donde se desarrolla una situación que va mostrando, cada vez más, cuán lejos estamos de la civilización como la conocemos hoy?

—La idea de filmar todos los episodios de la serie en plano secuencia, sin corte de cámara, como si fuera “una situación real” tiene que ver con realmente meter al espectador en el colapso, realmente no dar respiro, como creemos que sería esa situación. Nuestra idea era que se sienta lo más posible el caos de cada secuencia, la falta de certezas, la desesperación de los personajes, el sentir de primera mano todo lo que podría pasarle a la protagonista o el protagonista de ese episodio. Y, claro, porque amamos filmar en plano secuencia. Es excitante para los actores, es excitante para todo el equipo técnico y la verdad es excitante para todo el set, incluyendo a nosotros tres. Es complicado, pero excitante.    

—¿Cómo deciden cuál será “la historia” de cada episodio, desde el billonario que se pasea con un Van Gogh que a nadie le importa a la estación de servicio atiborrada y lista a estallar justo antes de que las reglas dejen de importar? ¿Cómo llegan a la estructura de mostrar con días de diferencia el fin de la civilización? 

—Las ideas de la mayoría de los episodios llegaron a nosotros muy rapidamente, algunas fueron obvias como el episodio del supermercado o la estación de servicio. Tenemos algunas ideas que finalmente no fueron nada, pero las queremos mantener en secreto. ¿Quién sabe que puede llegar a suceder con la serie en el futuro? Pero sí, fueron ideas a las que no fue difícil llegar, como gente que intenta mantener viva una usina nuclear o alguien que sigue cuidando gente en un asilo incluso en el fin. 

—¿Cómo fue el proceso de investigación para generar una serie que muestre el apocalipsis de una forma tan realista? ¿Qué descubrieron en ese proceso como realizadores y también como potenciales creadores?

—Si uno compara hechos científicos y todo lo que hacemos en nuestro día a día para ignorarlos, no es necesario “alinearse” con las llamadas teorías del colapso para entender que realmente estamos dirigidos, como sociedad, contra una pared. Se suman de manera aterradora problemas nunca resueltos que empeoran día a día como el cambio climático, la contaminación causada por el uso de plástico, la degradación de los suelos fértiles, la contaminación, la sexta extinción masiva de animales, la tensión geopolítica y así la lista. Si sólo tomaramos en cuenta el cambio climático, sabríamos que la vida será literalmente imposible al final de este siglo. Y hablamos de miles de millones de personas. Será imposible para todos nosotros vivir en ciudades que van a necesitar hasta aire acondicionado en las calles. Bueno, los ricos seguramente puedan. ¿Pero que pasa con el otro 99%? Me temo que es por eso que hicimos la serie.  

—¿Cómo fueron las filmaciones de las secuencias más violentas y donde hay más personas en escena? Las secuencia en los episodios son impresionantes, desde turbas iracundas a un estudio de TV en vivo, y van también desde saqueos a directamente la vida en altamar una vez que finalizó la sociedad. 

—Por razones que tienen que ver con la producción, no tuvimos suficiente tiempo para prepararnos tan bien como hubieramos querido, así que hubo mucho de adaptación episodio a episodio e intentamos hacer lo mejor posible frente a la urgencia. La mayoría de los episodios tuvimos una lectura de guión conjunta con todos los actores, medio día para ensayar en el set con ellos y un día de rodaje. Durante el día de las repeticiones, el resto del equipo tenía que preparar las luces y los sets, así aunque las condiciones no fueran perfectas al menos serían las mejores posibles. El día del rodaje también había que preparar y entrenar a los extras y generar toda la coreografía con ellos, lo cual se llevaba bastante tiempo. Por episodio, a lo sumo, podríamos generar tres rodajes, tres tomas completas. Con tan poca preparación, esas cosas inesperadas que suelen pasar no nos dejaban otra reacción que lidiar con ella e improvisar. Algunas de esas cosas inesperadas están en pantalla, así que si saben ver las pueden encontrar.

El espejo de la actualidad 

—¿Cómo fue para ustedes el proceso de generar una ficción tan apocalíptica y de repente ver al mundo gracias a la pandemia acercandosé, muy rápido, a eso que estaban contacto, a imágenes que habíamos visto nunca antes en nuestras vidas? 

—Lo que mostramos en el primer episodio, en el supermercado, y lo que sucedió con el Covid y los supermercados eran conductas fáciles de predecir. El show no intenta ser premonitorio, pero sí intenta ser lo más realista posible. Si algo sale mal, y pensas que te vas a quedar sin comida, ¿qué harías? Queríamos hacer un show que muestre cuánto dependemos de un sistema muy vulnerable a la hora de la distribución de alimentos, algo que puede frenarse y dejar de existir en cualquier momento. El mundo nos mostró que pasa cuando se frena, y fue extraño, por eso ver la serie en este momento será una experiencia distinta. En Europa, en algunos países, llegó a estrenarse meses antes de la pandemia.

—¿Había alguna referencia, sea libro o película, o cualquier forma de relato, que tomaron como referencia a la hora de hacer el show? ¿De dónde nace la idea de generar un fin del mundo completamente distinto a todo lo que habíamos visto antes en la mayoría de los medios audiovisuales?  

—Nos inspiramos en muchos libros, uno de nuestro favoritos es Malevile, de Robert Merle, que cuenta la historia de como el campo francés reacciona a un ataque nuclear. Pero hablando de cine, una de nuestra referencias más grandes fue Hijos del hombre, la película de Alfonso Cuarón.