Diego Ramos fue elegido para ser la cara de Lody Argentina. A los 48 luce un físico privilegiado y se anima a exponer su cuerpo. Entrevista con el actor y conductor que la rompió haciendo Sex durante la pandemia pero que también contrajo coronavirus y perdió a su papá.

Atrás, como perdido en el tiempo, quedó su debut en televisión en la tira Montaña rusa, en 1994. A partir de allí, Diego César Ramos (48) sorprendió por su talento para interpretar cualquier papel que se le presentara. Hizo de galán en Ricos y famosos, todo lo contrario en Los exitosos Pells, y se animó a encabezar un infantil en Doña Disparate y Bambuco. Hace poco, en medio de la pandemia, hizo un papel jugado en la obra Sex y ahora que eso terminó, por lo menos por streaming, fue convocado para ser panelista con el programa que Vero Lozano tiene en Telefe y se anima a conducir Todo se transforma, que se emite por el canal Discovery. ¿Cómo hace para hacer todo y bien? Para Diego el estudio es la base de todo. “Lo hago desde los 18 años y nunca paré. Creo que estudiar es buenísimo, por el desafío de crecer, para interpretar obras, personajes, los distintos papeles que esta profesión me ponga delante”, confiesa Diego.
La misma perfección y exigencia que le pone al trabajo la tiene con su cuerpo. A las seis horas semanales que dedica a su entrenamiento les suma una dieta sana y ordenada. “No soy un talibán con la comida, pero trato de no comer cualquier cosa. No me privo de nada, pero me cuido bastante. Desde muy chico aprendí que alimentarse bien mejora la calidad de vida”, asegura. Esta conducta lo mantiene espléndido: a los 48 años, la marca argentina Lody lo eligió para ser la cara de la campaña Otoño-Invierno 2021. Después de la producción en el estudio de Gabriel Roca, encargado de las fotos, entrevista con el actor, conductor y ahora modelo de calendario.
–Estás haciendo una campaña, casi desnudo. ¡Todo un logro a poco de celebrar medio siglo de vida! ¿Cómo se consigue?
–¿El secreto de mi éxito? ¡Lo guardo bajo siete llaves! La verdad es que entreno seis veces por semana, una hora por día, y sigo una dieta que me dio mi nutricionista. Hablando en serio, creo que el secreto es ser constante y prolijo en todo.
–¿Sos de los que se matan en el gimnasio?
–No… Todo lo contrario. Una hora por día es suficiente. Encima estoy retomando, porque con la cuarentena pasé varios meses sin entrenar. Los gimnasios estaban cerrados y no me enganché con los entrenamientos por zoom.
–¿Te sorprendió que una marca como Lody te eligiera como cara de su nueva campaña?
–¡Me alegró las Fiestas! (risas). Es un orgullo que una marca tan importante me convoque a esta edad para ser su imagen. Esto está bueno, porque hay público para todo. ¡Lo que no hice a los 18 lo estoy haciendo 30 años después!
–¿Sentís que valió la pena la experiencia?
–Sí, y estoy muy feliz y contento por el resultado. En épocas de pandemia, en momentos en que la mayoría está en crisis, Lody me sorprendió. Hizo una campaña jugada, muy europea, al mejor estilo Benetton. Tengo entendido que ahora es el primer lanzamiento con mi imagen, pero hay una segunda etapa en la que somos varios los modelos que intervenimos.
–Es bueno que una marca argentina esté siempre pensando en hacer cosas importantes, porque eso genera trabajo para decenas de familias.
–Tal cual. Muchas veces no vemos todo lo que hay detrás y lo importante que es. Cuando fui a firmar el contrato, Elías, director de la empresa, me contó el proceso de fabricación y la cantidad de personas que intervienen para conseguir ese resultado y esa calidad. ¡Encima los boxers son buenísimos! No tienen nada que envidiarle a las mejores marcas europeas.
–¿Qué estás haciendo además de tu trabajo en televisión?
–Acabamos de terminar Sex, una obra que nos enseñó una nueva manera de hacer teatro. ¡Fue increíble! Estamos terminando de ajustar algunos detalles para llevarla al teatro con público.
–¿Cómo fue la experiencia de hacer teatro en medio de una pandemia mundial?
–Fue raro, porque todos tuvimos que aprender cuál era la mejor manera de resolverlo. Lo bueno es que la gente se enganchó y participó todo el tiempo. Fue una gran experiencia.
–¿Cómo les fue en términos de espectadores?
–Excelente. En muchas funciones se agotaron las entradas. La verdad es que fuimos privilegiados. Trabajamos y muy bien durante todos los meses de aislamiento social, algo que no todos pudieron hacer.
–Vos te contagiaste de coronavirus. ¿Cómo la pasaste?
–No tan mal… ¡pero no se lo recomiendo a nadie! Muchos creen que haberlo tenido es una bendición, pero yo les aseguro que no. La incertidumbre de no saber qué te puede pasar es terrible. ¡Hay que seguir cuidándose!
–Encima te tocó perder a Alberto, tu papá.
–Sí, fue durísimo. Al viejo se lo extraña un montón.
–¿Lo contagiaste vos o fue al revés?
–Es algo que nunca vamos a saber, y tampoco sirve de mucho, por la culpa que te genera. Analizando las fechas pareciera ser que mi papá se contagió en una terapia intensiva y cuando fui a buscarlo me lo agarré yo también. Fui siempre muy cuidadoso con todo. A mis papás no los veía, porque sabía que eran personas de riesgo.
–Tu mamá Silvia también se contagió. ¿Cómo transitó la enfermedad?
–Mamá no la pasó tan mal hasta los últimos dos días. El proceso de su enfermedad fue bastante parecido al que viví yo. La diferencia es que al final a ella se le agudizaron los síntomas y a mí no.
–¿Te vas a dar la vacuna cuando llegue al país?
-Sí, no tengo miedo ni prejuicios con ninguna. Confío mucho en los médicos argentinos –papá era uno de ellos–, y si tanta gente está investigando para intentar salvarnos, vacunarse es la mejor manera de honrarlos. Pero hay que entender que hasta que llegue la vacuna lo mejor es cuidarse.