La tradición cristiana indica que el Viernes Santo es un día de luto y penitencia en el que los fieles se unen al ayuno para recordar el sacrificio de Jesús y se abstienen de comidas opulentas

En Semana Santa los cultores de la fe católica recuerdan la muerte y la resurrección de Jesús, un tiempo durante el cual, de acuerdo con la tradición cristiana, no se puede comer carne; más específicamente, el día de abstinencia y ayuno es el Viernes Santo, que en 2021 se celebra el 2 de abril, en coincidencia del Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas.

Ese día nada de asados ni grandes bacanales, solo pescado. ¿Por qué? Como se trata de un día de luto y penitencia en el que los cristianos se unen al ayuno para recordar el sacrificio de Jesús, se pliegan al sufrimiento, siguen la austeridad y se abstienen de bocados opulentos, como podría ser un bife de chorizo.

Sí se puede comer pescado, por aquello del milagro de Jesús, quien con 5 panes y 2 pescados le dio de comer a una multitud, de acuerdo con el relato de los evangelios. Razón por la cual Semana Santa es el período del año donde las pescaderías registran la mayor demanda.

¿Y qué pasa con el pollo y otras aves? Si se sigue el precepto de ayunar, en el sentido de plegarse al sufrimiento y comer una vez al día un plato austero, aun cuando no se trate de un bocado suculento, también el pollo estaría vedado.

La disposición del Concilio Vaticano II, que se propuso adaptar la fe católica al mundo contemporáneo, y que actualmente marca el rumbo del cristianismo, señala: “Ha de tenerse como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor y aún extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que de este modo se llegue al gozo el Domingo de Resurrección, con elevación y apertura de espíritu”.

Sin embargo, fue el propio papa Francisco quien marcó la línea de la abstinencia y el ayuno durante la Semana Santa, y fue más allá de las carnes rojas, los pescados y las aves, en una misa matutina celebrada en Roma, en febrero del año pasado, cuando se preguntó: “¿Cuál es el verdadero ayuno?”.

“El ayuno no es comer los platos de la Cuaresma. ¡Esos platos hacen un banquete! Ayunar no es cambiar los platos o hacer el pescado más sabroso, eso sería continuar el Carnaval. Nuestro ayuno tiene que ser verdadero. Y si no puedo hacer un ayuno total, ese que nos hace sentir hambre hasta los huesos, al menos hay que hacer un ayuno humilde, pero verdadero”, dijo el Papa.

El ayuno es “hacer penitencia”, dijo Francisco. “Es sentir un poco el hambre”, más allá de comida que sea, y sobre todo ser coherentes y no fingir el ayuno. “¿Mi ayuno llega para ayudar a los otros?”, se preguntó el pontífice. Ese es el verdadero ayuno, el que sufre para ayudar al otro: “el ayuno que lleva la gracia de la coherencia”.

FUENTE: LA NACION