El director y guionista Javier Van de Couter, junto a sus productoras Anahí Berneri y Laura Huberman, acaban de ganar el Gran Premio de la Competencia Argentina del Bafici con Implosión. El segundo largo de Van de Couter, que se estrena el próximo jueves, no es otra cosa que un film, otra vez, personal, que cuenta desde los actores Rodrigo Torres y Pablo Saldías, sobrevivientes de la tragedia llamada la Masacre de Carmen de Patagones, una noche extrema, días de búsqueda de venganza y de enojo. 

—¿Por qué volver a esta masacre desde ese lugar que mezcla casi el thriller con el registro de lo que le sucedió a los protagonistas después de tal hecho?

—Mi primer acercamiento con lo ocurrido en el 2004 fue intentar un registro sobre la ciudad en donde nací y me críe. Tratar de armar el retrato de ese lugar, buscando las pistas de muchos “¿por qué?”, pero luego de unos años de intentar construir ese registro no pude avanzar más, principalmente porque entendí que debía abrir más preguntas y no intentar dar respuestas. Ese ensayo fílmico quedó en notas y en algunas entrevistas, pero decidí que no era por ahí. 

—¿Fue ahí que apareció la idea de una ficción? 

—El lenguaje de la ficción es con el que trabajo y en donde me siento cómodo para pensar por donde quiero ir, y un tiempo después pensé en que ese camino me permitía un enfoque diferente, y me encontré con algunas personas cercanas a lo ocurrido, y posteriormente me reuní a conversar con Rodrigo y Pablo, ambos ex alumnos del curso, dos de los chicos afectados por el hecho aquella mañana. En esos encuentros fue conectando con la idea de ellos mismos dentro de la ficción. Nos pusimos a trabajar con Anahí Berneri en un posible guión. Fue un proceso muy largo: armábamos situaciones, filmaba con los chicos algunas secuencias, editaba, y luego volvíamos a escribir. 

—¿Cómo darle punto de partida entonces a esa historia?

—La historia toma como punto de partida una necesidad, un deseo de reencontrarse con aquel compañero que atentó contra sus vidas y al que no volvieron a ver nunca más, y eso fue construyendo un derrotero de tensión que fue marcando el pulso de la película. Al estar ambos amigos en una camioneta después de tanto tiempo, durante muchas horas generaba una intimidad particular y el objetivo de ese viaje permitía entrar en el tema de un modo diferente. El material de archivo se vuelve la antesala de la ficción, luego de ese prólogo nos quedamos con Pablo y Rodrigo abordando una interpretación de sí mismos que surge de conversaciones y de la construcción de un guión.  El tono al que refiere la pregunta apareció cómo una manera de poder contar y hablar de la violencia, no solo por el pasado ocurrido, sino en todo, en el lugar de origen, en el encuentro con los adolescentes, en un modo de tratarnos. El viaje también es hacia adentro, no solo los expulsa a la búsqueda sino que también los conduce a cuestionarse el por qué de esa búsqueda, entre otras cosas.

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