Repasamos los mitos más comunes y desfasados acerca de nuestra vida íntima.

A pesar del amplísimo acceso a la información que en la actualidad disponemos gracias a internet, aún siguen existiendo mitos o creencias erróneas relacionadas con la sexualidad que en mayor o menor medida condicionan nuestra vivencia sexual.

Y es que la buena disponibilidad de la información no siempre facilita nuestra vida o ayuda a prevenir problemas si esa información es inadecuada por estar ajustada a patrones machista o directamente no está basada en conclusiones científicas. Esto es lo que ocurre en muchas páginas webs con contenidos pocos contrastados, basados en puras creencias populares sobre diferentes aspectos de la sexualidad.

Aunque esa información inadecuada puede influir a todo el mundo, con independencia de su edad, es la población infantil-adolescente la más vulnerable a estos contenidos erróneos. De nuevo, la educación se convierte en herramienta clave para contrarrestar los posibles efectos nocivos que todo ello puede conllevar.

Mitos o creencias erróneas sobre el sexo más frecuentes

En nuestra experiencia dentro de programas de Educación Sexual que llevamos a cabo en centros educativos de diferentes ciudades, constatamos que muchos de estos mitos se perpetúan a lo largo de las generaciones. De este modo, muchas de esas creencias erróneas que actualmente tienen gran parte de los adolescentes, las tuvieron los adultos cuando se encontraban en esa etapa del ciclo evolutivo. En este sentido existe una incuestionable perpetuación a lo largo del tiempo de actitudes sexuales que en algunos casos no son deseables/saludables.

A continuación, explicamos los mitos o creencias erróneas que con más frecuencia encontramos en las clases.

1. “La primera vez que se hace coito (penetración vaginal) no hay posibilidad de embarazo y siempre duele”

Hay que decir que no hay relación entre la primera vez que se realiza esta práctica sexual y la mayor o menor probabilidad de embarazo, ya que es la utilización de un método anticonceptivo eficaz lo que disminuye la posibilidad de embarazo.

Del mismo decimos que la primera relación coital no tiene que doler de forma incondicional por una cuestión fisiológica, ya que la vagina es una estructura elástica capaz de “acoger” cualquier tamaño de pene, ya que está diseñada entre otras cosas para ello. 

Sí es cierto que en ocasiones puede aparecer dolor durante esa primera vez debido a la importancia que en nuestra cultura representa el coito. Esto hace que tanto hombres como mujeres vayan a su primera relación coital con unas altas expectativas que en muchos casos, produce nerviosismo, ansiedad incluso miedo (por la aparición de dolor). Todo esto puede provocar en el caso de la mujer una bajada en la excitación (debido al nerviosismo, miedo, etc.) con lo que el nivel de lubricación disminuye y por tanto es más probable la aparición de dolor.

2. “El coito es la práctica sexual más placentera”

No hay elementos biológicos que nos permita confirmar tal afirmación, en cambio hay muchos condicionantes sociales que hacen que caigamos en una visión coitocentrista de la sexualidad, o lo que es lo mismo, hacer girar el sexo en el coito. De este modo, esta práctica sexual puede ser tan placentera como otras tantas: masturbación, sexo oral, etc. Podemos encontrar numerosos casos de parejas que sin realizar el coito, sienten un alto grado de satisfacción sexual. Todo dependerá pues de gustos y preferencias.

3. “El tamaño del pene es muy importante en las relaciones sexuales”

Esta creencia está muy extendida en la sociedad actual y consiste en darle una importancia excesiva al tamaño del pene. Así, se cree que un pene grande se relaciona con más potencia sexual o incluso con obtener un mayor nivel de placer. Lo cierto es que el tamaño es relativamente importante en sí, salvo que el gusto o preferencia de la persona vaya en esa línea. En cualquier caso y en términos generales, poco tiene que ver la potencia sexual con el tamaño del pene ya que existen multitud de elementos en la escena sexual que determinará sentirse o no satisfecho/a.

En consecuencia, es importante no caer en esta obsesión y pensar más en términos de funcionabilidad que en términos de tamaño, es decir, fijarnos más en si el pene es funcional (si cumple la función placentera, fisiológica y reproductiva que tiene) que en los centímetros que mide. Si el pene es funcional, el resto (tamaño, forma, etc.) entra dentro de un plano secundario.

4. “El hombre es el que tiene que llevar la parte activa de la relación sexual”

La cultura de género ha atribuido unos roles a los hombres y otros a las mujeres. Así, los primeros tienen que ser activos, llevar la iniciativa en la relación y responsabilizarse del placer de la mujer (en caso de relaciones heterosexuales). Las mujeres, deben ser más pasivas y “dejarse hacer”. Es importante considerar que tanto hombres como mujeres tienen los mismos derechos sexuales y por tanto adoptar el rol deseado con independencia de lo que marque la cultura.

5. “La ‘marcha atrás’ es un buen método anticonceptivo”

Esta práctica consiste en hacer un coito sin utilizar ningún método anticonceptivo y retirar el pene de la vagina cuando el hombre va a eyacular, haciéndolo fuera de ésta. Pensar que la “marcha atrás” es un método anticonceptivo eficaz es una creencia además de errónea peligrosa por dos cuestiones: en primer lugar, porque el hombre antes de eyacular emite líquido pre seminal que aunque no contiene espermatozoides, sí podría arrastrar espermatozoides ubicado en la uretra de pasadas eyaculaciones, con lo que el riesgo de embarazo sería importante. 

Por otro lado, no nos protege de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) ya que el contacto entre genitales y sobre todo la penetración vaginal es la mayor vía de riesgo frente a contagio (junto con la anal sin protección).

6. “El preservativo o condón quita sensibilidad, corta el rollo”

Incorporar el uso del preservativo (masculino o femenino) en nuestras relaciones sexuales es una de las prácticas más saludables que podemos realizar. El preservativo tiene un grosor de aproximadamente un milímetro, esto hace que la “pérdida” de sensibilidad sea mínima. Ir a la relación sexual pensando que el preservativo me va a quitar sensibilidad va a hacer que me predisponga a que esto ocurra, por lo que la actitud no debe ser esa, sino más bien que gano mucho más de lo que “pierdo” (si es que pierdo algo) usándolo.

7. “Si el hombre pierde la erección es porque no considera a su pareja atractiva”

Cuando la pérdida de la erección ocurre frecuentemente podemos plantear la posibilidad de que exista un problema de erección, que rara vez tiene como causa que la pareja resulte poca atractiva. Las causas más frecuente de esta problemática tienen que ver con la ansiedad que genera el hecho de que vuelva a ocurrir, el miedo al fracaso o el deseo de dar la talla, entre otros

Fuente: www.psicologiaymente.com