Las emociones no son un problema que se enfrenta a la razón, sino que forman parte de la vida.

Los seres humanos somos, ante todo, seres emocionales. Muy al contrario de lo que pensamos, no sentimos emociones en algunos momentos del día, sino que siempre estamos emocionados.

Detrás de todo lo que haces, piensas e interpretas, existe un estado emocional. Todas nuestras experiencias, y también todos nuestros problemas y conflictos, se encuentran totalmente relacionados con tus emociones. ¿Qué ocurriría si aprendieras a entenderlas y a gestionarlas para tenerlas a tu favor en lugar de en tu contra?

Entendiendo las emociones

Desde la psicología se han realizado múltiples esfuerzos por tratar de entender nuestras emociones, lo que realmente son, lo que significan y cómo influyen en tu vida. Sin embargo, la psicología académica, en su objetivo principal por consolidarse como disciplina, ha estudiado las emociones desde un perfil materialista y biológico: un conjunto de reacciones hormonales y químicas, así como de expresiones faciales. ¿Pero son solo eso?

La psicología experimental rescata seis emociones básicas según los resultados que obtiene en laboratorio (que estudia tanto conexiones neurológicas como expresiones faciales): alegría, miedo, asco, sorpresa, tristeza e ira.

Sin embargo, nuestras emociones son mucho más complejas. Cualquiera de esas emociones incluye multitud de matices, varían en intensidad, duración, frecuencia, y nos condicionan de distinta forma. Tus emociones no dejan de ser para ti una experiencia subjetiva: qué sientes, cómo lo interpretas, cómo te condiciona, y cómo puede cambiar. ¿Te has dado cuenta de que tras todo lo que te ocurre en tu día a día se encuentran emociones?

En mi trabajo como psicólogo y coach, con más de 11 años de experiencia acompañando a personas en sus procesos de cambio personal, descubrimos siempre que tras cualquier tipo de dificultad se encuentran emociones. La razón es sencilla (ya te lo he comentado más arriba): somos seres emocionales. Sentimos emociones las 24 horas del día (hasta cuando sueñas sientes emociones). Por lo tanto, tus emociones te influyen en todo: en cómo te comportas, en cómo te comunicas, en cómo tomas decisiones, en cómo te relacionas.

Te influyen en tu forma de ver la vida, tu pareja, una posible ruptura, un problema en el trabajo, en un contexto personal, social o familiar. A su vez, parece que siempre están en nuestra contra… miedo, ira, ansiedad, inseguridad, culpa, desánimo… ¿Son las emociones realmente el problema?

Un problema de enfoque: tus emociones son tus mejores aliadas y no un problema

Me imagino que habrás oído o leído mil veces expresiones como “emociones negativas”, o “es un problema ser demasiado emocional”. El problema de enfoque que tenemos con nuestras emociones radica en estas ideas.

Somos seres emocionales y, por lo tanto, las emociones forman parte de todos nuestros procesos. Tomamos decisiones con nuestras emociones, nos enamoramos a través de emociones, también ponemos límites o somos conscientes de quiénes somos mediante emociones. El autoconocimiento, las relaciones, el desarrollo personal, son ante todo procesos donde la emoción juega un papel clave.

Sin embargo, vivimos en una época materialista y globalizada, donde aún seguimos pensando en las emociones según esa dualidad cartesiana que contrapone la emoción a la razón. ¿Pero realmente son duales? La emoción y la razón son procesos unidos, totalmente indivisibles.

Prejuicios sociales como el machismo, la xenofobia, homofobia, aporofobia, o sencillamente tener dificultades para relacionarte con los demás, emprender un determinado proyecto o afrontar dificultades de pareja, no son debido a una dificultad en nuestro razonamiento, sino a que no sabemos entender y gestionar las emociones que están detrás de todas esas experiencias.

No, la razón no funciona sin emoción. Las decisiones más importantes de nuestra vida llegan por procesos emocionales. A su vez, seguimos cometiendo el mismo error: no sabemos entenderlas y gestionarlas para que, en lugar de estar en nuestra contra, estén a nuestro favor. Porque las emociones no son el problema ni son realmente negativas.

El miedo te ayuda a proteger tu vida, así como la ira puede ayudarte a saber dónde establecer un límite. Nuestro problema está relacionado con saberlas entender y gestionar. ¿Y qué ocurre cuando no sabemos hacerlo? Que todo lo que nos pasa resulta más difícil.

Ahí es donde está la base de la gran mayoría de nuestros problemas: de no saber entender y gestionar el proceso emocional que existe detrás del problema (que condiciona incluso tu forma de verlo e interpretarlo).

La solución: tenerlas a tu servicio

La importancia de la gestión de emociones nos lleva a que si queremos conseguir ciertos cambios en nuestra vida pero descuidamos esta parcela, la mesa se queda coja. Por más que queramos trabajar con nuestras creencias, actitudes o relaciones, nada funciona si no acudimos a la energía fundamental que condiciona esa experiencia.

Fuente: www.psicologiaymente.com